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Jueves 4 de Octubre de 2001

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A DIEZ AÑOS DEL COMIENZO, OASIS SIGUE EN BUSCA DE LA INMORTALIDAD

Vivir
rápido,

(y para siempre)

¿Qué hay detrás del alcohol, los cigarrillos, las peleas fratricidas, los divorcios, el culo de las azafatas, las declaraciones explosivas y los dos pares de cejas más superpobladas del rock and roll? Una banda que, a fuerza del talento dispar de los hermanos líderes, cambió el ánimo de la Gran Bretaña rockera de la década pasada. Ahora, intentando salirse de su curva creativa descendente, los Gallagher prometen volver a conquistar el mundo con más estribillos inolvidables.

POR PABLO PLOTKIN

Al principio hacían todo bien: bebían, tocaban, tenían una historia desencajada y la idea de un futuro impreciso y resplandeciente. Noel escribía las canciones, que eran muy buenas, y Liam las cantaba. Las cantaba muy bien. Las letras no eran geniales, pero ahí estaban narradas, en pocas palabras, las razones existenciales del rock’n’roll: la necesidad de salir del suburbio a los gritos y ganarse un lugar en la gloria a fuerza de un puñado de canciones estremecedoras. El que se decide a trabajar de estrella de rock, sabe que tiene que comportarse como tal aun antes de serlo. Los Gallagher conocían esa regla de un modo casi instintivo, geográfico, sólo por haber crecido en una ciudad industrial, espesa y plana, donde sobraban ejemplos de heroicos vecinos mayores (Buzzcocks, The Smiths, Stone Roses, New Order, Happy Mondays) que torcieron el destino de sus vidas gracias al rock. De eso se trataba. De eso sigue tratándose. De cómo dos manchesterianos estrechos, copiones, antipáticos, indomables, primitivos, armaron la banda de rock más grande de la última década británica.
Era 1994 y el desencanto social en el Reino Unido abonaba a la esperanza “laborista” que tres años más tarde desembocaría en la asunción de Tony Blair. Tres días después de que alguien encontrara el cadáver de Kurt Cobain en Seattle, Oasis editaba su primer simple, “Supersonic”, en el que les aseguraban a las dispersas masas de adolescentes británicos que podían obtener todo lo que quisieran; el asunto era saber cuánto estaban dispuestos a exigir. Todo lo bueno de Definitely Maybe, su primer y más excitante disco, se resume en la idea de que cualquier joven de la Inglaterra proletaria bien puede tomar el toro por las astas. No da respuestas, pero sugiere la posibilidad de trocar el tedio anónimo de la vida en la ciudad por una aventura disipada, llena de drogas, cigarrillos, alcohol y promesas de inmortalidad. Esa visión del mundo –limitada, efervescente, frágil, ilusoria–, montada en canciones eléctricas implacables, los subió a la histeria de un fenómeno popular como no le ocurría al rock inglés desde la beatlemanía. Esos dos tipos tenían algo, después de todo. Pero, ¿qué? Bueno, Oasis nunca se avergonzó de los sentimientos, y probablemente sea ésa su mayor virtud. Opuso una fachada de criatura hosca, alcohólica y maleducada para poder declarar más cómodamente sus sueños. Ningún chabón de barrio, de infancia aparentemente atormentada e incipiente prontuario, canta en público cosas como “quizás sólo quiero volar, quiero vivir, pero no quiero morir”, a menos que presuma no importarle nada.
Entonces llegó (What’s the story) Morning glory? y la fiebre recrudeció. “Wonderwall”, “Don’t look back in anger”, “Champagne Supernova”... ¿Cuántas de esas canciones daban vueltas por la etílica cabeza de Noel? “Con Definitely Maybe sabía exactamente que quería un disco fiestero, que tuviera todas las influencias de mi generación juntas”, le dijo el Gran Hermano a Los Angeles Times. “Para Morning Glory puse algunas canciones buenas que habían sobrado del primer álbum, pero el resto no iba para ningún lado, igual que Be Here Now. Ser la banda más importante de Inglaterra nos presionaba.” El tercer disco no es tan malo como dice la Historia. Es cierto: las canciones son inexplicablemente largas, y hay una pretensión beatle por momentos embarazosa. Demasiadas citas, pasteles mágicos, collages fotográficos y una desesperada búsqueda de épica. Que un pibe de Manchester aplastado por la rutina y el anonimato quiera ser John Lennon es una idea aceptable, y hasta puede servir como combustible para concretar las fantasías del rock. Pero que una estrella prematuramente consagrada se ponga a jugar con el cancionero de McCartney... bueno, eso no está del todo bien visto.
Por otro lado, la grandeza de los dos primeros discos residía en ese instinto arrollador de querer perpetuarse más allá de los ladrillos rojos del norte inglés. Con el mundo a sus pies y el volante del Rolls Royce entre las manos, Noel parecía un poco desconcertado al momento de escribir. ¿Cómo decir “me siento una estrella de rock’n’roll cuando soy la estrella de rock más grande del planeta?” Así es que se dedicó a escribir honrosas canciones de amor, pero no estaban a la altura de las expectativas. De pronto los Oasis, a sus jóvenes veintipico, ya eran una banda de rock veterana y conservadora. Para graficar las diferencias cronológicas con sus colegas argentinos, Noel se puso clásico, panzón y burgués a la misma edad en que Cristian Aldana y Fernando Ruiz Díaz, por ejemplo, empezaron a arañar la popularidad, poco antes de los treinta. Las cosas pueden sucederte muy rápido en el Reino Unido, sobre todo si tenés una banda resuelta a llevarse el mundo por delante y las canciones necesarias para conseguirlo.
Otro enigma: ¿cómo es que Liam, ese despreciable ser humano llamado Liam Gallagher, fanfarrón, ignorante y malagradecido, que tuvo que esperar a que naciera su hijastro para componer una mísera canción (“Little James”), se convirtió en el cantante británico más representativo de su generación? Hay algo estremecedor en la voz de Liam. Se dijo que es la mezcla exacta entre Lennon y Johnny Rotten, que canta como camina, que su conducta desdeñosa provoca un magnetismo enfermizo, que te dan ganas de matarlo hasta que abre la boca sobre un escenario, las manos en la espalda y el torso ladeado, antes de agitar anodinamente una pandereta y ponerles cara de malo a los espectadores de las primeras filas. Lo cierto es que Liam es, de los Gallagher, el que peor la hubiera pasado si no fuera porque Noel irrumpió una tarde de 1991 en la sala de ensayos de esa mala bandita de rock para mostrarles una canción titulada “Live Forever”. Imaginen la vida de Liam sin Oasis. Quizás se resuma en una sílaba: pub. Tal vez por eso, entre otras cosas, es que canta las canciones con tanto displicente sentimentalismo, porque las quiere, suscribe a cada palabra, sabe de lo que está hablando. Al fin y al cabo, esas canciones le salvaron la vida. Y así logró erigirse en el parámetro estético de muchos de sus compatriotas jóvenes. Postura de compadrito lánguido, desmadejado, orgullosamente bruto y cervecero.
La última noticia artística del grupo, Standing on the shoulder of giants (más allá del celebratorio doble en vivo Familiar to Millions, grabado en Wembley), fue otra obra algo decepcionante. Rock setentoso, manotazos psicodélicos, algunas buenas canciones. Nada que no tenga remedio. Está a punto de escribirse un nuevo capítulo de la aventura (ver aparte), para la que Noel promete una vuelta a las fuentes: canciones pegadizas, guitarras fuertes, estribillos para corear como hooligans melancólicos, completamente ajenos a las corrientes de la música moderna. Todo aquello que se le puede pedir a Oasis. Lo que mejor saben hacer.

LOS GALLAGHER, DE PEQUEÑOS
Street Life

Todo lo que se dice sobre infancia y juventud pre–Oasis de Noel y Liam está toqueteado por la sospecha, debido a las infinitas notas, biografías y aportes de supuestos testigos, tíos lejanos, docentes, compañeros de escuela, ex novias y hasta de papá Gallagher y el hermano del medio, el gordo Paul. Y eso sin contar las supuestas anécdotas contadas por los propios Noel y Liam. Nacieron en Manchester, en un hogar pobre mantenido por la madre y en el que el padre no aparecía nunca salvo para curar resacas o para pegarles a los chicos, especialmente a Noel. Hasta que mamá Peggy un día se cansó, armó una valija y se fue de la casa, con los tres críos a cuestas. De adolescentes, hicieron vida callejera. Noel tuvo varios laburos –en fábricas y negocios–, seguía al Manchester City a todos lados, inhalaba pegamento y, de vez en cuando, afanaba pasacasetes de autos. Una vez, junto al luego bajista McGuigan, se llevaron una res de un camión de carnicerías. Por su parte, a Liam, que de adolescente era medio gordito, lo echaron del colegio y nunca terminaba de conseguir trabajo; pero sí tenía una activa vida social, con buenos resultados con las chicas. Aunque ya nunca sabremos cuánto de todo esto es pura leyenda.

 

SOBRE EL NUEVO DISCO
Palo y a la bolsa

Noel Gallagher dijo que el nuevo disco de Oasis, a editarse en el 2002, es lo más “crudo” que grabaron desde Definitely Maybe. “Es el mejor puñado de canciones que hicimos en años. Lo grabamos muy, muy rápido. Y no pensamos dos veces nada: ‘Ese es mi amplificador, ésa es la guitarra, enchufala y dale para adelante’”, contó Noel a la revista inglesa Mojo. “Estoy muy, muy feliz. Es exactamente lo que esperás de nosotros, y eso no significa que suene a mentalidad estrecha. Un montón de bandas hoy se salen de su camino para no sonar como ellos mismos. Nosotros estamos intentando desesperadamente sonar como Oasis. Esto es lo que somos, sin experimentación.” Esta vez, la composición de las doce canciones se repartió entre Liam, Andy Bell (bajo), Gem Archer (guitarra) y, por supuesto, Noel. Mientras tanto, las localidades para los shows del décimo aniversario, que se concretarán entre el 7 y el 14 de octubre (dos en el Shepherd’s Bush Empire de Londres, dos en el Apollo Theatre de Manchester y dos en Barrowlands, Glasgow) están todas agotadas.

 

LA FUCKIN´ DÉCADA, AÑO POR AÑO
Ruido y confusión

1991. En Manchester, el cantante Liam Gallagher, el guitarrista Paul “Bonehead” Arthurs, el bajista Paul McGuigan y el baterista Tony McCarroll forman una banda, Rain. Noel Gallagher visita la Argentina, trabajando como plomo de los Inspiral Carpets. Rain pasa a llamarse Oasis, y Liam invita a su hermano a sumarse al grupo como guitarrista. Noel dice “sí” a cambio de tomar el control del grupo, aportar las canciones e imponer un duro régimen de ensayos.
1992. Graban su primer demo, que suena a copia de U2 y los Stone Roses, con canciones grises como “Take me” y “Colour my life”. ¿Quién da una libra por ellos?
1993. En un festival under en Escocia, al que llegan supuestamente a dedo y sobre la hora, los Oasis son “descubiertos” y fichados por Alan McGee, del sello Creation.
1994. Aparece su primer simple, “Supersonic”, y poco después su primer disco, Definitely Maybe, que se convierte en un clásico de los ‘90. Sus conciertos en Inglaterra y su gira europea empiezan a construir el mito de Oasis en vivo, y de sus after-shows a puro sexo, droga y rock and roll.
Comparten gira con The Verve y Noel forja amistad con Richard Ashcroft, en quien se inspira para la canción “Cast no shadow”.
1995. Editan el segundo álbum, (What’s the Story) Morning Glory?, y desatan la oasismanía con “Wonderwall”, “Champagne Supernova” y “Don’t look back in anger”. Cambio en la batería: McCarroll es expulsado “porque es un desagradable hijo de puta”. Lo reemplaza Alan White. El desagradable hijo de puta demanda a los Gallagher y se lleva una buena torta. Estalla la Tercera Guerra Mundial. Bah, en realidad, Oasis y Blur se tiran mierda a través de los medios. Noel les desea la muerte a Damon Albarn y a Alex James.
1996. En la entrega de los premios MTV de Estados Unidos, Liam escupe cerveza desde el escenario y dice que “todos los grupos presentes son una mierda menos los Fugees y Oasis”. Tocan en Knebworth, el 11 de agosto, en el que quizás sea su show más famoso. Graban su acústico para MTV, pero Liam deja a todos plantados por un supuesto dolor de garganta. Igual se aparece en un palco tomando cerveza, mientras Noel canta y lo mira mal desde el escenario. Suspenden su gira por Estados Unidos porque Liam regresa a Inglaterra a comprarse una casa. Los rumores de separación, a full. George Harrison califica a Liam de “idiota” y Liam le responde “pezón” (?). La lista de “mandadas de fruta” a través de la prensa alcanza a Mick Jagger, Keith Richards, Kurt Cobain, Eddie Vedder, Sonic Youth, las Spice Girls, INXS...
1997. Giran por Estados Unidos como soporte de U2. Comienza un idilio y un intercambio de flores entre Bono y los Gallagher. Aparece su tercer disco, Be Here Now, con el actor Johnny Depp como violero invitado. La expectativa es tal que tres radios inglesas violan la prohibición de pasarlo antes de las 18.30 del día del lanzamiento, que aparece en el disco: jueves 21 de agosto. ¿Fecha histórica? ¿Histérica? Noel graba junto a los Chemical Brothers “Setting Sun”. Liam y Noel se putean en el escenario en Suecia. Los rumores de separación no paran. Ambos se casan.
1998. La gira mundial de Be Here Now los trae por primera vez a Buenos Aires. Dos shows demoledores en el Luna Park, con un volumen más demoledor aún: algunos oídos todavía zumban. Escándalos de toda clase: en aviones, en hoteles, en la calle, entre ellos, con fans, con otros músicos, con periodistas, con fotógrafos. ¿El mejor? Liam apaga un cigarrillo en la mejilla de un fan en Australia. Editan el compilado de simples y lados B The Masterplan.
1999. Noel dice haber dejado las drogas y el alcohol, pero que no sabe “bien por cuánto tiempo”. Para enfrentar la abstinencia, toca en vivo como baterista del grupo Tailgunner. Para desintoxicarse, ensayar y grabar el nuevo disco lejos de la prensa, alquilan un castillo en Francia. “Fue un error”, reconocería Noel al volver a Inglaterra. Nace el hijo de Liam. ¿Su nombre? Lennon.
2000. Nace Anais, la hija de Noel. Noel optimiza el plantel. Se van los amigos del barrio Bonehead y McGuigan y los reemplazan los músicos Gem Archer (guitarra) y Andy Bell (bajo, no confundir con el cantante de Erasure). Aparece Standing on the Shoulder of Giants, cuarto disco de estudio, por sello propio: Big Brother. Las entradas para sus dos shows en Wembley se agotan... seis meses antes. Liam y Courtney Love se muestran juntos y dicen haber estado escribiendo canciones. En tanto, Robbie Williams desafía a Liam a boxear en un ring, para la TV. Liam rechaza la invitación, pero advierte que lo va a embocar cuando se lo cruce. Después hacen las paces. Aparece el doble álbum en vivo Familiar to Millions, grabado en los shows de Wembley.
2001. Se presentan en el festival brasileño Rock in Rio, que tiene su atracción principal en la reaparición pública de Axl Rose. A Noel le preguntan cómo imagina un mundo mejor y él responde: “Un mundo sin Guns n’Roses”. Vuelven a Buenos Aires y se presentan junto a Neil Young en el Campo de Polo. El volumen, esta vez, un poco más bajo. Salen de gira por Estados Unidos junto a los colgadísimos Black Crowes. Nace un nuevo intercambio de flores. Meses después, caen las Torres Gemelas y Liam asegura que no volverá a Estados Unidos “nunca más”. Se encierran en estudio para grabar y editar un nuevo disco, pero postergan su aparición hasta el 2002 (ver aparte). Para festejar su primera década de vida, anuncian discos en vivo, shows en Londres, Manchester y Glasgow, bajo el lema “Diez años de ruido y confusión”. J.A.

 

OTROS CASOS DE HERMANDAD ROCKERA
In Utero

Los Gallagher son el mejor ejemplo de hermanos al frente de una banda, pero no el único. Repasemos algunos de los otros casos, en riguroso orden alfabético:

Aldana. Cristian y María Fernanda, los sureños, ríspidos e independientes embriones de El Otro Yo. El es uno de los personajes más viscerales del rock argentino de los ‘90; ella ya es mamá, dibuja y escribe poesía. Puro nervio, los chicos.

Cavalera. El baterista Igor y el cantante Max, los hoy desunidos hermanos de Sepultura. Sus diferencias llevaron a que Max buscara nuevos horizontes (Soulfly), y a que su mujer sea sindicada como la Yoko Ono del heavy brasileño. O algo así.

Davies. “I’m a loser, baby”, dicen Ray y Dave, de los legendarios Kinks, campeones sin corona del rock inglés de los ‘60. Ray es el genio que escribe las canciones y las canta, y Dave... bueno, Dave es el único integrante que lo acompañó durante ya casi cuarenta años, que ya es bastante, che.

Hanson. Versión rubia de los Jackson 5, y con algo más de dignidad que los Backstreet Boys o los N’Sync –por el relativo mérito de tocar instrumentos–, el grandote Isaac, el mediano Taylor y el pequeño Zack deben haber sido el gran orgullo de sus tías.
Iglesias. Tanque y Tete, nacidos en realidad Jorge y Gabriel, son la base de La Renga no sólo porque tocan batería y bajo sino porque son el núcleo “Los mismos de siempre” sobre el que se apoya el gran songwriter de más allá de Rivadavia, el león Chizzo.

Jackson. Ejemplo de familia numerosa, los setentosos Jackson 5 fueron el semillero del que brotaron desde el astro Michael, por supuesto, hasta el ignoto Toto, digno merecedor de protagonizar tu próxima remera kitsch.

McNamara. Los hermanos Danny y Richard, del grupo inglés Embrace, para 1998 pintaban como sucesores de Oasis. Pero, la verdad, quedaron más cerca de suceder a Bonehead y McGuigan que a Liam y Noel.

Reid. Jim y William, de Jesus & Mary Chain. Oscurísimos y muy cabrones, su elogio del bardo –solían decir que nunca habían tenido sexo bajo techo– y sus peleas públicas hasta en el escenario los convirtieron en antecedentes directos de los gallagherismos.

Rodríguez. Este caso tal vez no lo tenías... Son Adrián “Dárgelos” y Diego, de Babasónicos. También comparten una hermandad en los alias a la hora de dirigir sus clips, cuando se metamorfosean en Enzo y Benito Scorza.

Ruiz Díaz. Fernando y Gabriel, de Catupecu Machu. Reparten sus áreas de influencia en voz, guitarra y carisma (Fernando) y en bajo, producción y gabinete en las sombras (Gabriel).

Van Halen. Eddie y Alex, obviamente de Van Halen. El guitar virtuoso Eddie fue la otra buena razón, junto a David Lee Roth, para entender la importancia de Van Halen en la historia metalera. Y Alex vendría a ser como Natalia, la semi-invisible hermana de La Sole.

Wilson. Brian, Dennis y Carl, de los notables Beach Boys, a quienes podríamos agregar, ya que estamos en esto de las cuestiones familiares, a su primo, Mike Love. Premio McCartney para Brian, Premio Bien Igual para los demás.

J.A.