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Teatro Guillermo Angelelli estrena Xibalbá


Viaje al fin de la noche

Un cabaret en el Tigre de los años 20. Un mago y su ayudante, que sumergen a los espectadores en un viaje a lo prohibido, que desemboca en una suerte de strip-tease espiritual. Guillermo Angelelli habla de su nueva obra, Xibalbá, que interpreta junto a Patricia Schaikis.

POR CECILIA HOPKINS

Hay quienes lo conocen como el protagonista de Moebius, aquella película de 1996 donde se lo veía recorriendo las vías del subte a la búsqueda de un convoy fantasma que había desaparecido en una realidad paralela, por obra de una ecuación matemática. El espectador de teatro, en cambio, reconoce a Guillermo Angelelli como el intérprete de Asterión, un espectáculo unipersonal (inspirado en el cuento de Borges, “La casa de Asterión”) que le valió en 1993 el premio ACE al Mejor Actor Off y que él sigue llevando en gira o reponiendo de tanto en tanto en su sala del barrio de Chacarita, donde el actor-minotauro invita al espectador a recorrer con él el laberinto mitológico, transmutándose en inquietantes personajes-símbolo salidos de otros textos. Por si quedara alguna duda de que adentrarse en el misterio es uno de los tópicos principales en la lista de obsesiones de Angelelli, basta decir que éste es también el tema medular en Xibalbá, la obra de su autoría y dirección que se apronta a estrenar en pocos días, en el mismo espacio de Corrientes al 6100, una sala para no más de cincuenta personas que es cita obligada para quienes rastrean el mejor teatro en esta ciudad.

EL RIESGO ES SUYO
Luego de un viaje a las ruinas mayas de Tikal y de la lectura del Popol-Vuh, Angelelli llegó a la conclusión de que Xibalbá era el paisaje mítico que expresaba como ninguno esa visión de lo invisible y lo misterioso que quería poner en escena. Angelelli incorporó también elementos salidos de la lectura del Tao Te King: “Cuando uno ve el desarrollo de la ciencia en estos últimos tiempos, confirma la complejidad y veracidad de las palabras más antiguas escritas por el hombre, al comparar las coincidencias que ofrecen con los últimos tratados de física cuántica”, dice. Ahora bien, ¿puede alguien imaginarse una combinación del Popol-Vuh y el Tao Te King con el universo gay de David Leavitt y la estética del clown, todo eso ambientado en un cabaret de los años 20 en el Tigre? Angelelli contesta desenfadadamente que sí. De hecho, Xibalbá, el segundo espectáculo que dirige además de actuar (esta vez junto a Patricia Schaikis), es el nombre que se le da al mundo subterráneo en la tradición maya-quiché de Guatemala. Pero la obra lleva como subtítulo las siglas A.Y.O.R., que a su vez son el título de un cuento del norteamericano Leavitt. Aclara el actor y director: “A.Y.O.R. es el apócope de una expresión inglesa, At Your Own Risk que significa a riesgo propio y que se hizo conocida a través de la guía gay Espartacus, como una forma de alertar al visitante desprevenido sobre los sitios más marginales”.

EL STRIP-TEASE ESPIRITUAL
Pero el cruce de lecturas no se detiene ahí. Como en sus anteriores trabajos, Angelelli amalgama diferentes textos y universos en busca de las conexiones que le permiten sintetizar una sola historia: si de otro cuento de Borges (“La escritura del Dios”) le había impactado la figura del sacerdote azteca, “que se entrega a su destino porque percibe que forma parte de un todo que va más allá de él, que lo supera”, es un cuento de Jean Ferry (“El tigre mundano”) el que le aporta la historia de un número de cabaret que, entre otras cuestiones, le hace “pensar en el strip-tease como un rito en el que el stripper desnuda el alma, generando una comunión espiritual con aquel que lo está mirando”. En las imágenes del cuento de Ferry está el germen de los personajes que interpretan Angelelli y Schaikis en escena: un mago y su ayudante que invitan al público a seguirlos en su viaje hacia el mundo subterráneo. Xibalbá es, en este caso, un cabaret ubicado en una isla del Tigre durante los años 20, en pleno auge del esteticismo exótico del art-déco que en la moda y la arquitectura enlazaba rasgos orientales e indigenistas: “Un lugar acuático y oscuro como un vientre contenedor y maternal, donde el que ingresa pierde la identidad para produndizar en uno mismo”. En ese reducto del Tigre los permisos están a la orden del día (Angelelli lo compara con aquellos reductos que florecieron hacia fines de la dictadura, como el viejo Parakultural y el Bar Bolivia), ya que el tema que privilegia la obra es la transfiguración del hombre a partir del tránsito por zonas que permanecen voluntariamente al margen de lo instituido socialmente: “Esas fronteras donde se permite el reconocimiento de las pasiones, de ciertas libertades que conducen al conocimiento de uno mismo”. La idea es introducir al espectador en un viaje hacia lo riesgoso, por desconocido y por intenso: “El hombre y su lado oscuro, el hombre y su bestia, algo que vengo desarrollando obsesivamente en mis espectáculos. Pero esta vez también tenía ganas de trabajar sobre lo desconocido desde la concepción de Krishnamurti, es decir aquello que se ignora de uno mismo en el devenir de la vida de todos los días”.

EL CLOWN BESTIAL
Formado como actor en el ejercicio de un riguroso entrenamiento corporal y vocal tanto como en la práctica del clown, disciplina que aprendió junto a Cristina Moreira, Angelelli también es recordado por los memoriosos del primer under de los 80 como uno de los integrantes del Clú del Claun (junto a Batato Barea, entre otros), grupo imprescindible en la movida renovadora del teatro de aquel momento. De esas dos vertientes surge su particular estilo. Y, según adelanta, el clown también estará presente en Xibalbá porque para él esta técnica es inevitable para “manifestar la expresión de la propia vulnerabilidad ante la mirada del otro”. Y la mirada ajena se vuelve fundamental en este rito de transformación que, según parece, incluye hechos de violencia y actos que emulan la marca que los animales hacen del propio territorio. “El costado bestial de cada uno se manifiesta en el aprendizaje espiritual”, dice Angelelli. No hay que pensar que el actor está hablando desde una posición que linda con el ascetismo: la práctica del sexo no está para nada fuera del recorrido que proponen los personajes de Xibalbá, por el contrario. “A veces nos olvidamos de que nosotros también formamos parte del reino animal. El mago del Xibalbá se irá despojando así de sus trucos, del artificio, de su vestuario. Y su ayudante, temerosa y reprimida en un primer momento, va dejando aflorar un carácter desconocido hasta entonces, que los hace parecer dos partes de una misma cosa.”

 

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