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Música La Jon Spencer Blues Explosion en Buenos Aires

Es sólo bluesexplosion,
pero me gusta

Sus recitales son auténticas ceremonias; su música, el lugar donde
confluye todo lo que puede confluir en el rock; y la banda, una de las mejores muestras del vigor que todavía se puede ofrecer en vivo.
Señores, la Jon Spencer Blues Explosion llega a Buenos Aires.

Por Santiago Rial Ungaro

“¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAhhhh-A-A-A-A!!!!!”. Con un aullido largo y escalofriante que prenuncia un riff y un ritmo infeccioso comienza Now I Got Worry, uno de los discos de la Jon Spencer Blues Explosion. En la tradición de los grandes gritones (desde Howling Wolf y Screaming Jay Hawkins hasta James Brown e Iggy Pop, por nombrar sólo algunos especialistas del primitivo y espontáneo “primal scream”), Jon Spencer, líder de la Blues Explosion, domina el prehistórico arte del saber gritar en el momento justo: cuando es inevitable. Ese necesario grito inicial, que apunta a despertar la mente y poner en estado de alerta a todo el cuerpo (significado esencial de todo grito), sintetiza el estilo de esta especie de encarnación del Paráclito del Rock & Roll en la actualidad; es decir: Jon Spencer Blues Explosion (a partir de ahora JSBX) es sexual, adictivo y rockero. Y, si existiera un hipotético trono para el Rey del Rock, Jon Spencer podría sentarse tranquilamente en él. O prenderlo fuego y disfrazarse de bufón.

1 En definitiva, el Poder y la Gloria del rock se defienden en un único campo de batalla: el escenario, donde lo trágico y lo cómico se funden inevitablemente, donde la tecnología todavía no ha logrado reemplazar el magnetismo personal de los grandes actores. Eso es la JSBX: acción rockera. Con sus arengas permanentes, sus aullidos fulminantes y su sonido piromaníaco y distorsionado, la banda que tocará el jueves 19 en Cemento encarna uno de los componentes que definen el rock como fenómeno experimentable únicamente en vivo y en directo: la implicancia total. Por lo tanto, no hay medias tintas. Si uno acepta la hipnosis rítmica de su explosivo sonido se convierte, aun a su pesar, en un creyente del Blues Power, del que Jon Spencer es el Sumo Sacerdote. Sus devotos se cuentan entre todos aquellos que gustan de experiencias sonoras fuertes. Y Acme, su excelente último disco en estudio, grabado en 1998, se atiene a su título ofreciendo 45 minutos de efectismo sonoro, elegancia rockera, gritos, sexo, humor, sangre, sudor y lágrimas. Y música.

2 El cerebro de la JSBX es un hombre fachero y chillón llamado Jon Spencer, nacido en New Hampshire hace 34 años. Y comprender la historia de la JSBX es comprender la histeria de ese muchachón llamado Jon Spencer, que ha desarrollado una trayectoria musical desconcertante y, a la vez, efectiva. Porque si bien ahora el muchacho es el héroe, el salvador del rock&roll, antes de encontrar a sus dos compañeros de banda también fue, en un pasado no tan lejano, un perseverante sepulturero. Y lo que enterraba en cada una de las entregas de Pussy Galore (grupo del que fue líder desde 1985 hasta 1990) era el rock&roll como género putrefacto, muerto, inerte. Jon era pibe, punkrocker y pésimo guitarrista. Como todavía no había forjado su personalidad, se volcó al lado oscuro de la fuerza. Entonces lideró junto con Julia Cafrtiz, Neil Hagerty (luego en Royal Trux) y Bob Bert (primer baterista de Sonic Youth) un grupo con un obsesivo deseo de destrucción, cuyo lenguaje musical se basaba en maltratar guitarras de $ 17, aporrear tanques de nafta y gritar con una terquedad de la que poco se podía esperar, salvo algunos enérgicos riffs de hardcore-noise que apenas sugerían el talento de Spencer.
Cinco años después, Spencer había aprendido a tocar la guitarra, dio por terminado el catártico fin de semana salvaje con Pussy Galore (que alcanza su mejor forma en Historia del Rock, disco de 1990) y conoció al batetista Russell Simins (que todavía toca la misma batería de 5 cuerpos de hace 10 años) y al segundo guitarrista Judah Bauer para dar a luz la JSBX, con una formación sin bajo inspirada en los arrebatos bluseros del gran Hound Dog Taylor. Si en Pussy Galore el motor era la certeza de que el rock estaba muerto, en la JSBE Jon Spencer demuestra una profunda devoción por el espíritu del rock&roll como música vital, alegre y sexual, algo que queda plasmado en discos que actualizan y remodelan la síntesis de la música negra que alcanzaron los Rolling Stones. Tal vez por esa certeza, el rock&roll de JSBX tiene algo de magia vudú, algo tan vital como podrido, con ese aire alucinado que, según las leyendas, suelen tener todos los resucitados. Así, la fascinación de Spencer por terroristas sonoros como The Swans o Sonic Youth daría paso en los 90 a un apasionado romance con los iconos del rock&roll más exuberantes, como Elvis Presley, Little Richard o James Brown. Es que, en definitiva, del amor al odio hay un paso. De baile.

3 La metamorfosis última de Jon Spencer se va a hacer notoria en Extra Width, el tercer disco de la JSBX. Editado en 1993, el trabajo comienza con “Afro”, una contagiosa línea melódica en el que la sección rítmica demuestra cuál será el nuevo territorio del grupo: el groove. Así surge una manera de bailar nueva, cuyos epilépticos pasos confirman a JSBX como un euforizante eficaz. A esta altura, la banda ya tiene una personalidad inconfundible. Un estilo que no es ni más ni menos que una adaptación e idealización del rock&roll como mito, como fuente inacabable de energía (explosión), pero conectado con las necesidades emocionales básicas (blues). Lo que Pussy Galore negaba JSBX lo afirma con la misma vehemencia. Y lo que afirman los discos de Jon Spencer es su amor por el rock como música directa sin por eso convertirse en un purista del género: imposible imaginarse a Jon Spencer en una de esas zapadas en las que Juanse, Pappo y demás rockers locales se regodean en su fundamentalismo blusero. En cambio, los ingredientes de la JSBX incluyen salvajes arrebatos noise y riffs ultraveloces al mejor estilo hardcore, canciones country, un espíritu funky y soul propio y ciertos detalles rítmicos y climáticos que demuestran que otra de las influencias claves del trío son los Beastie Boys (el tecladista Marky Ramos Nishita es asiduo colaborador del grupo), lo que le da un toque de hip hop que hace todavía más contemporáneo el explosivo cóctel de JSBX. En 1993, la salida de Extra Width convirtió a la sección rítmica de la Blues Explosion en la banda de rock del momento. A fuerza de investigar la historia y la prehistoria del rock, Blues Explosion se convirtió en el futuro del rock. Y Jon Spencer en un Elvis Mutante, alejado de los múltiples clones del Rey, pero más poderoso que cualquiera de ellos. Como dijo el profeta más importante del Antiguo Testamento Rockero, los tiempos siempre están cambiando. Y aquel que no está ocupado naciendo está ocupado muriendo.

4 Esto pasó hace ya unos años. Hoy, para quienes los conocen, los discos siguientes de JSBX (el stoniano y orquestado Orange, de 1994, el ultragaragero Now I Got Worry de 1996 y el sonido más calmo y soul de Acme de 1998, todas con gráficas de una coherencia estética impecable) son una muestra del presente (o el pasado reciente) del rock&roll más vigoroso que confirma la teoría de Lester Bangs de que el rock es una música cuya principal característica es su capacidad para mutar e incorporar todo tipo de influencias. En palabras del Reverendo Spencer: “La Blues Explosion está muy influenciada por muchos tipos de música y estilos: blues, rockabilly, soul, rap, country, free jazz, pero lo que alimenta al grupo es el espíritu del rock’n’roll. Lo que intentamos hacer es presentar una forma ideal de rock’n’roll. Algo bizarro, sexual, salvaje y extraño. Algo como venido de Marte”. Convertido junto a Cristina Martínez (del grupete Boss Hog, también con Jon) en la parejita rockera más glamorosa y bizarra desde Kurt & Courtney, Jon Spencer es un tipo astuto y lúcido, que además de sumergirse en cada uno de sus riffs con absoluta devoción y ser un cantante poseído y lunático, ha sabido diseñarse a sí mismo y a su banda en base a su idea mítica del rock. Diseñador de las tapas de sus discos y dueño de una imagen sofisticada y ligeramente neurótica, Spencer ha sabido congeniar durante años su rol de superstar underground con su trabajo como diseñador gráfico free lance (para la revista Details), hecho que explica por qué la JSBX está tan cerrada como producto y como show. Y, para lograr esa cualidad efervescente que siempre debe tener el espíritu del rock&roll, Jon Spencer ha sabido recurrir a todo tipo de colegas, especialistas en eso de diseñar sonidos e imagen (en el mundo de la música post-MTV ambas cosas ya son inseparables). De esta forma, el músico visceral es también un diseñador y un ingeniero que sabe como rodearse en el estudio de grabación por las personas más capaces del ambiente (la lista incluye a Jim Dickinson, Dan Nakamura, Calvin Johnson, Steve Albini, Moby, Alec Empire y Beck) manteniendo a la vez las posibilidades de experimentar musicalmente con todo tipo de remixes que potencian sus explosiones. Tal vez por eso es que, al pensar en el emplemático “Hey Hey My My” (léase: “El rock & roll nunca puede morir”) del gran Neil Young, nos damos cuenta de que es imposible pensar en Jon Spencer entonando este himno, simplemente porque ese viejo cliché de “la muerte del rock” ya no figura en la agenda de obsesiones del Sr. Spencer. Olvídense entonces de la actitud de Kurt Cobain y su “Huele a espíritu adolescente”, tan nihilista, punk, y, sí, tan sintomático del rock como cultura teenager (recordemos que en su momento Nirvana destronó a Michael Jackson del Nº1 en los Estados Unidos). En la tradición de sus adorados (y viejos) bluseros y rockeros (una lista que sería interminable, y va desde el salvaje R. L. Burnside al desaparecido Jeffrey Lee Pierce de The Gun Club), Jon Spencer parece tener claro que de la trilogía esencial de sexo, drogas y rock&roll, el tercer componente es el que más tiempo dura. Jon Spencer se va a morir tocando blues. Explotando.

5 Advertencia de Jon Spencer incluida en su último disco para evitar confusiones entre los amantes del Blues Local: “Esto no es blues: ¡esto es rock&roll!”. Amén.

 

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