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Estrellita mía

 

TELEVISION El miércoles que viene empieza en la Argentina Popstars, un reality show pergeñado por el inventor de Backstreet Boys y N’Sync en el que el chiste ya no es ver cómo los habitantes de La Casa se hacen mil y una perradas sino cómo se prepara un grupo de chicas para convertirse en una megabanda pop, con disco y gira incluida. En el resto del mundo, las versiones locales ya trepan a las cimas de los rankings y tienen videos en MTV. Acá, tiembla Natalia Oreiro.

POR MARIANA ENRIQUEZ

La historia de la joven talentosa y anónima descubierta y convertida en estrella ha sido tema favorito de los guionistas desde siempre. Es Nace una estrella de Barbra Streisand, es La Cenicienta, es Pigmalión, es un cuento de hadas. La industria de la música dejó de ser un cuento de hadas hace mucho tiempo, pero sigue siendo desde el cual una chica sureña que canta moderadamente bien y tiene un cuerpo precioso puede convertirse en Britney Spears. El equivalente del zapatito de cristal es hoy el casting. Y de eso se trata precisamente “Popstars”: de tomar cinco chicas de un enorme casting y seguirlas en todo el proceso que las lleva de imitar a Cristina Aguilera en su habitación hasta las ventas millonarias y la adoración colectiva. O por lo menos eso pretende. Y por supuesto, de paso corporiza un gran negocio para todos los involucrados y, con suerte, también para la futura estrella. El canal de TV que lo emita tendrá un programa con mucho rating y la discográfica un nuevo grupo pop especialmente diseñado de acuerdo a sus necesidades. Lo que “Popstars” trata de hacer es construir un grupo pop exitoso (cosa que le cuesta millones a las compañías todos los años), y el programa les dará un producto terminado, que el público conoce, y con todo el pre-marketing completo. También, claro, les cumplirá el sueño a las chicas danzarinas. Con suerte, todos quedarán contentos, de forma efímera, pero así es el cruel mundo del espectáculo. “Popstars” también sirve para desnudar el procedimiento de la industria del entretenimiento: crear estrellas pop es el equivalente de la producción en masa de automóviles. “Popstars” toma el proceso de manufactura como tema, y lo convierte en un reality show.
En la Argentina, todo comenzará el próximo miércoles a las a las 21 por Azul Televisión. Desde la segunda semana tendrá dos emisiones, sumando los viernes a la misma hora. La productora que compró el programa (se trata de un formato-marca como “Gran Hermano”/”Big Brother” o “Expedición Robinson”/”Survivor”) es RGB, es decir, Gustavo Yankelevich. Las cámaras siguen a las chicas durante todo el proceso, desde el casting, pasando por la convivencia durante el entrenamiento hasta la grabación del disco y un megarrecital. La compañía que lanzará a la banda a fin de año es BMG y el jurado que seleccionará a las futuras famosas está presidido por Afo Verde, director artístico de la multinacional y productor de Xuxa; Natalia Oreiro y Marcela Morelo, entre otros. Lo acompañan Pablo Ramírez (manager de Los Nocheros y de Luciano Pereyra) y Fernando López, que escribió canciones para Natalia Oreiro y probablemente escriba el futuro hit de las popstars). Todo lo que no se vea por Azul estará en The Disney Channel (un canal Premium, que funcionará como el DirecTV de “Gran Hermano”) de lunes a viernes a las 20 con conducción de Verónica Lozano. Serán de 18 a 20 capítulos hasta fin de año: las chicas sudarán sangre, aprenderán a bailar, probablemente pelearán, recibirán (o no) el apoyo de sus padres y, con suerte, alguna romperá en lágrimas seguido, exhausta. Ya se hizo un casting masivo en el estadio de Ferro adonde concurrieron 2700 chicas.
De éstas irán quedando 1500, luego 1000 y así hasta las 25 que convivirán en La Casa trabajando en grupo, hasta que al final queden las 5 triunfadoras. El último capítulo será un megarrecital en teatro a confirmar. Gustavo Yankelevich, que se tiene fe, cree que podrá lograr un rating de dos dígitos y continuar la saga con “Popstars II” y “Popstars III” (en las nuevas versiones se armarán un grupo de chicos y después uno mixto, o al revés). Entre productores, discográfica y multimedias se habla “del derecho a la oportunidad”, la “búsqueda de talentos”, “los sueños y ganas de las chicas”, pero también se concede que la idea es internacionalizar “el producto en la región”, continuar en Brasil y México y, en fin, hacer lo que se está haciendo con “Popstars” en todo el mundo: el programa tuvo y tiene versiones considerablemente exitosas en casi toda Europa, Canadá y Asia.
Crear un grupo pop desde un programa de TV no es nuevo. The Monkees lo lograron en los 60, y ahora se está hablando de una reunión de estos veteranos, dada su condición de pioneros. Hace 20 años, el programa “TheBig Time” siguió a la olvidada y olvidable Sheena Easton mientras hacía audiciones con EMI y grababa su primer simple, pero era algo pasivo: la TV observaba el proceso en vez de ser una parte de él. “Popstars” es diferente y sintetiza dos fenómenos relativamente nuevos: el pop adolescente pre-fabricado y los reality shows. Como idea que resume el imaginario adolescente, es notable. Como negocio, debería ser redondo. A otros, por lo menos, les funcionó bastante bien.

EL HENRY FORD DEL POP
A Lou Pearlman le gusta que le digan Papá Grande, un poco porque quiere a sus chicos como hijos, otro poco porque es gordo, como un Papá Noel sin barba. En los 80, Lou Pearlman tenía una compañía de aviación bastante próspera. Clientes habituales eran los New Kids on the Block: a Lou le llamaba la atención todo el dinero del que disponían los jovencitos y que pudieran alquilar como si nada sus aeronaves. Cuando los vio actuar frente a adolescentes histéricas, Lou vislumbró la gallina de los huevos de oro y no dudó: cambiaría de profesión. Desde entonces se dedicó, con base en Orlando, Florida, a fundar una discográfica-compañía cazatalentos (Transcontinental) e inventar boy bands.
No le fue nada mal. Su primera creación fueron los Backstreet Boys. La segunda fue N’Sync. Entre los dos vendieron 50 millones de discos. Ambas bandas traicionaron a Papá Grande y abandonaron Transcontinental porque los contratos leoninos que firmaron los obligaban, entre otras cosas, a dejarle el 50 por ciento de las ganancias al jefe. Además hay que recordar que estos chicos no ganan nada en royalties, porque sencillamente no escriben sus canciones. J.C. Chasez, de N’Sync, dijo de Pearlman que era un empresario “inescrupuloso, sofisticado y avaro”. Pearlman niega semejante cosa y dice que en realidad “lo que pasa es que los abogados les llenan la cabeza a los padres de los chicos”. El disco post-Pearlman de N’Sync se llamó No Strings Attached (“Sin ataduras”) y vendió 2 millones de copias en una semana, sobrepasando al disco post-Pearlman de los Backstreet Boys, Millenium, que vendió un millón de copias en el mismo plazo.
A Lou se le escapaba el negocio de su vida. Era evidente que no podría reproducir la fórmula sin una vuelta de tuerca, así que, tras agitadas reuniones con su plantel de Transcontinental, tuvo una idea que no sólo le garantizaría una nueva boy band sino también un programa de TV y una dulce venganza. El programa se llamó “Making the Band” y desnudaba la creación de una boy band, de una estrella pop, reduciendo a cero, de paso, toda credibilidad “creativa” de sus ex alumnos.
“Making the Band” se vio en Estados Unidos el año pasado, y no fue un enorme éxito, pero tampoco fue un desastre. Los productores fueron MaryEllis Bunim y Jonathan Murray, los creadores the “The Real World” de MTV, el primer reality show televisivo. “Making the Band” sigue a un grupo de jovenzuelos en su camino a la fama, desde las megaaudiciones (que incluyen imágenes de ternura paternal como la de Lou Pearlman descompuesto de risa ante desafinaciones varias y nervios y lágrimas de los postulantes) hasta que 25 de ellos son trasladados a Orlando y puestos a convivir. Después quedaron 8. Pronto quedaron 5 y se armó la banda, bautizada con el dudoso nombre de O-Town (bautizada por Lou, claro: los chicos no toman ninguna decisión de ninguna clase, nunca). El programa es una mezcla de concurso de belleza con “Gran Hermano” más Fama más A Chorus Line y grandes dosis de campamento militar, con métodos de humillación y premio. Por ejemplo: dos de los chicos deciden salir a la noche con otras dos chicas de otra banda que también está construyendo Lou en alguna otra casa de Orlando, tierra de Disney. Se quedan hasta tarde afuera (tarde en el universo Pearlman es 11 de la noche). Cuando vuelven, los productores los humillan de todas las formas posibles. “Todavía no son estrellas”, les dicen. “Son ratas de laboratorio”, les insisten. “Son reemplazables”, machacan. Los chicos no se rebelan, vaya a saberse por qué. ¿Porque piensan en el dinero? Difícilmente. Los capítulos dedicados a las negociaciones por elcontrato dejan en claro que: a) no hay mucho para negociar; b) sus sueldos son ínfimos y Lou no se echará atrás ni entregará un peso más del que cree que los monstruitos merecen. ¿Porque quieren cumplir su sueño de ser famosos? Probablemente, y por eso “Making the Band” es tan divertido y al mismo tiempo triste, e incluso cruel. Por el momento O-Town no consiguió un gran éxito. Pero el programa se puede ver por MTV algún que otro fin de semana. La escuela de estrellas de pop de Pearlman enseña desde cómo armonizar hasta como tratar a los medios. Tienen coreógrafos, estilistas, vestuaristas, fotógrafos, coachs vocales, distintos productores y, por supuesto, compositores. El método de casting se hace de acuerdo con estos cinco arquetipos: el rebelde, el agradable, el lindo, el étnico y el simpático/fiestero. Fiestero en el sentido de que le gusta divertirse: de sexo no se habla. Después de todo, hay que venderles estos chicos crecidos a las preadolescentes, y el pop de las boy bands actuales infantiliza la sexualidad, por cuestiones puramente de marketing. “Todo es arcilla”, explica sin ningún escrúpulo Franck Sicoli, el vicepresidente de Transcontinental. “Alguien viene con su talento natural y lo moldeamos. Es así de sencillo.”

PLASTILINA POP
“Popstars” tiene el mismo formato que Making the Band, sólo que las estrellas que crean son mujeres, y siempre 5. Nació en Australia, en el canal Seven Network, y llegó a capturar el 52 por ciento de la audiencia. La banda acabada se llamó Bardot. Este grupo era tan sintético que, nuevamente, ni siquiera pudo elegir su propio nombre: se decidió por voto popular, de la misma manera que se elige quién se va de la casa. El primer simple, “Poison”, llegó al tope de los rankings en Australia y Nueva Zelanda. Pero el segundo single sólo alcanzó el puesto 14 y un tour por Nueva Zelanda debió ser cancelado porque apenas se vendieron entradas. El tercer simple, sin embargo, (“These Days”) llegó al 1 otra vez. En este momento las chicas están re-negociando su contrato: nuevamente, no escribieron las canciones, así que no sacan nada en royalties. Por eso, dicen, quieren escribir alguna canción en el segundo disco. En el 2000, las Bardot tuvieron sólo 10 días de vacaciones, pero ni con ese ritmo lograron convertirse en la segunda venida de las Spice Girls.
En Inglaterra, mercado más acostumbrado a aceptar el pop pre-fabricado, “Popstars” fue un éxito sin precedentes. Los 13 episodios del reality show tuvieron ratings pasmosos y momentos de alto dramatismo, sobre todo porque el svengali principal y productor del programa, Nigel Lythgoe (apodado “El Malvado” por los tabloides), humilló a chicas y chicos por TV de forma inédita. Uno de los favoritos del público, Ian Harvey, fue despreciado por Nigel porque parecía “un mecánico de cuarta”. Ian era el candidato de la gente de cualquier modo, así que otro empresario vio el filón y ya le consiguió un contrato. La banda que resultó se bautizó Hear’Say. Un capítulo antes de la definición, Kym Marsh, una de las seleccionadas, admitió tener dos hijos (cosa que le había ocultado a los productores, aparentemente), y eso elevó los ratings a la estratosfera. ¿Sería Nigel “El Malvado” tan malo como para dejarla fuera por ser madre? Claro que no. Como guión, fue perfecto. Si fue real, no tiene la menor importancia. Hear’Say (que a diferencia de la mayoría de las versiones del formato en el resto del mundo es un grupo mixto) llegó al número 1 con su primer simple, “Pure & Simple”, la canción más vendida en la historia de la música pop inglesa. Hasta Tony Blair consideró llamarlos para que lo ayudaran en su campaña, pero sus asesores le aconsejaron que desestimara la idea. Siete meses después de su lanzamiento (el programa terminó en febrero), Hear’Say ya no está vendiendo ni simples ni tickets para su tour nacional. Las ventas se enfrían a medida que la gente se olvida de la serie. El famoso productor Waterman, que en los 80 se encargó de inventar a Kylie Minogue y a Rick Astley, explicó que era inevitable que la burbuja estallara. “No podía durar porque la banda no es real. No es musical. Todo el mundo los vio actuar y no hay intriga. Tuvieron éxito por el programa,pero una vez que se terminó no hay forma de reproducir eso.” A los que les va un poco mejor es a los otros cinco finalistas, los que no lograron formar parte de Hear’Say. Richard Branson (el magnate detrás de Virgin y ahora al frente de V2) los reunió, les puso un nombre adecuado (Liberty) y empezó a promocionarlos como una banda de rhythm & blues y funk. En este momento venden más que Hear’Say.

POST-POP-STARS
Cuando un formato que funciona es descubierto, no hay por qué no buscarle variantes, parecen concluir los productores. En todo el mundo, la producción en serie de estrellas pop ya está en decadencia, de la misma manera que las segundas partes de “Gran Hermano” y demás aquí y en todas partes. En el caso de los grupos producidos por “Popstars”, muchos productores planean disolver las bandas y crearles a los miembros más carismáticos carreras solistas. Cuando ese filón también se acabe, ya hay ideas nuevas, y dos acaban de ponerse en marcha. Se trata de “Search for a Supermodel” (“Búsqueda de una supermodelo”), que es “Popstars” pero en el que se busca una modelo (es decir, es un concurso de belleza, pero en formato de reality show, y probablemente se vean las dietas y balanzas y maquillajes y producciones fotográficas) y “Soapstars”, una idea de productores ingleses que consiste en buscar actores o no-actores para una futura soap-opera (es decir una telenovela, es decir un programa de TV) y repetir la idea de siempre sólo que el resultado no será una modelo ni una banda pop sino un elenco de actores. Y lo interesante, en cada uno de los casos, ya no es el resultado sino el proceso.

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