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MI MUNDO PRIVADO

Territorios Como demostró el último censo, se cuentan de a miles los casos de familias que abandonaron la vida en la ciudad para refugiarse en los numerosos countries, barrios privados y ciudades satélites que proliferan en las afueras de Buenos Aires. La socióloga Maristella Svampa decidió investigar este fenómeno en un libro sobre la clase media argentina que sintomáticamente se llama Los que ganaron, y en el que registra las nuevas costumbres, el impacto en los chicos, el lugar de la inseguridad en esta transformación social y las extrañas relaciones que los de adentro establecen con los de afuera.

Por CLAUDIO ZEIGER

Aunque nunca antes de escribir su libro había pisado un country o las instalaciones de un barrio privado, Maristella Svampa ya tenía la fuerte sospecha de que en estos sitios cerrados al gran público se estaba erigiendo uno de los emblemas más fuertes de los últimos diez años de la Argentina. La vida cotidiana se ha ido privatizando al calor de la privatización de las grandes empresas estatales. La desigualdad social creció y la violencia también. La inseguridad se convirtió en un tema central para los que todavía tienen algo –poco, mucho o muchísimo– que perder. Y, como si esto fuera poco, sospechaba Svampa, la vieja y venerada clase media –que parece una invención mítica tan argentina como el dulce de leche– definitivamente se ha partido en dos y difícilmente volverá a soldarse. Dentro de la clase media, cree Svampa, están lo que perdieron y están los que ganaron.
Dispuesta entonces a investigar qué fue de los que ganaron, fue a visitar a los ganadores en su propio terreno. Estos terrenos reciben diferentes denominaciones; algunas se refieren a viejas formas de agruparse que se dieron la aristocracia criolla desde los años 30, como los countries, y otras son más recientes y, si se quiere, con nombres más “técnicos”: barrios privados, condominios, y hasta los megaemprendimientos más recientes como el proyecto de pueblos privados (o, como se los suele llamar, “ciudades satélites”, como la del Nordelta). Todas las opciones convocan cierta lírica bucólica y ofrecen las ventajas de vivir en plena naturaleza y –bajando un poco más a tierra– la seguridad de estar protegidos en un sitio donde no hay delincuencia ni, en líneas generales, pobres a la vista. Pero desde luego, hacia el interior de estas burbujas presumiblemente asépticas las cosas no son tan simples ni tan bucólicas y la pobreza suele acechar, no tan lejos como se pretende, en un mundo exterior por donde, tarde o temprano, hay que asomar la nariz. El resultado de todo esto es una de las investigaciones sociológicas más originales y estimulantes de los últimos tiempos plasmada en el libro Los que ganaron (la vida en los countries y barrios privados), producto del trabajo de investigación realizado por un equipo encabezado por Svampa en el marco de la Universidad Nacional de General Sarmiento, junto a las estudiantes avanzadas de Sociología Mariana Barattini y Marina García y Carla del Cueto, socióloga becaria del proyecto.
Maristella Svampa es licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba y doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Se había especializado en la crisis del mundo popular y la crisis del peronismo (La plaza vacía. Las transformaciones del peronismo) y reconoce que el cambio de enfoque se hace sentir a la hora de programar una investigación que incluye entrevistas, visitas a los lugares donde transcurre la acción y lo que en el ámbito académico se suele denominar trabajo de campo (en este caso, unas cien entrevistas con personas residentes en countries y barrios del conurbano).
“En los años noventa, el gran tema que recorre la sociología argentina es la nueva pobreza. Los sociólogos generalmente hacemos trabajos que tienen por objeto a los sectores populares, y muy raramente a los sectores altos. De ninguna manera fue fácil entrar al country. A través de amigos y colegas obtuvimos los primeros contactos porque así como casi todos nosotros conocemos gente que se ha empobrecido, también conocemos gente que ha ascendido socialmente y tuvo la posibilidad de acceder a un nuevo estilo de vida. Una vez que estuvimos adentro de los barrios privados, les pedimos a los mismos residentes si nos podían sugerir el nombre de una persona que viviera allí o en otro country para poder continuar la investigación. Las entrevistas ciertamente no fueron fáciles porque implicaban cierta violencia, sobre todo cuando abordábamos el tema de la segregación espacial. La gente reaccionaba con un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza, y esto tiene que ver con que la segregación espacial es absolutamente novedosa en la Argentina. No lo podemos comparar con el estilo de vida country de los años 30 o 50 o inclusive de ladécada del 70, que estaba ligado al esparcimiento de los fines de semana. Lo puedo ejemplificar con una anécdota personal: hace unos meses estaba dando clases en el exterior y un sociólogo mexicano me preguntó sobre qué tema trabajaba yo. Cuando le conté que estaba investigando sobre los barrios privados, él me miró con cierto desconcierto y me contó que vivía en DF en un barrio privado. Para él era un tema que no tenía ninguna novedad. En México, y en casi todos los países latinoamericanos, la distancia entre las clases sociales está totalmente naturalizada. Entonces cada vez que yo tenía que hacer una presentación del tema debía explicar que aquí es algo novedoso porque Argentina viene de un pasado donde hubo un modelo más igualitario y con espacios urbanos, como los barrios, mucho más integradores. Los countries y los barrios privados establecieron una ruptura muy fuerte entre los de adentro y los de afuera, los semejantes y los diferentes. Yo analicé el caso de barrios privados y countries porque su expansión es una de las dimensiones más radicales del proceso de privatización que vivió el país desde hace poco más de diez años”.

VAMOS AL COUNTRY A DESCANSAR
En la llamada década infame, que para unos pocos también fue dorada, surgió el primero y más señorial de los countries nacionales, el Tortugas, para el disfrute de fin de semana de la crème de la crème, o, para caracterizarlo con más rigor, la elite dentro de la elite. Años después aparecieron el Hindú Club, el Highland y otros clubes de campo exclusivos enclavados en la zona norte de Buenos Aires. El boom inmobiliario de los años 70 y la creciente inseguridad a causa de las acciones guerrilleras fueron dos buenas razones para que la vida en los countries se convirtiera en una opción para un importante sector de la clase media alta. Las opciones empezaron a ramificarse y también a llevar nuevas preocupaciones hacia el interior de estos enclaves privados, que ya no eran simples apéndices recreativos de los aristócratas. A todo esto, y tal como se relata en las páginas de Los que ganaron, “a fines de los 70, durante la época de la ‘plata dulce’ producto de la política económica de la última dictadura militar, los ‘yuppies’ llegan al country. En su lucha por apropiarse de los símbolos de la distinción social, aparecen entre los principales promotores de la ‘carrera de las casas’, como nos dice un entrevistado, junto con la ‘carrera de los autos’ y los viajes al exterior. La época aparece como la consagración de un modelo de ostentación en el cual la ‘mujer country’ también se convierte en un bien suntuario más. En suma, hasta aquí, el estilo de vida country continuaba siendo un fenómeno restringido”.
Ahora bien, desde finales de los 80 y hasta nuestros días, el panorama cambió radicalmente. Con el vértigo que el menemismo pareció inyectarle a todo, también llegó la urgencia a la onda verde (la deserción de gente de la ciudad a los countries, por ejemplo, es un dato significativo revelado en el último censo). Entre countries, barrios privados, chacras y ciudades satélites hay casi 500 emprendimientos de urbanizaciones cerradas en la región metropolitana de Buenos Aires. Mientras que en 1994 había sólo 1450 familias asentadas en estos lugares, en apenas dos años creció a 4 mil.
“El estilo de vida country está estandarizado y es una oferta inmobiliaria ofrecida al cliente hasta el último detalle y que retoma valores ligados a la calidad de vida”, cree Maristella Svampa. “¿Quién puede negar lo bueno que es estar en contacto con la naturaleza? Son los valores llamados posmaterialistas, que fueron difundidos sobre todo por la clase media desde los años 70 y conocidos como la new age. Pero luego fueron mercantilizados por completo. Son valores que también representan las aspiraciones de una población que al mismo tiempo se ve amenazada en su seguridad. Lo que hay que subrayar en el caso argentino es el carácter frenético e hiperbólico del fenómeno: en diez años hubo una huida hacia los countries y los barrios privados que uno podría comparar con la misma lógica del modelo neoliberal, porque si algo caracteriza a la aplicación del neoliberalismo en Argentina desde finales de los 80 es su carácter vertiginoso, tan vertiginoso como la huida de los sectores medios y altos al campo alegando falta de seguridad.”

DE PUERTAS ADENTRO
¿Cuáles son los conflictos que se han generado con la incorporación de nuevos vecinos, se supone que no tan señoriales como los primeros habitantes?
–En los countries más antiguos, las nuevas generaciones de entre treinta y cuarenta cinco años traen nuevos intereses, sobre todo ligados a la socialización de los hijos. En cambio, los viejos residentes siguen con la idea de que sea un estilo de fin de semana ligado al esparcimiento. Les preocupa el golf, no la guardería. En los countries recientes se observa que las problemáticas ligadas a la organización del espacio privado aparecen en estado puro, exacerbadas. Hay un exceso de reglamentación, y en los barrios privados también se encuentra una voluntad de fundar una nueva sociedad en base a nuevas reglas. Esas reglas encarnan todo lo que ellos rechazan de la sociedad externa, que es una sociedad amorfa y desorganizada. Casi todos ingresan con unas enormes expectativas al country, con una idea de regular mejor la vida. El problema es que pudimos constatar que en la mayoría de los lugares esas reglamentaciones se violan constantemente.
En el libro se narran casos muy frecuentes de vandalismo infantil en el interior de los countries. ¿Por qué cree que se producen?
–Tiene que ver con el modelo de socialización que proponen los countries: la autonomía protegida. Dentro de sus márgenes se desenvuelven con libertad. Ahora bien, esta autonomía protegida implica una explosión precoz de la libertad, que afecta a los chicos de ocho o diez años. El control familiar se relaja. Como el entorno es seguro los padres se despreocupan. Esto produce en algunos casos ciertos efectos perversos, como el vandalismo infantil. Está exacerbado porque este estilo de vida existió siempre en los countries, pero estaba limitado a los fines de semana, y ahora es a tiempo completo. Nosotros nos encontramos con casos de vandalismo infantil de chicos de nueve años en un country, doce casos en poco tiempo, donde los chicos entraban a las casas recién terminadas y las dañaban, y hay episodios frecuentes de vidrios rotos y muebles arrojados a la piscina. Todos los padres tienen problemas en la relación con los hijos y vamos a encontrar este problema en otros lugares, pero en los countries tiene consecuencias mayores precisamente porque el estilo de vida afloja el control por parte de los padres.
Hace poco hubo un debate acerca de la existencia de capillas dentro de los countries. De hecho, muchos curas se oponen porque lo creen elitista.
–Es muy común encontrar capillas en el interior de algunos countries. Esto ocurre en el Tortugas y también en algunos nuevos countries. Hace un año, aproximadamente, el obispo Casaretto no dio autorización para hacerlo en unos barrios privados argumentando que esto aumentaba la segregación social y que lo mejor era que estos residentes creyentes se integraran yendo a las iglesias de los alrededores. En algunos countries muy elitistas hay también un núcleo católico muy duro, y obviamente no les hace ninguna gracia ir a los barrios del entorno, que en general son barrios pobres con un gran contraste social y que les resultan peligrosos.
¿Qué consecuencias cree que puede traer a la gente el hecho de vivir aislados tanto de lo bueno como de lo malo del resto de la sociedad?
–Para los padres jóvenes que son los que en los últimos años protagonizaron esta huida a los barrios privados todo esto tiene aún el sabor de la novedad. Pero con sus hijos ya no va a suceder lo mismo, porque ellos son socializados en un espacio muy homogéneo en el cual desarrollan contacto con algunas categorías sociales y con las otras tienen unas relaciones muy estereotipadas, como sucede con las mucamas y los jardineros. O los pobres, que son objeto de donaciones porque en los countries hay una fuerte cultura de la beneficencia. El pobre aparece comoel destinatario de la beneficencia pero nunca se tiene contacto real con él. Al pobre no se lo ve. En las escuelas privadas se organiza el non uniform day donde los chicos están obligados a llevar alguna donación que se destina a gente de la población en la que se encuentra el country. Pero ese contacto con el otro es virtual. Una señora que trabaja como secretaria y vive en uno de los countries más elitistas me contó, bastante avergonzada, que escuchó a sus hijos mientras jugaban y que refiriéndose a una situación determinada decían: ¿Si pasa tal cosa, es hombre, mujer o mucama? La mujer, incómoda, intervino para aclararles el equívoco, pero los chicos insistían con las tres categorías. Para ellos la mucama era otra categoría. Viven en un universo de semejantes donde los diferentes pasan a ser otra cosa con la cual casi no hay contacto. El otro problema con los chicos es que no saben moverse afuera, en la ciudad. Desarrollan un miedo y una inseguridad exacerbados. Estos nuevos enclaves cerrados generan una estructura psicológica distinta. Hacia adentro es la seguridad total y una sensación de libertad que también suena exagerada. Se olvidan las llaves, dejan todo abierto. Pero una vez que se traspone la puerta del country es el temor acrecentado. Hay desmesura en los dos lados: en la libertad y en el temor.
Después de haber hecho esta investigación, ¿viviría en un country?
–No, la verdad que no. El contacto con la naturaleza está bien, pero prefiero la sociedad abierta y sus enemigos.

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