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SUPLEMENTO DE HUMOR DE PAGINA/12

 

 

Un país es como una casa, lector, con sus alegrías, tristezas y momentos cotidianos. En una familia hay gente que trabaja, parientes que vienen a tomar el té y no traen ni una facturita, abuelas que amasan para que coman otros, cuñados que manguean, hijos, bocas que alimentar, nona que protesta, de todo. Y en nuestro país, en nuestra familia, hemos llegado a un punto en el que tenemos que ser muy serios, detallistas y puntillosos para llegar a fin de mes, no podemos darnos el lujo de gastar con la generosidad que nuestro país ha demostrado en los 190 años de su historia: nuestros senadores, sólo por dar un ejemplo (o por no dar un ejemplo), son “for export”, si no en sus habilidades para llevar el país hacia un destino de gloria, al menos en la destreza con la que consumen los haberes de la patria en el intento. ¡En California, en Suiza, en Washington D.C., en Pekin, en Burundi, en Burkina Faso, todos envidian a nuestros lores, o al menos a los presupuestos per cápita que supieron conseguir!
Y la verdad, el gobierno hace sus cuentas, y los números no cierran, entonces cada vez se debe más plata, y a los acreedores no les gusta que por un lado les pidamos guita desesperados, y al mismo tiempo, a la hora de hacer política, no nos fijemos en gastos y les digamos a nuestros políticos: “Sí, querida, cómo no, comprate lo que quieras, total sacamos un crédito y listo. Y después cuando nos vaya mejor lo devolvemos y chau”. Pero claro, para que nos vaya mejor y podamos devolver la plata, los políticos deberían gastar menos y usar más la neurona en beneficio de todos, ¿no? ¡Y si no les da, nos hubieran avisado antes de las elecciones, así elegíamos a otros!
Porque al paso que vamos, si no ahorramos un poco de plata y nos la ingeniamos para hacerla rendir, vamos a tener que esperar que algún otro país se muera y nos deje una herencia. Por ahora, no hay noticias de que el tío Sam, por ejemplo, nos haya incluido en su testamento, así que, ¡habrá que achicarse, nomás!
Hasta el sábado que viene, lector.

Rudy

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