Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

 

SUPLEMENTO DE HUMOR DE PAGINA/12

 

 

¡Quédese en Sátira para ver! Sí: ete, ete, ete e mi suplemento. El consejo está clarito, cuando hay sol y cuando llueve, bailemos con el gauchito, de Sátira nadie me mueveeeeeee... A las doce, a las quince, a las dieciocho y las veintidós, los seres civilizados, encendemos el televisooooooor...
Cincuenta años, lector, qué digo lector, querido televidente, que a la derecha de su pantalla, señora, íbamos a un corte y una quebrada y enseguida volvíamos, contestábamos: “¡Con seguridad!”, dábamos en el blanco con extracto de blanco, nos divertíamos y sonreíamos con la “Feria de la alegría”, estábamos juntitos, baubaubauba, juntitos, juntitos, baubaunauna, un hombre con su esposa, cuatro hijos y hasta el tío solterón. También éramos Pepe Curdeles (abogado, jurisconsulto, ladrón de gallinas y manchapapeles), Narciso Bello y el gitanillo Pepe Luis, o decíamos: “¡Cómo nos falló el horóscopo!”.
El flequillo era de Marrone y después fue de Balá, mientras en los “Titanes en el Ring”, símbolo absoluto de un país (nada era lo que parecía ser), al Mercenario Joe no lo quería ni su padre ni su madre, pero Pepino era un gran payaso, la Momia un luchador sordomudo, Tenembaum nos traía los recuerdos de Israel, el Indio Comanche tenía dedos magnéticos, Don Quijote y Sancho Panza iban en pos de la justicia, iban en pos de la esperanza; era un fuerte el Coreano Sun, pegaba con karate pero sin piedad y, por supuesto, el campeón mundial indiscutido era Martín Karadagian. Aunque la posta siempre la tenía Tato Bores.
Hijitus se convertía en Superhijitus gracias a su sombrero sombreritus, pero antes, en “El club de Anteojito y Antifaz”, ¡te divertirás!, mientras Payasín, el muñeco inventado por Don Polilla, competía con Tatín y Chiribín por el público infantil, aunque la pandilla unanatú tenía su público también. Elmer van Hess era bueno, en cambio Frederik era un malo, y del Doctor Mortensen mejor ni les hablo. Elmer volvió de la muerte, hizo un pacto con los brujos, fue Drácula, sátiro, robot, y hasta hizo de diversos nazis en “El monstruo no ha muerto”.
El Capitán Piluso era la cita a la hora de tomar la leche. Desde afuera llegaban Gilligan, los Locos Adams, El Superagente 86 y ¡Santa Merienda, Batman!
Se polemizaba en el bar. Y Fidel no tenía barba sino nariz, e inventaba cualquier cosa. Los domingos eran de mi ciudad, pero después pasaron a ser de los colegios. Hubo “Sótano Beat”, “Alta Tensión” y “Música en Libertad”. Telenovelas. Y todo, todo eso, en blanco y negro, sin control remoto, con estabilizador, o las agujas de tejer enganchadas en una papa a la manera de antena. Los reality shows, los talk shows, los politically correct shows, no existían. Ni videocasetes había. Menos que menos, cable. Los sábados eran circulares, continuados, de la bondad, pero siempre, siempre, tenían superacción.
Estamos hablando de algunas, pocas, muy pocas cosas, lector, porque es imposible resumir 50 años en cuatro páginas. Medio siglo de grandezas y miserias. De ratings y afectos. De la CNN y la guerra vista por tevé. Del fútbol y de la hinchada cantando: “OoOooó, qué papelón, están bailando para la televisión”. Del vivo y en directo, del Chepibe, Leoncio, la palomita, Chipi, Petete, Calculín. Y también de ahora, de “Los Simpson”, “Seinfeld”, la corrupción vista desde la cámara oculta, los almuerzos, los sorteos.
Con cariño y bronca, ya que no podía ser de otra manera dada la contradicción en sí misma que es la tele, va este suplemento sobre el medio siglo de la pantalla chica.
Hasta el sábado, lector.

Rudy

DANIEL PAZ

KIOSCO12