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LA RIOJA
Parque Nacional Talampaya
Murallas de fuego

Junto
con el vecino Valle de la Luna, en San Juan, Talampaya acaba de ser
declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Una travesía por
este parque triásico de extrañas formaciones de arenisca y un cráter
de tres kilómetros que alberga la �Ciudad Perdida�. Uno de los paisajes
más antiguos y espectaculares de toda la Argentina.
Por Julián
Varsavsky
Segundos
antes del alba, la solitaria ruta 26 hace una larga U alrededor
de la Sierra de Sañogasta, y el primer rayo del sol enciende
de rojo un cerro en la lejanía. Un camino que sale a la derecha
nos conduce hasta el portal de madera a la entrada del parque, donde
corretean unas perdices. Atravesamos una gran llanura de arena y piedras
casi sin vegetación donde apenas hay unas viejas
ramas blanquecinas que de lejos parecen esqueletos. El viento zonda
crea pequeños remolinos de arena roja mientras el ambiente nos
remonta a épocas arcaicas. Al fondo, se levanta una Gran
Muralla, tan majestuosa como aquella de Oriente; un farallón
de fuego rojo como la arena del camino.
Estamos recorriendo el lecho seco del río Talampaya, que encierra
250 millones de años de historia geológica... acaso el
mismo por el cual reptaron los primeros anfibios al emerger del agua.
Allí donde hoy se observa un lagarto somnoliento, hace millones
de años transitaron los primeros dinosaurios (aquí se
descubrió al Lagosuchus Talampayensis, uno de los más
antiguos jamás encontrado). Finalmente, el hombre también
dejó su testimonio cincelado en antiquísimos petroglifos
y utensilios encontrados en una caverna.
Unos 300 metros antes de llegar a la oficina de informes del guardaparques,
aparece un solitario ejemplar de algarrobo con 600 años
de vida, una cifra insignificante comparada con los números
que se manejan en Talampaya (hace un lustro se encontraron quince tortugas
gigantes de 220 millones de años).
La travesía por el cañón se realiza en camioneta
y con la presencia de un guía. En la Puerta del Gran Cañón
descendemos del vehículo para observar los petroglifos con
imágenes de hombres, guanacos, pumas y ñandúes
y morteros cavados en la roca que pertenecieron a las culturas Ciénaga
y Diaguita (siglos III al X).
El recorrido en camioneta continua al pie de un descomunal paredón
de 150 metros de altura, detrás del cual aparecen dos cóndores
volando en paralelo. La siguiente parada es en el Jardín
Botánico, un bosquecillo de 500 metros de flora autóctona
que contrasta con la aridez de todo el parque. Allí están
el algarrobo, el chañar y el molle con su penetrante aroma,
cuyos tonos de verde se combinan con el rojo del paredón que
interrumpe la vegetación de manera abrupta. Allí el agua
de lluvia creó en la pared un gran hueco cilíndrico vertical
de la base hasta la cima llamado La Chimenea.
En el camino surgen caprichosas formaciones y solitarias columnas sosteniendo
una gran roca en lo alto. En la lejanía parecen erigirse ciudades
medievales amuralladas, catedrales góticas, monasterios budistas
sobre una colina, y esfinges rojas esculpidas por el tiempo. La mente
evoca el Alcázar de Toledo, las Torres de San Giminiano, el palacio
Potala del Tíbet, los templos de Meteoras y un obelisco egipcio
de Lúxor.
Una tropilla de burros nos espera a la entrada de Los Cajones, donde
el cañón comienza a estrecharse. A los costados del camino
hay grandes derrumbes que parecen resultado de un tremendo bombardeo.
A medida que el sendero se angosta, la camioneta ya no puede avanzar
más y debemos seguir a pie a la vera de un arroyito,
entre dos paredones que se acercan entre sí como si fuesen a
aplastarnos. La sombra acentúa el rojo y tras una curva aparece
a nuestros pies la fuente de la cual brota entre dos piedras el agua
del manantial.

La
historia de la Tierra Talampaya es un viaje al inicio de los tiempos;
un desolado parque triásico de 215.000 hectáreas donde
pareciera que en cualquier momento surgirán volando tras los
murallones un grupo de terodáctilos. En sus repliegues están
escritas algunas páginas del libro de la historia del planeta,
desde la época en que el globo era una masa incandescente que
poco a poco comenzó a enfriarse.
En la zona del parque conocida como Los Chañares se han encontrado
restos fósiles de moluscos, insectos y plantas que surgieron
durante esaexplosión de vida animal que fue el Triásico
(hace 200 millones de años), cuando Talampaya estaba cubierta
de lagos y grandes ríos. Los aluviones depositaron en sus pendientes
grandes cantidades de dióxido de manganeso y cenizas volcánicas
que le dieron su coloración rojiza. Hace 5 millones de años
durante el terciario la zona sufrió elevaciones que
la sumieron en la aridez y la convirtieron en un desierto. A partir
de allí, los vientos y la lluvia dictaron la forma de los colosales
diseños, y el lugar se ancló para siempre en la prehistoria.
Talampaya es una infinita trama de apariencia inmóvil,
que se teje y desteje al arbitrio del viento... un frágil mundo
de esculturas de arena que sobreviven impunes al tiempo, dueñas
de una mística que despierta entrañables instintos primitivos.
En el momento exacto del atardecer en que el sol enciende las coloradas
formaciones en el poniente, ingresamos a un dominio donde el silencio
permite sentir con total nitidez los latidos del corazón... la
desconcertante emoción de aproximarse a los orígenes,
al instante previo a la aparición del hombre sobre la tierra.

DATOS
UTILES
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Cómo
llegar: A Talampaya se llega por la ruta nacional 38 hasta
Patquía, siguiendo por la ruta 150, para finalmente tomar
la ruta 26. Son 230 kilómetros en total. Si no se dispone
de vehículo propio, conviene contratar el viaje en alguna
agencia en la capital riojana. La firma Corona del Inca
ofrece una excursión que incluye el traslado en vehículos
4x4, guía, entrada y recorrido por todo el parque (salvo
Ciudad Perdida, que se debe contratar aparte) por $ 140 por persona.
Si viajan 3 personas el precio es de $ 110, y para 4 personas
cuesta $ 90 por cada uno. Calle Pelagio Luna 914. Tel.: 03822-422142/435329.
E-mail [email protected]
Dónde alojarse: En el parque se puede acampar por
$ 2 por día (instalaciones elementales). Plaza Hotel (4
estrellas). Calle San Nicolás de Bari y 9 de Julio. Precio:
110 pesos la habitación doble. Hotel Embajador (1 estrella)
Calle San Martín 250. Precio: 55 pesos la habitación
doble.
Aventuras riojanas: En Talampaya no se puede hacer parapente,
pero en La Rioja hay lugares de montaña espectaculares
donde practicar este deporte lanzándose por los aires sobre
precipicios de 1000 metros. AlejandroAnrique es instructor de
parapente y realiza vuelos con bi-plaza (para gente que nunca
voló) por $ 40. Calle Pellegrini 160 (Barrio Santa Isabel)
Tel.: 03822-423830
e-mail: [email protected]
Informes: Dirección General de Turismo de La Rioja.
Calle Perón y Urquiza. La Rioja. Tel.: 03822-428839. Sitio
Web: www.larioja.gov.ar/turismo/index.html Intendencia del Parque:
Calle San Martín s/n, en el pueblo de Villa Unión,
cercano al parque. Tel.: 03825-470356
e-mail: [email protected]
La excursión se puede hacer durante todo el año,
pero en los meses de verano conviene llegar junto con las luces
del alba, ya que después del mediodía el calor es
abrasador. La entrada general cuesta $ 3. Se puede recorrer el
parque en vehículo particular siempre que sea de
doble tracción pero con un guía (los vehículos
de tracción simple pueden llegar hasta la oficina de informes
sin problema). Se han demarcado tres circuitos: el Número
1, que va hasta El Monje, pasando por La Catedral
y el Jardín Botánico, cuesta $ 40. El
Número 2, que llega hasta Los Cajones, cuesta
$ 90 (incluye el primer circuito), y el Número 3, hasta
Ciudad Perdida, cuesta $ 130 (se debe abonar aparte
de los otros). Estos precios se pueden dividir hasta por ocho
personas, e incluyen el transporte en vehículos del parque.
Algunos sectores del parque (hasta la Catedral y
el Jardín Botánico) se pueden recorrer en bicicleta
alquilada por $ 6.
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