PLAYAS
Ostende
El hotel que sobrevivió a los médanos

Ostende
es el balneario pegado a Pinamar que nació a principios de siglo como
emprendimiento de inversores belgas. Las playas desiertas de la época,
siempre recorridas por el viento, les recordaron las de su tierra natal.
Le dieron el nombre de un balneario de la realeza y construyeron un
hotel profundamente europeo que se transformó en favorito de artistas
y escritores, y que hoy renace con fuerza e historia.
Por Graciela
Cutuli
Eran otros tiempos.
Tiempos en que la revista Fray Mocho saludaba con entusiasmo la creación
de un nuevo balneario en la costa atlántica, donde hasta entonces
sólo reinaba la Biarritz argentina, Mar del Plata.
Antes eran los Estados Unidos y Australia las únicas naciones
que podían fundar una ciudad en 24 horas. Ahora es la República
Argentina la que puede jactarse, con orgullo, de ser la única
que con mayor rapidez puede fundar un magnífico balneario que
asombra. Nos referimos al balneario Ostende, que llegará a ser
el preferido de la República. Sobre la orilla del mar hasta hace
seis meses desierta, hoy se levanta un pueblo.
Era 1913, y el grupo de inversores belgas que había elegido esta
franja de la costa para desarrollar un ambicioso proyecto tenía
el entusiasmo intacto: los paisajes les recordaban los de Ostende, sobre
el Mar del Norte, y gracias al impulso del tren y el desahogo económico
de la clase alta argentina el balneario tenía prometido un futuro
brillante. Los huéspedes del hotel llegaban a la estación
de Juancho, habilitada en 1908 dentro de los campos de José Guerrero,
y tomaban un trencito decauville de vías móviles,
que los llevaba hasta lo que es actualmente la entrada de Pinamar. De
allí había que seguir en carruaje entre los médanos,
que tenían la enojosa costumbre de cambiar de lugar gracias al
viento y la falta de forestación.

Arenas movedizas
Como parte del gigantesco emprendimiento se inaugura en 1913 con
una cabalgata que fue todo un acontecimiento social el Thermas
Hotel, hoy llamado Viejo Hotel Ostende. El lugar parecía perfecto,
en medio de lo que se llamaba la costa caliente porque,
en la franja que va de Mar de Ajó a Villa Gesell, un rebote de
la corriente cálida brasileña aumenta en cinco grados
la temperatura del agua respecto de Mar del Plata.
Ostende no llegó a ser Mar del Plata porque, sin que nadie lo
imaginara, acechaban una Primera Guerra Mundial y una crisis que mermó
el interés de los belgas en el lejano emprendimiento sudamericano.
El destino del hotel fue cambiar de manos varias veces, aunque manteniendo
siempre sus puertas abiertas, hasta que a principios de los años
70 se hacen cargo sus actuales dueños. Lo que siguió
fue un cuidadoso trabajo de restauración y revalorización
de un edificio cuya historia tiene ribetes de fantasía y literatura.
Roxana Salpeter, que junto con su padre, Abraham, hoy está a
cargo del hotel, recuerda el paso de algunos huéspedes ilustres:
entre ellos Valeria Guerrero, la fundadora de Valeria del Mar, que en
su libro Surge Pinamar (sobre las tierras que su familia había
heredado de la desdichada Felicitas Guerrero de Alzaga, asesinada por
un novelesco amante despechado) recuerda la aventura de llegar en invierno
al hotel, que más de una vez quedaba sepultado por la arena.
Esta curiosidad despertó también la fantasía de
Bioy Casares y Silvina Ocampo en la novela que escribieron juntos, Los
que aman, odian, situada en este extraño lugar donde la invasión
de la arena hacía imposible saber por qué puerta o ventana
habría que entrar y salir cada día.
Varios testimonios coincidentes hablan también de la visita de
Antoine de Saint Exupéry, una leyenda que se alimenta con una
vitrina de recuerdos sobre el escritor y la habitación donde
se cree que se alojó, conservada intacta. Ese es, sin duda, uno
de los grandes encantos del Viejo Hotel Ostende: resistiéndose
a la modernización despiadada, y aunque muchas de las habitaciones
fueron remodeladas para adaptarlas a las demandas actuales, una parte
todavía se mantiene con la estructura y los muebles originales,
distinguida por esa austeridad típica de los viejos hoteles europeos
cuyo modelo fue el que guió a los belgas para su emprendimiento(otra
parte de la inversión, luego trunca, era un hotel de lujo que
hoy funciona como albergue de la juventud en Pinamar).

El verano
de las moscas Cuando desgrana la historia del hotel, Roxana hace
referencia a toda una galería de personajes que poblaron su historia.
Desde aquel francés llamado Bourel, que tenía en los años
30 en el muelle de Ostende el Bar del viejo del acordeón,
hasta el empleado que hasta los años 70 tenía como
única misión llenar de leña la caldera, sin olvidarse
de un alemán que tocaba el piano todas las noches para pagar
su estadía veraniega en el balneario. De una carpeta con recortes
saca una carta recibida no hace mucho: es la de un hombre nacido en
marzo de 1931 en el hotel, en el que se alojaba su madre, por entonces
embarazada de siete meses. Aquel verano había aparecido una ballena
muerta en la playa, con la consecuente invasión de moscas: tanta
fue la impresión de la mujer, que se le adelantó el parto
y, con ayuda de una partera de Madariaga, dio a luz a un niño
al que llamaron Omar. El propio interesado cuenta en la carta que la
partera miró hacia el Atlántico, exclamó: Oh,
mar..., y así se decidió su nombre (¡completado
nada menos que por el apellido Pertierra!).
Al Viejo Hotel Ostende, sin duda, no le faltan ni historia ni leyenda.
No pudieron con su espíritu de resistencia ni la Primera Guerra
Mundial, ni las invasiones de médanos, ni los daños provocados
a mediados de los 70 con la apertura y pavimentación de
la calle, que obligó a anular su entrada principal. Siempre en
pie, se dio el gusto de ser sede de una sesión extraordinaria
del Concejo Deliberante de Pinamar en que se declaró ciudadano
ilustre (post-mortem) a Saint Exupéry, y cada día vuelve
a abrir sus puertas tanto para los fieles que lo gozan desde siempre
de su encanto como para aquellos que descubren por primera vez la atracción
de sus leyendas.

DATOS
UTILES
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El Viejo
Hotel Ostende está situado en Biarritz esquina Cairo, Ostende,
provincia de Buenos Aires. Abre durante la temporada veraniega
y los fines de semana largos del invierno.
Teléfono: (02254) 486081.
E-mail: [email protected]
Tarifas de febrero (por día y por persona):
primera quincena $54 las habitaciones antiguas; $63 las remodeladas,
$59 los apart-hotel. Segunda quincena, $50 las antiguas, $60 las
remodeladas, $55 los apart-hotel. Las tarifas incluyen carpa en
el balneario del hotel, desayuno y cena.
El hotel cuenta con guardería para niños y pileta
de natación al aire libre. Los miércoles y sábados
funciona antes de la cena el Piano Bar; los viernes se ofrecen
clases de tango de 19.30 a 21.00.
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