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ARGENTINA
Costa Atlántica

Mares y pampas

Después de la eterna bohemia de Villa Gesell, donde los chicos tienen un excelente parque de diversiones en pleno bosque y todos se tientan con la vida playera, Mar de las Pampas y Mar Azul ofrecen recónditos rincones costeros ideales para solitarios y románticos.

El viejo molino, arquitectura pintoresquista.

Textos y fotos:
Graciela Cutuli

Empezó con un fabricante de muebles, y terminó con un bosque a orillas del mar... Los habitantes de Villa Gesell y los turistas que todos los veranos desbordan la estación balnearia más hippie de la costa. Y tienen razón de rendirle homenaje al fundador en la entrada, con un curioso tótem que recuerda cuántas dificultades tuvo que afrontar don Carlos Gesell, en los años 40, para hacer realidad el sueño de vencer los médanos y sembrar, además de árboles, una ciudad. La historia es conocida: Gesell compró unos campos en la zona con la intención de plantar árboles que le sirvieran para su fábrica, con menor costo que la madera que compraba hasta entonces en Misiones. Fue un pionero, claro: los árboles hubo que llevarlos a sulky desde la estación Juancho hasta los médanos, y después –con ayuda de un experto en plantaciones del Mar del Norte, que finalmente se rindió y volvió a Alemania– hubo que sembrar, luchar, abrir calles, sacar arena, lotear los primeros terrenos junto al mar. El resultado, después de la ola turística que avanzó en los años 70 y 80, es una ciudad alegre y tranquila de clima familiar, un pequeño paraíso ya convertido en ciudad entre los bosques donde hay que hacer y para todos los gustos.

La abeja gigante con un colmenar verdadero adentro.

Para chicos y grandes De día y de noche, en Villa Gesell se puede salir de cabalgata, gracias a los paseos guiados que organiza una de las escuelas de la zona. Los días que no sean para playa hay que pasar por el Museo de la Reserva Forestal, una construcción de madera al estilo norteamericano donde se muestran fotografías de los primeros tiempos de Villa Gesell. Hay que notar que la casa tenía cuatro puertas, una en cada punto cardinal, porque cualquiera de sus paredes podía quedar tapada por la arena. Cuando se quiera tomar un descanso de la arena y el sol, uno de los más lindos lugares para visitar –además de las infinitas confiterías para tentarse con la repostería europea– es Aventuras en el Bosque, un complejo donde chicos y grandes pueden pasar un día entero paseando en un trencito tirado por una auténtica locomotora a vapor, trepando a la Casa de Tarzán o entrando a la panza de una abeja gigante donde, como es de imaginar, se puede seguir el proceso de fabricación de la miel y ver grandes colmenares protegidos por cristal.
Otro de los clásicos es el paseo por la peatonal y la feria artesanal, abierta a partir del atardecer, uno de los símbolos de la época hippie de Villa Gesell, que todavía se descubre fácilmente detrás del barniz adolescente y veraniego. Y, por supuesto, quienes no resignen por nada del mundo el gusto por la caña y el anzuelo se instalan en el muelle, desde donde se pescan rayas, pejerreyes de mar, cazones y, en primavera y verano, la deseada y esquiva corvina.

La entrada al complejo en los bosques.

Más al sur Los bosques de la costa, sin embargo, no se terminan en la concurrida Villa Gesell. Para darse una idea de lo que fue la Villa años atrás, allí están –a pocos kilómetros siguiendo hacia el sur el camino que termina en Mar del Plata– Mar de las Pampas y Mar Azul. Son casas, apart hotel y cabañas refugiadas a la sombra de los pinos, con playas enormes y desiertas, donde el único ruido son las voces de los grandes y chicos que se estiran sin límites porque no hay con quien chocar. En Mar de las Pampas muchas familias de Mar del Plata se hicieron una segunda casa junto al mar, después de que a principios de los 80 finalmente se aprobara la subdivisión de los terrenos siguiendo las ondulaciones naturales y caprichosas que imponía la arena. Cipreses, pinos y eucaliptos fijan los médanos volátiles, que también se pueden recorrer a caballo (mejor evitar los 4x4 y los cuatriciclos que dañan las frágiles superficies de toda esta parte de la costa). Conectado con Mar de las Pampas, a sólo dos kilómetros por la ruta y a una corta caminata desde la playa misma, Mar Azul también ofrece un pequeño centro comercial con hoteles y restaurantes, además de mar y playas bellas y solitarias. El balneario es perfecto para quienes no quieran repetir en verano el frenesí de la vida cotidiana sino soñar, con un poco de espíritu romántico, que uno es cada mañana el primero que pone el pie en la arena y el primero en mirar el infinito vaivén de las olas del mar.

Aventura en el Bosque, un complejo con un pequeño tren a vapor, laberinto y juegos.

DATOS UTILES

Villa Gesell, que cuenta con aeropuerto propio, es el punto de partida para conseguir informaciones o visitar Mar de las Pampas y Mar Azul. Informes turísticos: hay oficinas en el aeropuerto y en la terminal de ómnibus.
Casa de Villa Gesell en Buenos Aires: Bartolomé Mitre 1702. Teléfono 43735098.
Museo y Archivo Histórico: Alameda 201, en el parque cultural.
Aventuras en el Bosque (parque zootemático, con animales y atracciones): Boulevard Silvio Gesell y Paseo 101. Abierto de 13 a 22 todos los días. Teléfono (02255) 454881.