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BARILOCHE
Suben los colores, bajan los precios

Otoño sobre el Nahuel Huapi

El barrilito, un San Bernardo y el inconfundible Centro Cívico.

En marzo se agregan a los verdes y azules de la región de Bariloche los rojos y dorados del otoño. Es una buena excusa para conocer o volver a esta ciudad, siguiendo los pasos de sus primeros visitantes o el bellísimo Circuito Chico, tal vez una de las rutas más lindas del mundo.

Por Graciela Cutuli

La región del Nahuel Huapi es más conocida en verano o en invierno. Son imágenes de postal, escenas fijas de uno de los paisajes más hermosos del mundo. Los arrayanes trémulos se balancean en invierno bajo el peso de la nieve, las cascadas multiplicadas en decenas de arcoiris refulgen bajo el sol del verano. Sin embargo, el otoño es también una de las épocas más lindas para visitar Bariloche: por razones de bolsillo, el fin de la temporada alta ofrece buenos precios, pero con un poco más de instinto poético se puede ir en busca de los hermosos colores de los bosques, cuando los amarillos, rojizos y dorados de los árboles matizan los flancos verdes de las montañas.
Como siempre, el punto de partida de cualquier viaje en la región puede ser la ciudad misma de Bariloche, sin duda una de las mejor organizadas para el turismo en todo el país. Al llegar, nadie se puede negar a la caminata tradicional por la Calle Mitre, desde el Centro Cívico hasta las casas de chocolate, y las galerías comerciales que se alternan a lo largo de más de cinco cuadras. Este es el corazón de la ciudad de día. Entre las múltiples excursiones que uno puede hacer durante su estadía, siempre se vuelve a caminar por las mismas cuadras, y siempre se descubre algo nuevo entre los locales que las bordean. Históricamente, esta calle fue siempre el centro comercial, y ya en los años 20 concentraba toda la vida de la joven ciudad, aunque unas cuadras más al este. Fue cuando se construyó el Centro Cívico que se desplazó el centro de gravitación de su actividad comercial.
El Centro Cívico es el icono más conocido de la Bariloche urbana, un distintivo inaugurado en 1940 por la administración de Parques Nacionales. Se impuso así un verdadero estilo arquitectónico que dejó huellas en numerosas casas de Bariloche, y hasta en el edificio municipal de San Martín de los Andes. La arquitectura, de clara inspiración alpina, combina madera y piedra, y en realidad el concepto mismo del Centro Cívico se inspira en los edificios de Berna, la capital de Suiza.

El Bosque de Arrayanes. Un lugar único de color azafrán.

Primeros pobladores y primeros turistas Aunque podría ser por estar enmarcada entre montañas, esta arquitectura delata también la procedencia de dos importantes comunidades de la región: la suiza y la alemana. La primera está representada por Colonia Suiza, a orillas del Lago Moreno, y por algunos restaurantes de fondue en el centro de Bariloche. La comunidad alemana está simbolizada, en cambio, por las primeras casas de la ciudad. Los pobladores de los primeros tiempos, siguiendo los pasos de un pintoresco cowboy gringo que se instaló en la desembocadura del lago a fines del siglo XIX, fueron alemanes que cruzaron los Andes desde Chile para instalarse en el centro de la actual ciudad en 1892 y 1895 (aunque Bariloche no fue creada como tal hasta el año 1902). En aquellos tiempos y durante las primeras décadas de su existencia Bariloche estuvo conectada con el mundo gracias a un camino abierto por uno de esos pioneros, Carlos Wiederholt, que unió la chilena Puerto Montt con la ciudad argentina. Fue esta misma ruta la que siguió el presidente norteamericano Roosevelt en 1913, cuando visitó la comarca. Sin embargo, aunque ilustre, no fue el primer turista que pasó por la región: en 1902, el año mismo de su fundación, un grupo de descendientes de familias patricias de Buenos Aires llegó a Bariloche desde Chubut, realizando el primer viaje turístico argentino a este rincón de los Andes, tras las huellas de los viajes de exploración del Perito Moreno.
Esta historia y otras, que apenas tienen un siglo de antigüedad, se pueden recordar en las salas del Museo de la Patagonia del Centro Cívico. Además de colecciones sobre la fauna y la flora de la región, hay interesantes muestras sobre la historia local, tanto de la época de los pioneros como del período amerindio. La visita se puede complementar con un paseo por la lindante Biblioteca Sarmiento.

Circuito chico en otoño El clásico Circuito Chico, seguramente uno de los itinerarios más lindos del mundo, que por su belleza, extensión y aire agreste se puede comparar con el “17 Miles Drive” en las afueras de Monterrey, en California, tiene un encanto particular en otoño. Saliendo de Bariloche y bordeando las orillas del Nahuel Huapi hacia el oeste, se pasa al pie del Cerro Otto, coronado por la confitería giratoria a la cual se accede gracias a un sistema de teleférico. Vale la pena subir para observar la vista en 360 grados sobre el lago y sus islas, sobre todo una en forma natural de corazón que parece la confirmación geográfica del encanto de este paisaje. A pocos kilómetros, se llega a la base del Cerro Campanario, que se puede trepar en aerosilla: aquí también la vista desde lo alto es espectacular, sobre todo el lago y parte de los Andes. Son 1050 metros de altura, que bastan para dar una auténtica lección de geografía y cartografía.
La ruta asfaltada sigue hasta la Península San Pedro, en cuyo istmo se encuentra el ahumadero Weiss, cuyos productos a base de carne de ciervo, trucha o jabalí se convirtieron en sus 20 años de existencia en un clásico de la gastronomía de la zona.
La región se ilumina con la gama de rojos del comienzo del otoño.La siguiente parada es Puerto Pañuelo, ya en los alrededores del Hotel Llao Llao, sobre una península encerrada entre las aguas del Nahuel Huapi y el Lago Moreno. El emplazamiento del hotel y de la vecina Capilla San Eduardo, enteramente de madera y en cuyo interior se guarda una obra del pintor Raúl Soldi, es uno de los más hermosos de toda la región. Puerto Pañuelo, por su parte, es el punto de partida de la mayoría de las excursiones lacustres sobre el Nahuel Huapi, tales como la visita al bosque de arrayanes (ya en la ribera de la provincia de Neuquén, en las afueras de Villa La Angostura) o la Isla Victoria. Esta isla –gran clásico de los de por sí clásicos viajes de egresados– tiene una parte de acceso vedado, ya que se mantiene como reserva natural. El puerto también es el punto de partida del cruce a Chile, en un viaje que combina tramos en lancha por los lagos y tramos por tierra en los Andes.
Una espectacular vista de los lagos y montañas al finalizar el verano.Desde el hotel y por un puente se llega a una isla que fue testigo de uno de los más singulares acontecimientos culturales de toda la Patagonia. Se trata del Camping Musical, nacido por la iniciativa de la pianista Linda Rautenstrauch, que convocó a algunos músicos en 1949 para ofrecer conciertos y cursos de verano a los lugareños. Con varias temporadas de experimentos y clases de música de cámara, se llegó a formar en 1966 la Camerata Bariloche, una de las formaciones musicales más prestigiosas del país, que es el mayor referente de la música clásica en la Patagonia. Cada año el Camping sigue recibiendo a maestros y alumnos, y vio pasar a lo largo de los años a prestigios concertistas.
El cordón de asfalto sigue sinuoso entre los flancos de montaña y bosques hasta pasar sobre el arroyo Angostura, que permite el desagüe del Lago Moreno en el Nahuel Huapi, y convierte a la ruta en un mero puente entre dos paredes de montaña. En los alrededores están el Cementerio del Montañés y el Arroyo López, uno de los lugares más populares de todo el recorrido para sacar una tradicional foto familiar, y sin duda uno de los que más disfrutan los chicos por la frescura de las aguas.
Desde esta zona se puede acceder a Colonia Suiza, una villa cuyas casas se esconden bajo la espesa vegetación, y que tienen un toque de los Alpes en medio de los Andes. Por supuesto, no faltará nunca alguna excusa para llegarse hasta sus somnolientas calles de ripio en busca de alguna buena casa de chocolate o de un tarro de dulce de rosa mosqueta, la más tradicional de las especialidades del lugar.
Antes de volver hacia Bariloche, el Circuito Chico ofrece un último regalo y al mismo tiempo uno de los más lindos. Se trata de una espectacular vista sobre el Hotel Llao-Llao desde el otro lado del Lago Perito Moreno. Y para completar la carpeta de postales del día, hasta se puede posar con algunos de los perros de San Bernardo que los lugareños tienen allí para sacarse una foto de recuerdo.
Preparativos en Cerro Catedral. Los colores del otoño son también la señal de preparativos para la temporada de invierno en la Villa Cerro Catedral y su centro de esquí, el más grande de Sudámerica. Pero si la nieve no llegó todavía, en el otoño es posible aprovechar de igual manera algunas de las telesillas para subir al Cerro y admirar la combinación de rojos, dorados y verdes que bañan toda la región del Nahuel Huapi, como un adiós de la naturaleza al verano... hasta el año que viene.

DATOS UTILES

Cerro Campanario. Bustillo Kilómetro 17 (Ruta al Llao Llao). Telefax (02944) 427274. Ascenso en aerosilla: $10.
Isla Huemul. Salidas diarias en catamarán desde Puerto San Carlos (frente al Centro Cívico).
Tel. (02944) 425457.
Cerro Otto. Avenida de los Pioneros Kilómetro 5. Telefax (02944) 441031. Ascenso en teleférico: $20.
Cruce de los Lagos. Catedral Turismo, Bartolomé Mitre 399, Bariloche. Teléfono (02944) 425443.