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SAN JUAN
En la precordillera

El oasis de Jáchal

Desde la ciudad de San Juan, por la Ruta 40 que sigue el trayecto del antiguo Camino de la Travesía, se llega al valle de Jáchal, palabra indígena que significa “río de arboledas”. Un oasis verde en medio de la desértica precordillera donde se conservan testimonios de las culturas prehispánicas que habitaron la zona.

Río de arboledas” llamaron los capayanes, yacampis, alianos y olongastas –indígenas de la nación diaguita que habitaron el norte sanjuanino– al oasis que estampaba su verdor en las desérticas tierras precordilleranas. Así lo llamaron, pero en su lengua. Desde entonces, se lo conoce como el valle de Jáchal, una zona que vale la pena recorrer después (o antes) de conocer el famoso Valle de la Luna. Ubicado entre las sierras Negras y El Volcán al oeste y la provincia de La Rioja al este, el valle de Jáchal ofrece la posibilidad de visitar pueblos y caseríos que guardan testimonios de la época prehispánica, cuando hasta estas tierras llegaron los incas desde el Cuzco e incluso mapuches desde Chile. En la localidad de Tamberías, palabra que en quechua significa “Centro de Reunión”, aún perduran restos de pircas construidas por los incas, y en el pueblo de Pachimoco (“vestido viejo”) también se encontraron restos de cerámicas.
En el centro del valle que riega el río Jáchal se encuentra la ciudad de San José de Jáchal, una villa muy tranquila donde sus habitantes acostumbran a andar en bicicleta por las largas calles que unen el centro con el entorno de los verdes campos. Pero, en julio, esta calma se verá algo sacudida, ya que la Subsecretaría de Cultura y Turismo de la provincia decidió convertir a Jáchal en Capital Sanjuanina de la Cultura durante todo este mes y el próximo. En ese período, locales y visitantes podrán asistir a ciclos de cine, teatro, música, poesía, artesanías, plástica y títeres, un programa que se intensificará en las vacaciones de invierno.
Desde San José de Jáchal se pueden hacer diversos paseos como, por ejemplo, a los antiguos molinos harineros de la zona. Es interesante conocer el de Sardiña, donde aún se conserva la maquinaria de madera de algarrobo, el de Pérez y el molino de Reyes, cuyo origen se remonta a la época colonial.
Pero si algo no se pueden perder aquellos que aman el folklore es la visita al pueblo de Huaco, donde nació el poeta y músico Buenaventura Luna. Para llegar hasta allí desde la ciudad de Jáchal hay que pasar el dique Los Cauquenes y recorrer los 36 kilómetros que atraviesan una pintoresca cuesta serrana. En Huaco está el molino de estilo español de la familia de don Buenaventura (tiene más de dos siglos y era utilizado para la molienda de trigo, un producto abundante en la zona a fines del siglo XIX y principios del XX).
Rumbeando hacia el noroeste de la provincia se arriba al departamento de Iglesias, al pie de la Cordillera de los Andes, cuyas tierras estuvieron bajo el dominio del cacique Pismanta. En esta zona, donde la arquitectura colonial de muros de adobe ha resistido el paso del tiempo, también hay lugares que justifican la visita. Entre ellos, se destaca el Viejo Molino de Bella Vista, emplazado en los terrenos que en el año 1817 acampó la IV División del Ejército de los Andes, al mando del comandante Juan Cabot.
Historia, paisajes y expresiones de una cultura ancestral. Todo eso y mucho más para descubrir entre los desiertos y oasis de la provincia sanjua
nina