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ESCAPADAS
En el campo bonaerense
Gauchos
de Areco
A sólo 112
kilómetros de la Capital Federal, en el pueblo de San Antonio de Areco,
aún se ven por las calles gauchos de a caballo yendo a trabajar al campo.
El arte de la platería y objetos de la artesanía criolla. Viejos almacenes
de ramos generales, casas coloniales... y suculentos asados. La estancia
La Bamba y la pulpería La Blanqueada perduran como símbolos emblemáticos
del siglo XIX.
Por
Julián Varsavsky
La cultura gaucha
implica una indumentaria, con sus cintos, bombachas y chiripás,
y además se le asigna un dialecto y una entonación propia
(pingo, chambergo, ajuera...). Sus artes estaban representadas en la
platería, que engendró crueles y hermosos facones, y en
el talento del trenzado de sogas para los accesorios de las monturas.
Pero la cultura gaucha también supone un estilo de moverse e
incluso de sentarse, que termina de configurar una estética absolutamente
propia de la Argentina. El diálogo pausado, el mate y el
naipe fueron las formas de su tiempo, aseveró Borges. En
el pueblo de San Antonio de Areco, al norte de la provincia de Buenos
Aires, aún existe parte de esa esencia gaucha de nuestro país.
Ambiente
de campo Ya en las afueras de San Antonio de Areco aparecen los
primeros indicios de que estamos en una zona eminentemente agroganadera:
camionetas llenas de barro, silos, molinos y mucha gente a caballo.
Al entrar en la zona urbana se descubren a simple vista numerosas casonas
coloniales, e incluso las modernas respetan ese estilo antiguo. Un rasgo
particular de esas casas son los muros con ladrillos chatos y alargados
expuestos al desnudo, típicos de los siglos XVIII y XIX.
Pero lo más llamativo es la cantidad de personas que visten diariamente
parte de la indumentaria gaucha. La boina es el elemento más
común (incluso está de moda entre los jóvenes),
y en segundo lugar están las alpargatas. La juventud a veces
usa bombachas con tela de jean, y entre la gente mayor es común
la típica bombacha gaucha de color oscuro. Los más tradicionalistas
se visten totalmente de gaucho en su vida diaria, y cuando hay alguna
celebración especial sacan a relucir sus elegantes prendas negras
con brillantes cintos de cuero con monedas incrustadas.
Las esquinas sin ochava son otra muestra de los tiempos remotos, al
igual que las esquinas con el almacén en la ochava, que al estilo
de las antiguas pulperías siguen despachando toda clase de productos
básicos, mientras que en la noche, venden tragos alcohólicos
que acompañan los partidos de truco.

La pulperia
Históricamente las pulperías estaban en algún cruce
de caminos o en las estancias alejadas en medio de la pampa. Los viajeros
las divisaban en la lejanía cuando una bandera flameaba en lo
alto de una caña de tacuara que la identificaba de otros ranchos
de adobe y techo de paja. Allí los gauchos reponían fuerzas
y renovaban sus vituallas, pero a diferencia de las postas, aquí
no había cuartos donde hospedarse.
En las pulperías se vendían productos esenciales, entre
ellos los llamados vicios: yerba, tabaco y alcohol. Pero también
se ofertaban toda clase de productos que hoy se irían a buscar
a un supermercado: arroz, jabón, ropa, herramientas...
Se dice que el gaucho asignaba un valor efímero al dinero, y
gastaba todo su jornal en el juego e invitando a los demás en
largas ruedas de aguardiente que se bebía en grandes vasos que
pasaban de mano en mano. En el exterior de la pulpería siempre
había una gran enramada bajo la cual se sentaban los payadores
con su guitarra.
Un lugar emblemático de San Antonio de Areco es, precisamente,
la pulpería La Blanqueada, la misma donde transcurre el primer
encuentro de Don Segundo Sombra y Fabio en la famosa novela de Ricardo
Güiraldes. El edificio tiene 150 años y ha sido reacondicionado
como en sus épocas de esplendor. En el interior se ven las imágenes
en madera de gauchos tamaño natural vistiendo su indumentaria
propia mientras juegan al truco. Lucen botas de potro y chiripá,
y un llamativo pañuelo colorado en la cabeza, típico del
período de Rosas. Al fondo se ve una abertura enrejada que da
a la calle por donde el pulpero atendía a los desconocidos (el
recinto interior era para los parroquianos de confianza).
La Blanqueada está a la entrada del Parque Criollo (donde una
vez por mes hay espectáculos de destreza gaucha) y el Museo Gauchesco
RicardoGüiraldes. Detrás de la pulpería hay antiguas
máquinas de moler trigo, una carreta colonial con ruedas de dos
metros de alto, viejas diligencias y un ombú centenario. Luego
se desemboca en el Museo Gauchesco, que recrea una estancia del siglo
XVIII. Se ingresa por la Sala del Estanciero, donde se expone todo el
mobiliario que usaban los antiguos dueños de la tierra: una cama
de caoba que perteneció a Rosas, la imaginería religiosa
que había en los oratorios privados (a falta de iglesias cercanas),
un arcón, un magnífico reloj inglés, una caja fuerte
de Marsella, y en una vitrina, los famosos (y hoy actuales) patacones,
que en 1840 eran la moneda de la provincia.
En la Sala del Gaucho se exhiben juegos de sogas trenzadas y toda clase
de espuelas, frenos, cencerros y monturas, además de cuadros
de Florencio Molina Campos y Eduardo Sívori. En una vitrina hay
expuesto un poncho del cacique pampa Calfucurá, que utilizó
en la batalla de San Carlos (1872) durante la Campaña del Desierto.
Por ultimo hay una colección de 15 óleos con temas gauchescos
del uruguayo Pedro Figari.

Los artesanos
En Areco existen 40 artesanos especializados en la producción
de todos los elementos que definen la estética gaucha. La variedad
incluye platería, talabartería, manufactura de botas y
corte arequero de bombacha y blusa, herrería, carpintería
colonial, trenzado de sogas y trabajos en aspa de ciervo y hueso. En
la calle Alsina 66 hay una exposición permanente, al igual que
en el Museo Gauchesco, donde las artesanías están a la
venta.
Los artesanos suelen recibir al visitante en los talleres donde trabajan.
Uno de los más visitados pertenece a Miguel Rigacci (calle Belgrano
381), un maestro platero y talabartero que se destaca por la fabricación
de deslumbrantes facones, hebillas para cinto y mates de plata y alpaca.
Un cuchillo con cabo de aspa de ciervo y filo de plata cuesta $ 100,
mientras que un mate con boca de plata 900 cuesta $ 60.
Como todo sistema de símbolos, la cultura gaucha está
en constante transformación, y su pureza no es inmune al tiempo.
Sin embargo, San Antonio de Areco sigue siendo uno de los lugares de
la Argentina donde es posible intuir el ambiente rural del hombre de
campo de tiempos pasados.
Para
el próximo fin de semana
El próximo
fin de semana largo (del 6 al 8 de octubre) se realizará
en el pueblo la Quinta Atada de los Pagos de Areco, con diversas
actividades a realizarse en el Parque Criollo. El sábado
al medio día se inaugurará la Exposición
de Carruajes y Artesanías (abierta todos los días
hasta las 22 horas). Entre las 13 y las 15 horas se realizará
una Prueba de Elegancia de Carruajes, y luego una Marcha de
Caballos Criollos. A partir de las 21 en la cantina La Matera
se presentarán bailecitos criollos y conjuntos folklóricos
(entrada libre). El domingo, entre las 10 y las 5 de la tarde
habrá pruebas similares a las del día anterior,
y a las 21 horas habrá una cena-show en La Matera. Para
el lunes están programadas pruebas de destreza gaucha
entre las 9.30 y las 12 del mediodía. A partir de las
12.30, un desfile de carruajes y caballos recorrerá el
pueblo.
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Una
estancia de “pura cepa”
La estancia argentina
surgió de una particular síntesis entre la tradición
criolla y la cultura europea. Su desarrollo derivó en la
incorporación, como mano de obra, de gauchos, indios e
incluso ex esclavos negros. A su alrededor se plantaron refinadas
arboledas traídas de ultramar (Rusia y China, por ejemplo),
que resguardaron del viento a los cascos convertidos con el paso
de los años en verdaderas mansiones de campo con estilo
colonial. La mayoría estaba frente a un deslumbrante parque
diseñado por algún paisajista famoso, y en el interior
del casco comenzaron a proliferar colecciones de arte y refinados
muebles europeos alrededor de un hogar a leña decorado
con toda clases de herramientas de campo.
La estancia La Bamba, a 8 kilómetros de San Antonio de
Areco, parece seguir a rajatabla cada una de estas generalidades
que definen a una estancia de pura cepa. De hecho,
es una de las pocas que conserva un casco entero de estilo colonial,
construido en 1830. En un principio La Bamba funcionaba como posta
donde se hospedaban los viajeros en carreta que se dirigían
al norte del país por el Camino Real.
La Bamba fue una de las primeras en abrir sus tranqueras al turismo
en 1986. Su genuino ambiente de campo y las líneas arquitectónicas
de un casco rodeado de un verde intenso que se divisa hasta el
infinito, hizo que fuera elegida para filmar escenas de la película
Camila (la parte en que la protagonista juega al gallito ciego
con Ladislao). A la estancia se llega por un amplio camino de
tierra rodeado de los campos de pastoreo de otras estancias vecinas.
Al ingresar al casco se cruza un patio con baldozones de barro
cocido y un aljibe en el centro. Al trasponer una puerta con aldaba
se entra a un living con mobiliario de principios del siglo XX
y un hogar de mármol blanco a leña. Las habitaciones
tienen altos ventanales coloniales que llegan hasta el techo.
El silencio de la noche permite oír antes de dormir el
croar de las ranas y el aleteo de las lechuzas cuando van de una
rama a otra. Al abrir las ventanas de la habitación en
la mañana, ingresa el ensordecedor canto de centenares
de pájaros que revolotean sobre el jardín cubierto
por un césped que parece un campo de golf. Entre acacias
y casuarinas de 35 metros pasan volando numerosos aguiluchos de
plumaje marrón y garzas blancas que surcan el cielo con
su vuelo grácil. El parque que rodea el casco mide 16 hectáreas
que se pueden recorrer a caballo cuando uno lo desee. En verano
el visitante pasa gran parte del día junto a la pileta.
El almuerzo transcurre al ritmo de la vida en el campo, sobre
unas mesas instaladas al aire libre sobre el césped. Suculentos
trozos de carne asada se alternan con tragos de buen vino. Y al
atardecer, el té se sirve en el mismo lugar, acompañado
tarta de chocolate con crema, lemon pie y scones.
Tarifas. La estancia La Bamba ofrece alojamiento con pensión
completa (desayuno, almuerzo, merienda y cena) para dos personas
por $ 250 por día. El día de campo cuesta $ 70 por
persona (incluye empanadas, vino, asado y té con pastelitos).
Reservas al 02326-456293 E-mail: biaus@arecoonline.com.ar Sitio
web: www.la-bamba.com.ar
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Datos
útiles
Cómo llegar:
Se debe tomar el Acceso Norte (Ramal Pilar) hasta la Ruta 8, para
luego seguir hasta Areco. Para llegar a La Bamba hay que doblar
a la derecha (sobre la Ruta 8) en la Ruta 41, antes de llegar
a Areco. Al llegar al Aeroclub (5 kilómetros), doblar a
la derecha por el camino de tierra a Zárate. Son siete
kilómetros y medio hasta la entrada. Se puede llegar en
combi por la empresa Auto-Express. El horario fijo de los sábados
es 14.30 desde Agüero y Santa Fe. Luego, un remís
de esa misma empresa hasta la estancia cuesta $ 8. El regreso
desde Areco es a las 20.30 y 22 horas ($ 8 cada tramo). Esa misma
empresa ofrece remises desde Buenos Aires por $ 70 y arman traslados
en grupo. Tel.: 02326452501/452254 Calles G. Paz y Alberdi (Areco).
Informes: Dirección de Turismo Municipal. Ruta 8
Km. 112 (Frente al Puente Viejo). Tel.: 02326-453165 E-mail: dturismo@arecoonline.com.ar
Sitio web: www. arecoturismo.com.ar
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