Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

REPORTAJE AL PSICOANALISTA ALAIN BRACONNIER, ESPECIALISTA EN ADOLESCENCIA
“El joven se arriesga para poder indagar el mundo”

Conocer la vida a través del peligro, en el límite de estrellarse contra un muro: así bosqueja el psicoanalista francés Alain Braconnier en esta entrevista la dramática del adolescente contemporáneo.

Para Braconnier, la necesidad de vivir riesgosamente aparece por primera vez en la adolescencia.

Por María Esther Gilio

Delgado, alto, miope y con expresión de sabio distraído. Tan distraído que cuando me acerqué y le pregunté si recordaba que el día anterior habíamos combinado una entrevista para esa hora, respondió: “Claro que me acuerdo, vamos”. Y varios pasos después: “¿Para qué me precisa?” Pasando por Buenos Aires hacia Chile, fue entrevistado el psicoanalista francés Alain Braconnier por Página/12 sobre el tema al que dedica la mayor parte de su tiempo: adolescencia.
–¿Qué determina, en general, que la adolescencia pase de naturalmente difícil a gravemente problemática?
–La adolescencia es un pasaje de la infancia a la edad adulta, difícil pero natural. Cuando el pasaje, de simplemente difícil pasa a ser, como dice usted, gravemente problemático, hay que ir a los padres. En esa relación encontramos el origen de las dificultades que vive el joven. Este, como todo ser humano, precisa seguridad y, en esta etapa, es de los padres que viene la seguridad.
–Eso parece contradictorio con la necesidad del adolescente de poner permanentemente su vida en peligro, cosa que se ve, por ejemplo, en las estadísticas sobre accidentes de automóviles.
–Estas dos cosas que usted contrapone no tienen ninguna relación entre sí. Poner su vida en peligro, cosa que hace la mayoría de los jóvenes, es una manera de indagar el mundo.
–Que se manifiesta en la adolescencia.
–Sí. Esta necesidad de vivir riesgosamente aparece por primera vez, de manera intensa y frecuente, en el momento de la adolescencia. Durante la infancia el niño no pone voluntariamente su vida en peligro porque no tiene necesidad de saber cómo es el mundo. En la adolescencia, en cambio, se busca conocer el mundo y sus límites, descubrirlo; descubrimiento éste que va acompañado por una toma de riesgos a través de los cuales experimentará situaciones nuevas más o menos peligrosas.
–Esto explicaría la frecuencia de los accidentes.
–De las provocaciones y de los desafíos. Es una manera de entrar al mundo adulto. Antiguamente, en algunas civilizaciones, el pasaje era ritualizado.
–¿Usted quiere decir que por medio de ritos se representaban los riesgos posibles?
–Exactamente. En estos ritos se ponían en escena muchos peligros que se vivían como dramas colectivos, pero organizados, estructurados, simbolizados, codificados. El problema de la sociedad actual es que ese código bien establecido entre los adultos y los niños ya casi no existe. O existe mucho menos.
–Era bueno, entonces, eso que se hacía en otras culturas.
–No puedo decir “era bueno”. Digo que eso existía, permitiendo que el pasaje de la niñez a la adolescencia se desenvolviera de manera que los riesgos se expresaran en un contexto de seguridad.
–¿Qué se puede hacer hoy para facilitar una situación semejante a la que usted describe? Me refiero a que el adolescente pudiera tener la posibilidad de experimentar, sin transformarse en víctima del experimento.
–Antes era la sociedad la que asumía el contexto de seguridad. Hoy es la familia quien debe asumirlo, y si no lo hace los adolescentes construirán su propio contexto, ese que necesitan, a partir del grupo de iguales, de bandas.
–Esas bandas constituyen el lugar donde el adolescente experimenta el mundo al tiempo que se siente protegido.
–Sí. En esas bandas se viven también ritos de pasaje. Tienen códigos que, evidentemente, a los que estamos fuera nos cuesta visualizar.
–¿Y qué pasa cuando el adolescente no tiene una familia o un grupo que lo apoye en el pasaje?
–En ese caso experimentará solo, tratará de explorar el mundo solo.
–Corriendo riesgos.
–Sí, enormes riesgos. Y esto es lo que explica el número de suicidios en la adolescencia. Los suicidios han subido enormemente en los últimos años.
–¿El suicidio como qué?
–Como una manera de jugar con la muerte, de tomar riesgos. De ver hasta dónde él puede ir.
–Usted sabe que aquí en estos países del Cono Sur tenemos una tasa de suicidios de adolescentes bastante alta.
–Ah, fíjese... ya veo que me va a preguntar por qué. No me lo pregunte, no conozco la región –dice riendo–.
–Es verdad que se lo iba a preguntar. ¿Qué piensa del uso frecuente de drogas en la adolescencia?
–Aunque no totalmente, se explica como otra forma de experimentar, de buscar riesgos.
–En este siglo, es evidente, se puso mucha atención en el niño y el adolescente, ¿se han producido cambios a partir de esa preocupación?
–Sí, ha habido una transformación importante en los últimos años, en el sentido de que los adolescentes tienen hoy, desde todos los puntos de vista, la capacidad de actuar como los adultos. En el terreno del sexo, por ejemplo.
–Considera que esto es positivo para el adolescente.
–Es positivo cuando no resulta demasiado angustiante.
–Lo cual dependerá de cada adolescente.
–Sí, de su historia, de su entorno. Hubo una generación absolutamente particular, entre 1970 y 1980, en la cual fue posible ejercer la sexualidad sin peligros. Ni el del embarazo, por la píldora; ni el de la infección mortal, pues no existía el sida. Es un período excepcional en la historia de la humanidad.
–Los adolescentes tuvieron la sensación de que lo podían todo.
–Sí, aunque no sin cierta inquietud, pues no estaban todavía preparados ni se sentían capaces para tanto. Nada más inquietante para el adolescente que no poder representarse los límites. Yo pongo siempre el ejemplo de una jovencita muy ansiosa, que un día me dijo: “Mi padre es un muro sin cimientos”. Lo que necesita el adolescente es un muro al que poder agarrarse y contra el que poder luchar.
–¿Poder luchar?
–Sí, también poder luchar. Un muro sin un lugar de donde tomarse es más una presión que un muro. Un muro sin cimientos es un ataque. No permite el desarrollo.
–¿No cree usted que a los padres de los últimos años les cuesta mucho decir “no” a sus hijos?
–Yo creo que permanentemente hablamos de la crisis que viven los adolescentes... pero hay una crisis de la que se habla poco y es grave: la crisis parental.

 

 
Enpsiclopedia Por Rudy

Ajedrez y psicoanálisis

Uno de los participantes del foro Buffet Freud del Congreso virtual de psicoanálisis preguntó:
–¿En qué se parece y en qué se diferencia un congreso de psicoanálisis de un torneo de ajedrez?
He aquí la respuesta de Buffet Freud:
–En ajedrez hay ELO, en psicoanálisis hay EOL.
–En ajedrez nadie mata al rey y luego se acuesta con la reina para finalmente descubrir que era hijo de ambos.
–En ajedrez nadie paga por las jugadas que no hace, y ...
–En ajedrez hay Jaques, y en los Congresos psi hay Jacques.
Y recomendó la lectura de los siguientes artículos
Envidia del peón, por Sigmundo Fallocorto;
Jaque a his majesty the baby, por Melanie Karpov;
Juanito, un caso de fobia a los caballos 4 torre, por Jacques Alrey;
El yo y sus defensas: diferencia entre la siciliana y la nimso-india
La angustia ante la pérdida de la torre, por Aldred Capablanca;
Cómo atravesar el objeto alfil, por Karl Korchnoi, y
Jaquean a un niño; El trabajo de un analista con su paciente; Escisión y escaque en la esquizofrenia (Spaltung und Schuitzerái).

 

PRECISIONES SOBRE LA NEUROSIS MAS CLASICA Y ACTUAL
No es igual seducir que “histeriquear”

Por Claudio Jonas *

Uno de los temas a los que se han incorporado con total liviandad la mayoría de los medios masivos de comunicación es la histeria. Quizá por ser ella objeto de estudio paradigmático de las investigaciones y de la terapéutica psicoanalítica, valga la pena recuperarla en su especialidad; histeria es la denominación que se le da a un conjunto de signos y síntomas que afecta a ambos sexos con predominio en las mujeres y sin distinción por su estética.
Dicho lo cual se pueden ir despejando algunos equívocos que se fueron instalando a medida que la divulgación científica perdió el rigor que necesita. Por ejemplo, es inexacto que Freud hubiera pretendido homologar histeria y femineidad. Porque afecta también a los hombres, incluidos los de la clase obrera; porque se puede padecer de histeria sin que exista ninguna manifestación en el carácter que la acompañe; y porque las evaluaciones sobre la belleza de las/los pacientes nos pondrían en una intrincada controversia de subjetividades.
Respecto de este conjunto de signos y síntomas, vale decir que tienen su manifestación patognomónica en el cuerpo. Claro que de esto tampoco corresponde concluir que cualquier padecimiento corporal, aun en el caso de aparecer en un momento de crisis de los pacientes, es expresión de un síntoma histérico. Al revés de lo que se cree vulgarmente, la ecuación desencadenante se nutre de la cualidad de los significados antes que de la magnitud de los hechos. Además, la forma en que estos signos y síntomas corporales afectan la anatomía de los histéricos puede ser francamente orientativa para el diagnóstico, siempre y cuando se oriente la atención en la dirección adecuada. ¿Por qué? Porque la respuesta está en el campo de la semiología clínica y no en el ámbito de los discursos. La histeria de conversión, en sus manifestaciones de gran ataque histérico o de “equivalentes”, reemplazan la anatomía científica por otra imaginaria.
Otro punto que merece una consideración especial es la seducción, tanto más cuando se la incluye como síntoma conspicuo para el diagnóstico de histeria. Como se puede comprobar en cada presentación clínica, las posibilidades de deslinde no sólo se complejizan en el ámbito de las indicaciones terapéuticas (que, dicho sea de paso, para eso nos servirían los diagnósticos precisos) sino que un tufillo moralizante se ha infiltrado en el lenguaje popular al punto de considerar sinónimos seducir e “histeriquear”.
De este modo, prácticamente se incorpora al campo de la psicopatología una práctica cultural persuasiva que acerca amorosa y sexualmente a hombres y mujeres. Si bien es cierto que la represión sexual puede producir en la histeria un efecto de hipersexualización aparente, donde todo parece sexual menos lo específicamente sexual, no se desprende de esta posibilidad eventual la conclusión de que siempre acompañará al cuadro de la histeria, ni tampoco que todo tipo de seducción pueda considerarse emparentado con la histeria.
Ahora bien, estos deslizamientos y equívocos han ido produciendo un efecto de ocultamiento de los síntomas histéricos, a partir de lo cual algunos colegas intentan decretar la desaparición de la histeria clásica y su reemplazo por las formas modernas y “posmodernas” de la histeria. Sin embargo, para quienes la observación desprejuiciada de la realidad siga siendo una condición irrenunciable de su actividad científica, la posibilidad de encontrarse con el gran ataque histérico, como lo describiera Charcot en el siglo XIX, está todavía a la orden del día. En muchas guardias de hospital se la sigue diagnosticando y denominando “la H”, aunque –lamentablemente– en muchas de ellas esta adecuación diagnóstica sea seguida de un inapropiado botiquín de recursos que denotan la incomprensión de la causalidad inconsciente del cuadro. Incomprensión esta última que se corresponde con la poca o ninguna información querecibe un médico durante su carrera respecto de la causalidad de las neurosis.
Pero es justo afirmar que tampoco las “actualizaciones” psicológicas posfreudianas sobre la histeria darían la luz necesaria para aclararles el panorama. El reemplazo de la metapsicología y de la tópica freudiana por infinitas variantes más o menos originales han abierto un espectro de especulaciones de tal índole que el psicoanálisis más allá de haberse convertido en tema de conversación mediática se acerca peligrosamente a su peor destino: el charlatanismo.

* Psicoanalista

 

POSDATA
Adicciones. Grupos gratuitos de orientación familiar para prevención y asistencia sobre drogas y alcohol. Centro de Vida, 4821-6016.
Orientación. Espacio Clínico brinda un servicio de orientación psicológica telefónica gratuita. El horario de atención es de lunes a viernes de 13 a 21 en el 4375-0705.
Charlas. El Instituto de Psicodrama Jacob L. Moreno invita para hoy a las 19 al taller: “Un nuevo año, quiero que sea mejor”, coordinado por la licenciada Mercedes Bazo, y para el lunes 22, también a las 19, a una charla informativa sobre adopción, a cargo de la licenciada Dolores Naon, especialista en adopciones. Se requiere inscripción previa en el 48627867.
Taller. La Sociedad Argentina de Psicodrama invita a participar del taller “Una puesta en escena de nuestra realidad actual”, coordinado por la doctora Raquel Bitman y los licenciados Edit Gross y Raúl Noceti, el 24 de enero a las 20. Informes:Thames 620 o al 4854-8742.
Atención. El servicio de Psicopatología de la Liga Israelita Argentina contra la Tuberculosis brinda un servicio de atención telefónica las 24 horas, para crisis emocionales y emergencias psiquiátricas. Tel. 154444-6818.

 

Mail de estas páginas: [email protected] . Fax: 4334-2330.

 

 

PRINCIPAL