A los seis años comenzó a nadar en pileta y a los diez compitió como federado por primera vez, representando al Club Náutico Hacoaj. “Tronquito y voluntarioso”, se definió sobre sus comienzos Damián Blaum, distinguido como Personalidad Destacada del Deporte por su trayectoria el 23 de abril. El nadador argentino y campeón mundial de aguas abiertas en 2013 tiene en su haber, además, la gesta de haber cruzado el Río de la Plata desde Colonia del Sacramento hasta Punta Lara. Tardó nueve horas y seis minutos en nadar los 42,2 kilómetros con los que unió Uruguay con Argentina. Semejante logro lo consiguió con un record histórico, que bajó casi una hora y media el tiempo del cruce que había conseguido Gustavo Oriozabala en 1993.

En busca de seguir agigantando su carrera se levanta cada día a las 5.45 y a las 7 ya está en el agua hasta las 9.30. Luego continúa en el gimnasio hasta casi las 11. Por las tardes vuelve a la pileta entre las 15.30 y las 18. En el medio intenta comer y descansar para recargar energías. Su entrenamiento semanal consta de diez sesiones en el agua que equivalen a unos 80 kilómetros, tres sesiones de pesas, otras tres corre entre 30 y 40 minutos y suma dos turnos más de entrenamiento funcional. En el cierre de cada jornada algunos días da clases de natación y preparación física, y otros cursa la carrera de Marketing Deportivo.

Actualmente representa a River, el equipo de sus amores, y al Club Natación Sabadell de Barcelona, cuando está en Cataluña (a donde residía parte del año hasta el nacimiento de su hija). Aunque en realidad está cien por cien enfocado en defender los colores del país en el circuito mundial, y los clubes le dan el aval federativo que necesita.

–¿Cómo llegás a nadar en aguas abiertas?

–En la pileta veía que tenía un límite por mi contextura física (1,76 metros) y mi técnica. En 1995 en GEBA había muchos nadadores de aguas abiertas, y me incentivaron a meterme en este mundo que para mí es maravilloso. A los 15 años surgió la posibilidad de probar, y los resultados me acompañaron desde el comienzo, lo cual me motivó mucho. Fue un camino de muchísimo trabajo y muy duro. Hubo sufrimiento e incertidumbre porque no sabía si el trabajo y el esfuerzo iban a traer algún resultado. Pero como me gusta decir, el trabajo siempre paga tarde o temprano. Aunque no sea talentoso trabajé tanto, tanto, tanto a lo largo de mi vida que eso me permitió conseguir grandes logros.

–¿Cómo lograste la gesta de unir Uruguay con Argentina nadando por el Río de la Plata?

–Swim Argentina, una empresa que se encarga de la logística de los cruces, me propuso intentarlo. Era un objetivo que tenía de chico pero lo había dejado de lado por las dificultades que implicaba organizar algo así. El 14 de febrero de 2018 lo intenté y cuando estaba por la mitad, como es de público conocimiento, Prefectura no me dejó seguir por un tema de papeles que no se habían presentado en tiempo y forma. Tuve que salir del agua y navegar hasta Buenos Aires. A las 48 horas volví a Colonia y tuve la posibilidad de que se presentara un día favorable, algo que veníamos esperando hace bastante tiempo. En todo momento me mantuve positivo, intenté no pensar en lo que había sucedido tres días atrás, y a pesar de que tenía mucho cansancio por lo que ya había nadado me mantuve fuerte. El día no era tan bueno como el 14 pero igual pude hacer el record, bajarlo casi una hora y media y abrazarme con mis seres queridos: Esther, mi esposa, que es mi entrenadora, y Gala, mi hija. Fue muy lindo.

–¿Hubo algún momento crítico tras más de nueve horas nadando?

–No, lo piloteé bien, al no competir contra rivales, cosa que hago normalmente, fue todo más agradable. No tuve mayores inconvenientes, fui gestionando mi cansancio poniéndolo todo el tiempo a mi favor, intentando ir lo más rápido que podía siempre, pero sin buscar el límite. Nada que pusiera en riesgo la posibilidad de hacer el récord ese día. No tuve momentos críticos.

–¿Cuáles son tus próximos objetivos?

–Mi objetivo más inmediato es la Copa del Mundo que tendrá lugar en Canadá el 27 de julio, y luego habrá otras tres copas del mundo en Europa (el 24 de agosto en Macedonia, el 31 en Croacia y el 7 de septiembre en Italia). Cuando toca ir a representar al país uno lo quiere hacer de la mejor manera y dejar al país lo más alto posible. Afrontando el desafío con responsabilidad e ilusión.

–Más allá de la repercusión del cruce del Río de la Plata, ya habías nadado distancias superiores…

–Sí, nadé la Hernandarias-Paraná, una carrera del Circuito Mundial que tiene 88 kilómetros de extensión y es la más larga del mundo. Esa competencia la gané tres veces: en 2007, 2009 y 2010. Fue otro tipo de travesía. Llegué a nadar diez horas 19 minutos, y eso fue lo más largo que hice.

–¿Cómo viviste el reconocimiento de la Legislatura porteña hace poco menos de dos meses?

–Fue un gran honor y a la vez fue muy diferente a los premios que había recibido anteriormente, porque uno siempre participa con otros deportistas. En cambio éste es el reconocimiento de mi ciudad y no por un año de carrera, sino por toda mi trayectoria. Eso me hizo ver en retrospectiva que durante mucho años vine haciendo las cosas prolijas y muy bien. Poder vivirlo con mi familia, a diferencia de otras distinciones que las siguieron por televisión, fue maravilloso.

En este momento no tiene beca de la Agencia de Deportes, ya que el organismo considera que al dedicarse a carreras más largas y no estar dentro del programa olímpico no pueden apoyarlo. La tuvo por más de 12 años y se cortó hace dos. Se mantiene con el apoyo de sponsors privados y con lo que gana en cada carrera. Tiene 38 años recién cumplidos, pero no vislumbra su retiro. Su equipo de trabajo lo integra un guía, que cambia según el lugar, y que se encarga de la alimentación y la estrategia fuera del agua. También su entrenadora y esposa Esther Nuñez Morera, una psicóloga (Nelly Giscafré), un médico (Enrique Prada), un masajista (Gustavo Alvarez) y su familia, a quien destaca como el pilar fundamental de su carrera.