Una vez terminada la retrospectiva, Leticia Mazur dará ahí mismo un taller y estrenará Phantastikón. El nombre de su nueva creación le encanta: lo tomó  de un texto de Jung sobre la imaginación activa. “Es el espíritu imaginativo, lo que no se ve y que estaría dentro nuestro. Jung investiga la relación entre la imaginación y la materia, que está afuera. Cómo la imaginación necesita hacerse visible, hacerse materia y necesita de un lenguaje para eso”, cuenta la bailarina, directora y actriz . “Y bailar es eso mismo porque supone la imaginación y el cuerpo materializándola. El camino entre lo que no se ve y lo que se ve me interesa mucho”, agrega. En la obra que se conocerá en agosto habrá tres bailarines en contacto con materiales diversos. “Hay un trabajo grande con el espacio y cosas que no sé cómo llamarlas porque no son objetos reconocibles, son materiales. Los elegimos por cómo se ven, cómo se mueven, cómo suenan”. En el workshop va a proponer a los alumnos entrar en una zona de riesgo en relación a sí mismos. “Cuando bailamos todos tenemos ciertas herramientas y hábitos. Creo que hay que usarlos pero para que sean el medio para acceder a aquello que no sabemos de nosotros mismos. Y como entregarse da vértigo, lo hago desde un lugar de mucho respeto por los alumnos”, aclara. A nivel personal, reconoce que las clases que tomó con Diana Szeimblum, cuando la coreógrafa regresó de Alemania donde integró la compañía de Pina Bausch, le partieron la cabeza. También la marcaron el venezolano David Zambrano y la norteamericana Chrysa Parkison.