¿Cuántos colores y olores, densidades y personajes; qué paisajes y situaciones, diálogos, discusiones, contextos y discursos pueden caber en un dúo? Esa pregunta podría ser una guía para escuchar el disco Cliché, del vientista y compositor Marcelo Moguilevsky junto al guitarrista y compositor Sebastián Espósito. Cambios tímbricos, de la guitarra de ocho cuerdas, eléctrica y acústica al clarinete, el saxo, la flauta y a la voz de Moguilevsky; y vaivenes musicales, con momentos de alta densidad orquestal y otros de más simpleza, dinámicas muy potentes a otros de susurros. Por momentos, ambos dialogan musicalmente, en otros, discuten, la composición se tensiona. Romance y destierro, actividad y contemplación. Klezmer, flamenco, bolero, folk y folklore. Hay un hecho cultural y Moguilevsky y Espósito lo presentan en la sala sinfónica del Centro Cultural Néstor Kirchner hoy a las 20 horas con entrada gratuita. En la previa, dialogaron con Página/12.

“Seba me convocó para tocar el clarinete en una canción suya, ‘Calesita’ –el segundo tema del disco–. La grabamos y se dio una afinidad que no es fácil de lograr. Esa afinidad tiene que ver con un montón de cosas, de repertorio, de cosas que uno escucha y de recorridos étnicos de músicas folclóricas del mundo, hasta las cosas más triviales en donde tal vez también tenemos gustos parecidos. Y después vino ‘Castigo’, que es el tema que sacamos como single –disponible en Spotify–, también de Seba, que yo canto. Tenemos un dúo que va a producir mucha discografía y muy distinta entre sí”, cuenta Moguilevsky.

–Si bien “Castigo” es un tema compuesto por Sebastián, la interpretación es tan sentida que pareciera un tema tuyo.

Marcelo Moguilevsky: –Sí, lo sentí desde un primer momento como si fuera mío. Eso también habla de una afinidad que uno no sabe de dónde viene. Y Seba tiene una forma de tocar que a mí me anima a cantar canciones y me potencia mucho.

–En el disco se entrecruzan sus propios estilos, el minimalismo folk tipo Bill Frisell, la música klezmer, el flamenco, el bolero. Es un dúo diverso, con mucha renovación a lo largo de las canciones.

Sebastián Espósito: –Sí, cada tema sorprende con algo, no es un disco que ponés play y entrás en una dimensión homogénea. Y eso no tiene solo que ver con la paleta tímbrica sino también con la selección de temas y con nuestra propia diversidad compositiva.

M. M.:–En mí, la forma íntima del dúo es histórica, desde Quique Sinesi, Cesar Lerner y Juan Falú. La verdad es que juntarse con alguien que es igual a uno es un embole. En la diversidad hay algo increíble. Por ejemplo, es la primera vez en 50 años de músico que toco con una guitarra eléctrica. Con eléctrica hacemos el tema “Noche de Ronda” y “Vals”, que es mío y que hacíamos con Puente Celeste, en donde toco el saxo soprano. También está la eléctrica en otros temas que no quedaron en el disco, como el poema “Las Cosas”, que es de Borges y yo le puse música. La eléctrica me pone en una dimensión muy atractiva estéticamente. Ese universo me abrió mucho la cabeza junto con la guitarra de ocho, que tiene esa mugre tanguera, rockera. Por otro lado, la acústica con cuerdas de metal es una cosa transparente, folk, y yo soy muy sensible a lo tímbrico. Siento que oxigena y me hace elegir a mí también distintos timbres.

–En el disco se percibe a dos músicos con una voz muy propia, lejos del género como forma de encasillar y de los yeites como latiguillos.

S. E.: –En mi caso, incursioné desde chico en muchos géneros y no me encuadré de lleno en ninguno. Arranqué a tocar la guitarra clásica, luego fui hacia el jazz, el flamenco y laburé como sesionista desde chico, con Abel Pintos, León Gieco y cantantes de todos los palos. De todo eso, quizás la música que profundicé es el flamenco, pero supongo que si alguien necesita un guitarrista de tango, llamarán a otro, o lo mismo con un jazzero.

M. M.: –Bueno, si quieren llamar a un clarinetista no me van a llamar a mí, a menos que me quieran llamar a mí. Es una ventaja y una desventaja. A mí me resulta interesante que me llamen para ser lo que soy, porque me siento cómodo con quien soy. Siempre tuve la sensación de estar en deuda con cada instrumento, pero a la vez con lo que tengo estoy a gusto para decir lo que siento, y si vuelvo a ese origen de que la música me tiene que servir para decir lo que siento, está bastante bien, es una sensación grata.

–¿Qué se puede adelantar de la presentación en el CCK?

M. M.: –En principio, tenemos como invitado en cuatro temas al percusionista Mario Gusso. En cuento a la puesta, pensamos en armar distintas y pequeñas islas en el escenario, una para cada instrumentación en donde habrá un diseño particular en cuanto a las luces, algo sobre lo que tenemos bastante expectativa. La idea es que cada tema tenga su paisaje lumínico. Y que en semejante sala reaparezca la intimidad que hay entre nosotros cuando trabajamos.