¿De qué manera, estas otras formas que comienzan a instalarse en la sociedad surfean el machismo, el patriarcado o las relaciones de opresión que impone el sistema capitalista? Los vínculos no monogámicos que practican el amor libre, el poliamor, no están exentos de fallas e incluso pueden verse contaminados por las propias jerarquías de poder contra las que luchan.

Las personas que han sido criadas y socializadas culturalmente para vivir relaciones monogámicas y alcanzar el modelo tradicional de familia pueden reaprender y atender otros modos de desear y relacionarse sexo afectivamente. Durante ese proceso, algunas personas pueden ejercer determinadas formas de violencias, que se reproducen en algunos vínculos monogámicos, se filtran sutilmente, son personas que toman a su conveniencia estas maneras revolucionarias de afectarse, conservan jerarquías de poder, privilegios y formas de opresión de manera disfrazada, en nombre de una supuesta libertad mutua y consensuada.

La figura del hombre cis “deconstruido” o ese pibe atento, que cuenta que abandonó amigos porque ya no festeja chistes misóginos, que te propone una relación abierta, pero no indaga sobre cuáles son tus deseos y que cuando tienen sexo solo acaba él y a vos que te parta un rayo. O esa piba que te canceló un encuentro a último momento porque ya había arreglado verse con otro de sus vínculos. O el chongo que solo llama a la trava cuando tiene ganas de coger. ¿Son estas formas de violencias? ¿Faltas de empatía y cuidados? ¿Qué rol juegan la competencia con otrxs, los celos, las inseguridades? ¿Qué acuerdos se pactan y en qué condiciones? Abro el debate en las redes sociales e invito a lxs usuarixs a que me cuenten sus experiencias.

“En una de las relaciones abiertas que tuve le planteé a la persona con la que estaba que había cosas que no me gustaban, me dijo que iba a cambiar, pero después lo único que hizo fue desaparecer sin hacerse cargo de absolutamente nada”. Me cuenta Camila desde su cuenta de Instagram, tiene 24 años, es bisexual y mantiene vínculos libres desde los 20.

Bruno me escribe por WhatsApp, un tipo trans de 35 años, que habitó durante largo tiempo relaciones poliamorosas, pero actualmente transita una relación monogámica que no se parece en nada a la primera que tuvo de este tipo, porque hoy cree que lo que hace buena a una relación no tiene que ver con cojer con una o muchas personas de forma libre sino con “una base de respeto mutuo”: “Viví la traición de los acuerdos en una relación abierta (en la que descubrí que el sexo había sido usado para manipularme a mí y a otras personas) el duelo de la separación y la traición fueron duras y difíciles de llevar, pero no impactó tanto en mi confianza, en mi sexualidad, en mi vida porque tenía otros vínculos sexo-afectivos que supieron contenerme. Además, mi placer no estaba relacionado únicamente a una persona, ni a las actividades, experiencias o experimentaciones sexuales o sensuales con ella” cuenta.

Ana me contacta por el chat de Messenger desde su pc mientras toma café, comienza con un: “yo soy bisexual, él era pansexual” y continúa: “Mantuve un vínculo libre donde fuimos compañerxs, amigxs, amantxs. Pero me resultó muy difícil contarle a mi entorno que una relación así era lo más lindo que me había pasado. Me decían que no me quería, masoquista, con poca autoestima, que eso que yo vivía no era nada, no existía. Pero existió y fue uno de los vínculos más intensos de mi vida por 4 años”.