El médico sanitarista y ex viceministro de Salud de la Nación conversó con Página/12 sobre el estado del sistema de salud porteño y el deterioro en el servicio de atención primaria. "Luego de doce años de macrismo en la ciudad, el sistema de salud está en retroceso y sumamente deteriorado", aseguró el presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria.

--¿Cómo ve el sistema de salud pública de la Ciudad de Buenos Aires?
--Durante las gestiones de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, el presupuesto de Salud ha perdido representación respecto al presupuesto total de la ciudad y eso se expresa en un deterioro muy grande de la capacidad instalada. Hubo una caída notable en el promedio de camas disponibles, que pasó de 7.549 camas en 2007 a 6.986 en 2017, lo que equivale al cierre de cinco hospitales. Además, se observa una disminución en la cantidad de internaciones, en las consultas externas y en las consultas en los centros de salud. Tras doce años de macrismo en la ciudad, el sistema de salud estatal está en retroceso y sumamente deteriorado, siendo que la población que se atiende en el sistema público no sólo no está en retroceso sino que incluso aumentó en los últimos años.

--Desde Soberanía Sanitaria señalaron que hubo un deterioro del primer nivel de atención, ¿qué significa esto?
--El sistema de salud porteño es muy hospitalocéntrico, con grandes hospitales que responden a la mayor parte de la atención y muy pocos centros de salud. No se prioriza la atención primaria y si bien es cierto que hubo un desarrollo sostenido del primer nivel de atención y se pasó de 37 Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) en 2005 a 44 en 2018, esto no redundó en más atención: el número de consultas por año bajó de 900.000 a alrededor de 700.000, lo que significa un claro deterioro en el acceso a la salud de la población. Además, la cantidad de centros de salud en la ciudad es muy similar a la de cualquier distrito de la provincia de Buenos Aires, pero con una población mucho más grande. Es decir que estos centros no están suficientemente metidos en los barrios y muchas veces un centro de salud tiene una población a cargo de 30.000 personas, demasiado alta para el primer nivel de atención, con lo que se pierde la relación más directa con la población, más allá de los enormes esfuerzos que los equipos de salud hacen en los CeSAC.

--¿Y qué implica que no se priorice la atención primaria de la salud?
--El modelo de atención de todo el sistema de salud de la ciudad es de atención a la demanda: uno saca un turno y va a ver al médico. Y el nivel de trabajo extramuros, de prevención y trabajo comunitario, es muy bajo, más allá del enorme compromiso y la convicción que tienen los equipos de salud en los CeSAC. Pero no se trata de una política clara ni muy desarrollada desde el sistema de salud. Y esto tiene que ver con que se ha priorizado un modelo orientado a la atención de la emergencia más que a la prevención y a la promoción de la salud. Entonces, para poder hacer un seguimiento que generalmente uno se haría en un centro de salud o en consultorios externos --como puede ser el seguimiento de enfermedades crónicas y los controles periódicos de salud-- el sistema demanda que uno saque turno, sepa que tiene que hacerse determinados estudios, comprar una medicación, etcétera. Todo eso lleva un nivel de previsibilidad que en momentos de crisis económica y social como el que estamos viviendo es muy difícil de sostener. Y esto se traduce en la reducción de las consultas ambulatorias y en una mayor aparición de síntomas en la guardia. Y la guardia es un muy mal lugar para hacerse un control de salud, porque allí se atiende el síntoma pero no se trata la enfermedad de base. Por ejemplo, se regula la diabetes en el momento pero después el paciente se vuelve a la casa y no puede acceder a un tratamiento ni a la medicación o no puede hacer la dieta adecuada, con lo cual la complicación crónica de la enfermedad va a seguir apareciendo hasta que sea inevitable.

--¿Cómo analiza el funcionamiento de los CeSAC en la Ciudad?

--Yo creo que los CeSAC --sobre todo desde que el Estado nacional abandonó los programas nacionales, que le daban más fuerza al primer nivel-- hoy se sostienen porque adentro hay trabajadores con mucho compromiso, convicción, esfuerzo y capacidad para mejorar la salud del pueblo y que tienen una mirada comunitaria. Si no hubiera una militancia en esos trabajadores, estos centros de salud se hubieran desmadrado muchísimo más porque la Ciudad de Buenos Aires lleva años de una enfermedad crónica que le baja la energía y la capacidad de resolver los problemas de salud de los porteños.

--¿Hay una desigualdad entre la atención primaria en el norte y sur de la ciudad?

 

--Es parte del abandono histórico del sur de la ciudad. En la Ciudad de Buenos aires no sólo aumentó la mortalidad infantil sino que, sobre todo, aumentó la desigualdad: se redujo la mortalidad infantil en los barrios del norte pero aumentó en los barrios del sur. Y esto es porque falta instalación del sistema de salud en los barrios del sur. Falta una decisión política de poner el Estado a generar equidad, y equidad no es igualdad: hay que darle a cada uno según sus necesidades. Entonces, el Estado debería ir mucho más fuertemente a las zonas donde sabe que está la población que más lo necesita. Hay muchos centros de salud que están en barrios donde ese centro es casi todo el sistema de salud pública que hay en el territorio, como pasa en la Villa 31 y en muchos otros barrios populares de la ciudad. Pero falta infraestructura y una mayor importancia de la atención primaria dentro del sistema de salud que la que tienen. Hay una falta de infraestructura enorme en todo el sistema de salud público de la ciudad con la excusa de que los porteños no lo utilizan porque utilizan prepagas y obras sociales, lo cual no solo es mentira sino que además desatiende la salud de aquellos que utilizan exclusivamente el sistema público que son, sobre todo, quienes viven en los barrios más vulnerables y especialmente en la zona sur.