La idea de que el infierno existe, y que está encarnado en “la mirada del otro”, constituye uno de los pilares que atraviesa el clásico de Jean Paul Sartre A puerta cerrada, obra existencialista escrita por el filósofo francés en 1944. El desafío de explotar en escena el concepto de la influencia de las miradas ajenas en la psiquis personal fue tomado por la periodista y escritora Irene Chikiar Bauer, quien decidió adaptar y dirigir su obra.
“La idea surgió en San Antonio de Areco cuando fui convocada por un grupo de actores que, habiendo decidido hacer la obra, me pidieron que los asesorara desde lo literario y filosófico. Y en esas conversaciones para que entendieran qué había detrás de sus personajes, me preguntaron si podía dirigirlos. Entonces me animé. Lo que yo les subrayaba es que se puede haber una obra de teatro donde no subyazcan cuestionamientos filosóficos pero que esta obra no era posible hacerla así. Para representarla bien ellos tenían que tener ciertas nociones de lo que era, por ejemplo, la mala fe, la libertad, la angustia, cuestiones que Sartre trabaja todo el tiempo”, relata la directora.
--Es a través de la mirada del otro que el sujeto se significa, confirma su propia existencia y construye su identidad. Pero a su vez, también es en donde encuentra los límites a su posibilidad de instituirse y desplegarse. ¿Existimos porque nos miran? ¿Hasta qué punto nos transforma la mirada del otro?
--En el drama del filósofo, un hombre (Daniel Lambertini) y dos mujeres (Florencia Mendizábal y Gloria Morgan) son introducidos en una habitación por un personaje enigmático: el camarero (Horacio Bauer). Allí, los tres protagonistas completamente desconocidos entre sí, se encuentran con que en ese infierno tan temido no hay ni fuego ni tridentes. Sino que, condenado eternamente y sin ningún tipo de tortura física, cada personaje se transforma en el verdugo para los otros dos. De a poco, los personajes desentrañarán las verdaderas razones por las que deberán pasar juntos toda la eternidad.
¿Cuál es entonces la condena? ¿Qué es entonces el infierno? Para la directora, una respuesta posible es la que brinda Sartre en A puerta cerrada: cuando no hay posibilidad de amor, de empatía, de solidaridad, "el infierno son los otros". “Lo que tienen estos personajes es que están tan concentrados en sí mismos que nunca pueden tener una real relación empática con el otro y por eso están en el infierno. En un contexto de crisis ambiental, humanitaria y política en todo el mundo, no hay salida y estamos en el infierno si las relaciones entre los seres humanos están viciadas de egoísmo y de una falta de participación afectiva”, explica.
En una época donde el mandato es el éxito personal y el individualismo, se plantea una cuestión fundamental: ¿cómo salir del infierno que es el otro y es uno mismo, si somos en esa relación? “Somos un vínculo, estamos ligados. Es imposible salir del infierno si no tomamos conciencia de lo que nosotros afectamos a los otros y de lo que los otros nos afectan. Es imposible salvarse solo”, expresa Bauer.
La obra puede verse los domingos a las 18.30, en el Teatro La Máscara, Piedras 736.