Después de pasar un año sin cobrar sus sueldos y mantener más de cuatro meses de acampe, los trabajadores de la ex Canale de la planta de Lavallol obtuvieron la autorización de la Justicia para volver a producir. La planta es una metalúrgica donde se hacen envases para enlatar alimentos. Desde su cierre, los despedidos venían aguantando en la puerta de la fábrica, con un fondo de huelga y un puesto de choripanes que abrieron en la vereda.

"Vamos a salir a pelearla una vez más, ahora desde otro lugar. Queremos demostrarle al juzgado que somos viables, que somos capaces de llevar la fábrica adelante. Es un desafío porque el mercado está reducido, pero la vamos a pelear", aseguró a Página/12 Nicolás Macchi, delegado de la UOM.

Canale había dejado de pagarles los sueldos en julio del año pasado, aunque hasta fines de año los trabajadores continuaron yendo todos los días para cumplir con su horario laboral, en defensa de sus puestos. La mitad de ellos eran personal estable y la mitad contratados, y ya venían de atravesar una situación muy difícil en 2016, cuando estuvieron 6 meses sin trabajar y debieron sostenerse en conflicto para que la empresa no los dejara desocupados, como finalmente sucedió a mediados de 2018.

El cierre los tomó por sorpresa, porque ese mismo año la empresa venía de contratar más personal eventual. "A los trabajadores nos decían que estaban exportando, el panorama que nos pintaban era alentador". Sin embargo, al presentarse el procedimiento preventivo de crisis, los delegados encontraron en el expediente una deuda abultada y la retención de 90 millones de pesos de aportes patronales.

Junto con la planta de Lavallol, también cerraron otras dos unidades de negocios, en Mendoza y Catamarca, relacionadas con el procesamiento de alimentos. Cada caso tiene un expendiente por separado. Las instalaciones de Mendoza ya dictada una quiebra con continuidad. En el caso de la metalúrgica de Lavallol, la quiebra está dictada y lo que dió el juzgado fue un permiso transitorio para que la cooperativa vuelva a trabajar.

El desafío para la cooperativa es no sólo volver poner en marcha las máquinas, sino recuperar o encontrar nuevos clientes y hacer sustentable la producción. Mientras comienzan la nueva etapa, mantendrán abierta la parrilla al paso que armaron en la puerta, a través de la que canalizaron buena parte del apoyo del barrio.