Sudán parecía destinado a ser otro de los movimientos de liberación africanos que caen en un régimen militar. Pero al contrario que Egipto, su vecino al norte, el país parece haber encontrado un camino de negociación. La resistencia civil y los militares anunciaron ayer que habían logrado un acuerdo para compartir el poder durante una transición de tres años. Hasta las elecciones programadas para 2022, los sudaneses serán gobernados alternativamente por un civil y un uniformado. Hubo fiesta en las calles de Jartum.

Sudán fue gobernado por 30 años por Omar al Bashir, que fue derrocado por una serie de masivas protestas que comenzaron en diciembre por el aumento del precio del pan. Al Bashir fue un dictador brutal, que no dudó en reprimir ferozmente cualquier disidencia y es buscado por el Corte Internacional de La Haya por sus crímenes de guerra en lo que hoy es Sudán del Sur, el más nuevo país del mundo. Las protestas civiles dividieron a los militares, muchos de los cuales abrieron fuego contra sus camaradas para defender a los civiles.

El temor general era que los que quedaron efectivamente a cargo del país ya eran parte del gobierno del dictador. Dado que en la historia reciente de Sudán se encuentran eventos como el genocidio de Darfour, la idea era inquietante. En junio, las protestas fueron duramente reprimidas, con 128 muertos, tanto en Jartum como en su ciudad gemela del otro lado del Nilo, Omdurman.

El anuncio de ayer fue hecho por Mohamed Hassan Lebatt, mediador enviado por la Unión Africana. El período de transición de tres años va a culminar en un gobierno civil, con una vuelta a los cuarteles de los militares, explicó Lebatt. La transición tendrá un presidente militar por los próximos 21 meses y uno civil por el siguiente año y medio, éste encargado de llamar a elecciones. El gobierno estará compuesto por un concejo de once miembros, cinco elegidos por los civiles y cinco por los militares, con el onceavo votado por el mismo concejo. El primer titular del nuevo concejo será el teniente general Abdel Fattah al-Burhan, que actualmente preside el Concejo Militar.

Uno de los líderes de la coalición que negocia con los militares, Omar al-Degair, dijo que “esto puede ser el comienzo de una nueva era. El general Mohamed Hamdan, segundo a cargo del Concejo Militar de la Transición, ahora a cargo del gobierno, dijo que “este acuerdo es amplio y no excluye a ningún sector”. De hecho, llamó la atención que hasta se acordara investigar qué paso en la represión de junio y los militares aceptaran que estuviera a cargo un independiente. Las tropas que mataron a tantos civiles están bajo el mando del general Hamdan.

El anuncio fue recibido con festejos en las calles de las principales ciudades de Sudán, con gente bailando en la calle y marchas con banderas. Hubo batucadas con tambores en las esquinas.

La negociación puede ser la solución a una delicada crisis política que comenzó con el fracaso de las políticas represivas de al-Bashir y la pérdida de buena parte del país, que se independizó como Sudán del Sur. Los militares que finalmente arrestaron al dictador, lo enviaron a una cárcel donde él mandaba a disidentes y recuperaron millones de dólares de su mansión, siempre se presentaron como partidarios de la democracia. Pero de hecho, se negaban a entregar el poder.

El general al-Burhan tomó la oficina del dictador depuesto y se dedicó a tratar de dividir a los manifestantes, una inestable coalición de pequeños partidos políticos, grupos de izquierda y asociaciones profesionales. Pero miles de manifestantes acamparon frente al comando militar en la capital hasta que se aceptaran sus demandas. Ese campamento fue atacado por las tropas de Hamdan el 3 de junio, una noche en que murieron 128 y cientos fueron heridos.

 

La persistencia de las protestas y la enérgica mediación de la Unión Africana y de la vecina Etiopía, que temían una explosión y una oleada de refugiados, ayudó a lograr esta transición.