Jaqueado por la recesión, el Gobierno apuesta a generar expectativas mostrando un futuro venturoso. Todos los problemas se resolverían, simplemente, con acuerdos de libre comercio. Uno con la Unión Europea. Otro con los Estados Unidos. Y con Corea. Y con Singapur. Pero las movidas internacionales de Juntos somos el Cambio tienen otra intención más: buscan enredar a Fernández-Fernández en el fantasma de la 125. Si el llamado “campo” se sintiera agredido por el Frente de Todos, la principal fórmula opositora perdería votos en el interior de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. El contrapunto opositor es simple: coloca a Cambiemos como el generador del caos en la Argentina.

El último spot de Alberto Fernández posteado en las redes promete: “Juntos vamos a ordenar el caos que nos están dejando”. Añade: “Hay futuro para todos”.

La publicidad muestra a Fernández diciendo lo que sigue: “Quizá no te acuerdes pero junto a Néstor Kirchner ayudé a sacar el país de la crisis”. Después continúa así: “Cuando no estoy de acuerdo en algo digo que no. Cristina piensa que soy muy conciliador, y es cierto, pero cuando es necesario sé poner las cosas en su lugar. Soy profesor de la UBA, fana del Bicho y me gusta pasear a Dylan. Soy un tipo común. Quizás por eso es que puedo entender tus problemas. Hoy soy candidato a Presidente y junto a Cristina voy a ordenar el caos que nos están dejando. Tenemos la fuerza para hacerlo. Hay futuro para vos. Hay futuro para todos”. El Bicho es Argentinos Juniors. Dylan es el perro collie del candidato. El resto se entiende solo.

Teatro

Uno de los que se ocupó con detalle del escenario que pretende crear Mauricio Macri es el ex legislador santafesino y analista internacional Marcelo Brignoni. “Con acuerdos que ni siquiera firmó, el Gobierno quiere ilusionar a todo el interior”, dijo a este diario. “El industricidio llevado adelante por el gobierno de Cambiemos intenta, con esta teatralización, llevar una falsa esperanza a aquellos sectores de la economía que el Gobierno considera que aún le son fieles políticamente: los productores de materias primas de la Pampa Húmeda y de las economías regionales”. Agregó Brignoni que Macri quiere resucitar los debates de la Resolución 125 de 2008, la que diseñó el actual candidato a senador por Cambiemos Martín Lousteau, entonces ministro de Economía, y quiso convertir en ley Cristina Fernández de Kirchner. “Cambiemos cree poder seducir a los actores económicos del ‘campo’ y espera una oposición no razonable del Frente de Todos para reflotar aquellos alineamientos”, afirmó Brignoni.

La oposición irrazonable consistiría en plantear solamente que los acuerdos de libre comercio beneficiarían al campo y no a la industria, de modo de indisponer a los sectores que se sienten próximos al mundo rural contra los candidatos del peronismo, el kirchnerismo y el massismo.

En 2008, hace 11 años, los críticos del kirchnerismo aprovecharon hábilmente tres decisiones del Gobierno. Una, procurar un aumento de la recaudación fiscal mediante un incremento de las retenciones sin distinguir a los productores por tamaño, distancia de los puertos y tipo de producción. Otra, una vez comenzado el conflicto, presentarlo como una batalla contra “las patronales agropecuarias”. Ninguna otra medida de los gobiernos de CFK y de Néstor Kirchner fue presentada por ellos como dirigida contra propietarios por el solo hecho de serlo: “patronales”. La categorización sirvió a Mauricio Macri, Elisa Carrió y el radicalismo para ganar el apoyo de las clases medias urbanas, que pueden haber sentido una amenaza genérica contra el derecho de propiedad. La tercera decisión fue englobar al llamado “campo” bajo el mote de “oligarquía”, sin diferenciación política no sociológica.

La 125 creó una polarización inédita hasta ese momento, profundizó el abandono de las clases medias urbanas de la cercanía con el peronismo, pulverizó la Concertación construida con gobernadores radicales y agrietó el frente interno peronista. Muchos dirigentes de la zona agropecuaria núcleo de Santa Fe y Córdoba se distanciaron del kirchnerismo.

El interior

Fernández pareció advertir la trampa tendida por los anuncios de Macri y su canciller Jorge Faurie. El viernes visitó Mendoza, la provincia del vicepresidente de la 125 Julio Cobos y del actual gobernador Alfredo Cornejo, dos de los radicales concertacionistas de 2007 que en 2008 dejaron de serlo. En territorio adverso Fernández esquivó la trampa de Cambiemos. “No nos gusta que Macri le siga mintiendo a la gente como hasta ahora”, dijo. “Hay que ver qué nos queda después de Macri, pero con Macri vienen la reforma previsional y la reforma laboral, que van a traer aún más pobreza.” En lugar de dividir el mundo entre un supuesto campo y una presunta industria, dijo el candidato: “Soy porteño, pero el Gobierno de Macri está acostumbrado a la riqueza de la ciudad y absolutamente desatento a los problemas del interior del país porque tiene una mirada centralista y unitaria”. Reparó en que los agricultores enfrentan el problema de que, ante el deterioro de los precios internacionales, “no hubo ninguna medida del Gobierno para evitarlo”.

Clío

En la provincia de Buenos Aires, el candidato que busca destronar a María Eugenia Vidal el 27 de octubre está resuelto a insistir en su campaña uruguaya. Solo que en lugar del viejo Fusca de Pepe Mujica, el Volkswagen de los años ’60, Axel Kicillof ya recorrió 157.600 kilómetros en el Renault Clio de su amigo, armador político y ex vicecanciller económico Carlos “Carli” Bianco. Los spots muestran a un Kicillof que sonríe y abraza. Una máxima de Lula, a quien, dicho sea de paso, visitó el jueves Alberto Fernández en su presidio: “No se puede hacer política ni generar confianza sin tocarse ni mirarse a los ojos”, decía el ex presidente de Brasil.

Kicillof viene recorriendo tierra bonaerense. Seguirá haciéndolo en conjunto o en paralelo con Fernández, con su socia en la fórmula Verónica Magario y con el nuevo aliado Sergio Massa, primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.

El ex ministro de Economía trata de resistir la tentación de aparecer como un especialista en macroeconomía. Prefiere escuchar las preguntas de los habitantes del interior bonaerense, que representan un crucial 14 por ciento del padrón argentino. Sus asesores de campaña contaron a este diario que Kicillof no recibe planteos por la 125 ni por una ilusoria posición antiagraria. “Solo apareció el tema cuando nos juntamos con algunas de las entidades, como Carbap y la Federación Agraria, y en buen tono. Axel directamente puso sobre la mesa que nadie de nosotros está pensando en una nueva 125 y que en aquella nos equivocamos porque no establecimos segmentos diferenciados entre distintos productores y distintos cultivos.” El tipo de preguntas que recibe Kicillof es más bien común a todos los sectores. “Tanto los productores agrarios como los dueños de pymes preguntan si habrá crédito, porque hoy no aguantan con las tasas superaltas”, fue el relato. “Y ni hablar de sectores ligados a la industria y a la agroindustria como el metalmecánico, que en la provincia de Buenos Aires está en proceso de destrucción por parte de Macri y de Vidal.”

Este diario pudo saber que el proselitismo uruguayo con buen conocimiento del territorio les cayó bien a los intendentes del peronismo alineado con CFK y del Frente Renovador el jueves, durante una reunión en La Plata. “El tipo se bajó del caballo”, dijo uno. “Y conoce con mucho detalle los problemas de cada distrito”, dijo otro. “Desde las cloacas a la falta de crédito y la caída de la demanda.”

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