Ofelia Fernández llega a la casa de Dora Barrancos, se saca la campera y saluda. No se conocen mucho pero hay una complicidad que se nota en las miradas. Dora repara enseguida en las uñas impecables y pintadas de rojo oscuro de Ofelia y le agarra las manos con cariño: 

–Esto me encanta, es una maravilla. Nada de estereotipos al revés. Hay gente que funda estereotipos al revés, se viste de intelectual, se viste de feminista– dice.

–Uf, no, me da fiaca –contesta Ofelia mientras sonríe, se saca su bufanda y se acomoda en el sillón.

Una no llega a los veinte, otra está en los setentas. Ambas candidatas del Frente de Todos son figuras novedosas y no tradicionales de la campaña, están vinculadas al movimiento feminista y son presentadas y hasta se asumen casi como “outsiders” aunque tienen un recorrido político bastante envidiable. 

Después de un breve paso por el Socialismo de Vanguardia, Dora militó en la Juventud Peronista y con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 tuvo que exiliarse en Brasil. Volvió al país y en paralelo con su carrera académica como socióloga e historiadora nunca dejó de interesarse por la política. En 1994 fue electa legisladora porteña por el Frente Grande. Ahora, después de renunciar al directorio del Conicet en protesta por las políticas para el sector por parte del Gobierno, que demoraba el nombramiento de su sucesor, siente que no se puede quedar al margen. “Este es un ciclo aciago, muy crítico, abismal. Estas elecciones no son elecciones corrientes. Comportan caminos absolutamente contrapuestos: de un lado nos vamos al abismo, del otro tenemos muchas estrategias para adelante. Hay oportunidades en la vida en las que decir que no es mucho más narcisístico que el sí”.

 

 

Ofelia viene de una familia en la que la discusión política estaba presente en los asados dominicales, pero la vocación militante es toda suya. A los 15 años se convirtió en la presidenta del centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini más joven en la historia como integrante de una agrupación que se identificaba como de izquierda popular. Encabezó las protestas contra la reforma educativa impulsada por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y no se amilanó ante comunicadores y dirigentes que la subestimaban por “chiquita” y por mujer. Fue atravesada por las marchas de Ni Una Menos y ya referente de los y (sobre todo) las centennials, su participación en el debate sobre la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo terminó de catapultarla a la esfera pública “adulta”.  

Como a muchas otras, la centralidad del feminismo les llegó a partir de muerte de una mujer. Cuando Dora vivía en Brasil, una señora de alta sociedad bastante conocida fue asesinada por su marido. Mientras se realizaba el juicio, vio por televisión al abogado del homicida que aseguraba que la caso era sencillo porque se trataba simplemente de la defensa del honor. “Consternación e iluminación, ahí me di cuenta del inexorable significado diferencial de las mujeres. No la había salvado ni siquiera su clase. Había pagado con su vida la acusación de adulterio”, explica Dora cuando habla de sus inicios en el feminismo. “Ahora me doy cuenta de que lo que más me encantaba cuando era chica era ganarle una discusión a un varón. Como yo era una especie de Mafaldilla encontré que la habilidad que una podía tener era tener mayor saber”, dice. 

Treinta y cinco años después, a Ofelia le pasó algo parecido con Lola Chomnalez, la joven de 15 años asesinada a principios de 2015 en una playa de Uruguay. Una chica como ella, amiga de sus amigas, que iba a los mismos lugares que ella y cuyo femicidio también fue sometido a un escrutinio particular porque era mujer. “En 2015 empiezan las marchas de Ni Una Menos, yo tenía 15 años y ya militaba. El militante se ordena sus reivindicaciones de una manera segura y que entre algo nuevo fue medio inédito. De repente empezó a tomar una centralidad indudable. No asumía la palabra feminista porque entendía al feminismo como un punto de llegada, no como un camino. Llegué a la conclusión de que se trataba de posicionarte de un lado, de una contienda en la historia. El asesinato de Lola Chomnalez fue como un cachetazo. Incluso en el tratamiento mediático se especuló con que estaba yendo a pegar droga, sobre la conducta de los padres, eso generó una furia generalizada. A partir de ahí fue todo muy ascendente y muy rápido y ahora las chicas de 12 años me tienen cagando y es una locura”.

–¿Cómo te corren? ¿Qué te dicen?

–Hay cosas que cuando te las cuestionás desde tan chica te parecen absolutamente naturales. Que alguien tenga que haber hecho un proceso en relación a esas cosas les parece muy exótico. Por ejemplo, el lenguaje inclusivo a mí no me sale siempre, lo tengo que construir y forzar. Ellas hablan así y si no lo decís te dicen: ‘ey, les’.

–¿Cuándo se conocieron ustedes?

Dora: Nos vimos en un homenaje que me hicieron en la facultad de Ciencias Sociales y después en el acto de Ferro. Pero la primera vez que la vi fue completamente virtual, durante la discusión de la ley del aborto, y me impactó muchísimo esa jovencita. Pensé que era un cuadro extraordinario y que había que apostarle. 

Ofelia: Nosotras leemos mucho a Dora. Ella es una voz muy legítima, teórica, muy de dar herramientas. La discusión del aborto para las feministas más jóvenes aparecieron un montón de nombres y voces que estábamos buscando. 

–¿Por qué aceptaron o se propusieron ser candidatas?

Ofelia: Más allá de la candidatura, era importante decidir si entrar en la contienda electoral. Lo tuve que meditar en términos personales. El año pasado tuve mucha visibilidad y me incomodaba un poco ponerme en lugares de tensionar o generar disensos, el miedo a que te barden, la exposición. Pero me encontré en una contradicción con lo que había hecho siempre, que es militar y estar en todos los momentos que me parecía que era necesario. Y me parecía que había que involucrarse para sacar a estos tipos del gobierno. Después, ser candidata o no era algo que podía ser o no ser en función de lo que permita dar más fuerte a esa pelea. Estoy muy contenta con el espacio que se armó, que es mega amplio. No solo en función de espacios políticos sino también de recorridos, de tipos de apuestas, de tipos de lenguajes y de reivindicaciones. Pienso que lo mío tuvo que ver con que la juventud tenga un espacio propio.

Dora: Obviamente el ser que me habita es politizadísimo, pero una cuestión es la politización del ser y otra cosa es la toma de decisiones respecto de una participación en el campo político electoral. Este es un ciclo aciago, muy crítico, abismal. Estas elecciones no son elecciones corrientes. Comportan caminos absolutamente contrapuestos: de un lado nos vamos al abismo, del otro tenemos muchas estrategias para adelante. En mi caso no tenía ninguna disposición a un cargo partidario. Tenía compromisos asumidos, de hacer otro libro. Había muchas cuestiones de las feministas haciendo una tarea muy pragmática en cuanto a capacitaciones, etc. Tenía ese programa. Pero hay oportunidades en la vida en las que el no es mucho más narcisístico que el sí. Hubiera sido muy lamentable de mi parte decir que no un poco por lo que dice Ofelia, porque ahora siempre estamos en una zona de riesgo, estamos con una alta exposición. Antes todo el mundo nos quería (risas de Ofelia) Ahora tenemos ciertos divorcios. 

–¿Y también estás conforme con como se armó el frente?

Dora: Estoy muy contenta de participar en una lista en la que hay personas como Ofelia. Después, un frente en el que están Alberto Fernández y Cristina Kirchner es ya una circunstancia tan enjundiosa que me exime de otras calificaciones. Y en la ciudad, acompañar a Matías Lammens como candidato a jefe de Gobierno me parece muy bonito. No puedo omitir a Mariano Recalde (primer candidato a senador), quien jamás se avino a ninguna corruptela y es un dato que no está muy subrayado porque ya sabemos lo que ocurre mediáticamente. 

–Ofelia ¿conocías a Matías Lammens? 

–Lo vengo siguiendo porque me parecía que había una potencialidad. Siento que tenemos un punto en común, aunque de maneras distintas, en venir de afuera del sistema político tradicional. Hay un canal de diálogo en lo outsider y en lo primerizo que tiene cierta genuinidad, es una apuesta. Creo que sintetiza la diversidad del espacio y facilitó mucho el ejercicio de dejar la mezquindad de lado para todos los espacios con mucho recorrido. Creo que se está construyendo una experiencia superadora del kirchnerismo también por voluntad del kirchnerismo, no porque se lo esté imponiendo. Esto nos da la esperanza de que después de mucho tiempo podemos ganar la Ciudad.  

–Dora, desde algunos espacios feministas, al menos en redes sociales, cuestionaron que vayas como segunda candidata a senadora en vez de encabezar la lista. 

Dora: Es muy elemental. Agradezco la pulsión pero hay que pensar reflexivamente. Yo fui la invitada. No pierdo ni un céntimo ni un milésimo en pensar nada sobre si las críticas son malintencionadas. No me demoro en cualquier formulación energética que lleve a qué hay detrás, inclusive frente a evidencia empírica. Y en la agenda feminista de Mariano caben todas las cuestiones por las que hemos venido luchando. 

–¿Qué sería lo más urgente de modificar si cambia el gobierno?

Dora: Al unisono creo que podemos decir: por favor parar con esta caída brutal en la pobreza y la indigencia. Hay que parar el aumento de la pobreza. 

Ofelia: Sí, sí, claro.       

Dora: Recursos, recursos, recursos de comida de inmediato. Creo que es la primera tarea. 

Ofelia: Han vuelto un lujo absolutamente todo. 

Dora: Después viene cómo se negocia la deuda porque esto es insondable. Me imagino que es la primera tarea estratégica, hay que parar con este estropicio. 

–¿El Gobierno de Macri es como se lo imaginaban o las sorprendió en algunas cosas?

Dora: La profecía para mí está cumplida pero el supercumplimiento no estaba, creí que iban a ser más agudos en términos políticos. Pero se metieron en el monoplan y el monoplan da esto. Esto no es un error. El caballo se les desenfrenó pero esto estaba en la capacidad argumentativa desde el principio. Pero no imaginaba el sobregiro. 

Ofelia: Lo que no esperaba es que fuera tan veloz. Yo nací en el 2000. Mi única experiencia de gobierno relativamente consciente fue el kirchnerismo. Con sus más y con sus menos había una estabilidad y una naturalización de algunos derechos y conquistas que no pensé que iban a ser tan fáciles de desplomar. Ni que el discurso paralelo de la tolerancia y el sacrificio iba a calar tan hondo. Esa teoría de que hay que despertarse todos los días aguantando, aguantando y aguantando, creo que a esta altura tiene un límite. La velocidad de la aplicación de este modelo totalemnte destructivo es abrumadora. En algún punto que nos tomen por imbéciles tiene que tener un final. No fue una sorpresa en términos conceptuales, pero hubo una compatibilidad entre velocidad y esa capacidad de construir tolerancia, eso de la fiesta que nadie podía pagar, que vivíamos demasiado bien… 

Dora: Eso no hubiera sido posible si esa configuración de sentidos a derecha no hubiera sido muy sofisticadamente tratada por lo mediático. También hay evidencias de que la ciudad está poco vivible. El desquicio de hago y deshago todos los días. Pero hay otro aspecto lacerante, ha subido el número de personas que vive en la calle, esto es consternador, no se puede soportar, es indigno de nuestra sociedad y de nuestra ciudad en particular. 

–Ofelia, ¿qué les decís a los que te preguntan si te estás saltando etapas, que deberías pagar un derecho de piso?

Ofelia: Creo que a mí me examinan mucho más que a cualquier otro u otra y me parece un poco injusto. Entiendo lo que los mueve. 

–¿Qué es lo que los mueve?

–Que una persona de 19 años tenga esta oportunidad y en muchos casos ellos no. Eso les rompe un poco la cabeza. Confío en mi recorrido y en mi compromiso y creo que es suficiente, porque yo no pretendo mostrar o que piensen que lo sé todo y que eso es lo que posibilita estar en este lugar. También creo que ellos, los que vienen estando, tampoco saben todo y tampoco tienen que demostrarlo. En política sirve estar anclados en terrenos específicos, conocer demandas en primera persona, tener un compromiso militante. Yo estoy muy tranquila. Vengo de los centros de estudientes, de esta experiencia con el feminismo y eso es lo que quiero trasladar. 

Dora: Sobre todo porque hay recorridos tan poco fértiles, mirá la acumulación de años que tiene alguna gente con recorridos tan estériles. 

Ofelia: Total. Lo que me molesta cuando tengo que aclararlo es que no me quiero equiparar para abajo. En la discusión sobre el aborto fue claro, hay gente que no leyó el proyecto y dijo ‘no lo leí y voto en contra’. Uno ahí dice, ‘qué me están pidiendo a mí’. 

–Dora, ¿veías venir, esperabas la irrupción de esta generación tan feminista que representa Ofelia?

Dora: Es completamente inesperado, sorpresivo. Había capacidad argumentativa respecto de los feminismos más o menos allegadas a las cosmovisiones juveniles. Pero acá hay varios precipitados: primero cierta aceleración del proceso que demolió el orden jurídico anterior: ley de matrimonio igualitario, ley de identidad de género. Pero sobre eso se impone un marco cultural nuevo. Estamos en una fase inedita y hay que apostar fuertemente. 

–¿Qué consejos se darían una a la otra pero no en tanto personas sino como representates de una generación? Siempre son los más grandes los que dan consejos, hagámoslo recíproco. 

Dora: Voy a recordar a un varón, al gran novelista brasileño Pedro Nava. Cuando cumplió 80 años le preguntaron sobre su experiencia acumulada. Y dijo: ‘La experiencia es como un auto que tiene volcados para atrás los faroles’. La experiencia es de contexto, pero cada contexto es cambiante. Ofelia: no te dejes impresionar por las experiencias, porque están todas entonadas hacia atrás y necesitamos gente que tenga los faroles puestos hacia delante. 

Ofelia: Me encantó el consejo. Yo diría que no se encandilen con nuestro entusiasmo y que sigan apuntalándonos e increpándonos para pensar más y tener estas herramientas para esta pelea en la que estamos todas.