Ubicada en el centro-sur de la provincia de Corrientes, la ciudad de Curuzú Cuatiá es la cuna por excelencia del chamamé. De ahí son originarios estandartes del género de la talla de Tarragó Ros y su hijo Antonio, los hermanos Estigarribia, Juancito Guenaga, Claudia Villalba y Pocholo Airé. No obstante, como la “Sucursal del cielo” da para todo, allí también germinaron, en medio de platillos voladores y cucumelos, los creadores de la vertiente lisérgica del sapucay: Los Síquicos Litoraleños. A lo largo de nueve años, Alejandro Gallo Bermúdez, cámara en mano, estuvo tras la huella de la agrupación más experimental y enigmática del NEA (Noreste Argentino), lo que decantó en su ópera prima: Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños. “En 2005, los vi en vivo en un Festicumex y me impactaron”, evoca el guionista y director del documental. “De vez en cuando los googleaba, y la única referencia que aparecía era la de la agenda del NO, que daba cuenta de esa fecha”.

 

Algunos años más tarde, el grupo fundado en 2004 comenzó a subir sus videos a YouTube, lo que no sólo generó un efecto importante en Gallo Bermúdez, sino también a nivel internacional. “Fue la segunda certeza de que tenía que hacer algo con ellos”, afirma el realizador. “Los invitaron a hacer una gira por Holanda y Bélgica, lo que se convirtió en el puntapié del documental. Vendí mi auto y me fui con ellos”. Dividido por capítulos, Encandilan luces…, antes que develar el halo de misterio que gira en torno a Los Síquicos Litoraleños, lo alimenta a través de su manera de encarar el relato. “Mis amigos me preguntaban si son músicos o actores. Por lo que quise hacer un documental sin develar ese misterio. En el proceso de la película, me di cuenta de que era interesante mantenerlos en ese lugar. El rockumental a veces tiene el vicio de explicar mucho las cosas. A pesar de que condensé ese universo en 80 minutos, está bueno que el espectador escuche sus discos y sus programas de radio, y, si el Gauchito Gil lo quiere, que los vaya a ver en vivo. Así saca sus propias conclusiones”.

 

A contramano de la ruralidad en la que nació la propuesta, Los Síquicos Litoraleños es uno de los anfitriones de la vanguardia musical argentina post 2001. “Aunque parece descabellado, mi imaginación no es tan fértil como para armar algo así”, reflexiona el artífice de 40 años. “Ellos mamaron ese género desde muy chicos. El chamamé de una casa, se junta con el de otra, y se va generando algo muy extraño. La película reflexiona acerca de por qué salieron de Curuzú Cuatiá, por su condición de cuna del género, por los hongos psicodélicos que crecen en sus praderas, y por sus avistamientos de ovnis. Los Síquicos tomaron eso, y construyeron su universo a partir de los pocos elementos que tenían a su alcance. Forjaron un sonido nuevo. Se dieron la libertad de explorar el chamamé, pero estirándolo y enrareciéndolo de tal manera que no parezca chamamé. No son hipsters. Son gente bastante humilde. Por eso es muy sincero lo que hacen. Quería dejar en claro en el documental que son muy cultos, y no unos simples chifladitos”.

 

La aparición de la banda visibilizó paralelamente una movida conceptualmente afín en el NEA. “La música más interesante que se hace en Argentina viene de ahí”, se arriesga Gallo Bermúdez, cuyo film fue rodado entre Corrientes, Salta y Tucumán. “Aparte de los Síquicos, están artistas como los Guauchos y NdeRamírez. Esa escena tiene una cuestión de identidad muy intensa. Pero cada uno con su impronta”. Otra de las figuras de esa avanzada es Cristian Osorio, mandamás de los Saltimbakis. Figura en la película, aunque por su pelea con los curuzucuateños. “Comenzó a tocar temas de los Síquicos sin decir que eran de ellos. Eso originó cierto malestar. El documental profundizó en el debate cultural de si uno crea para que otros disfruten o para uno mismo, y cuáles son los caminos o los no caminos”. También aparecen Dick el Demasiado y Alan Courtis (exReynolds). “Una premisa era que no quería a los Síquicos hablando sobre ellos mismos. Prefería que los hicieran vecinos, músicos y periodistas. En el caso de Alan, fue un aliado desde el comienzo. El primer disco de los Síquicos salió en su sello”.

 

Por más tiempo que haya invertido, Gallo Bermúdez, quien ya prepara su segunda película, no se atreve a sacar una conclusión sobre el lugar que ocupan los Síquicos, que en 2018 lanzaron su nuevo trabajo, Radio síquica, en la escena musical argentina. “No sé si me corresponde a mí decir cuál es, pero es un retrato de lo que son”, asegura el director, que en 2018 puso a concursar su cinta en el Festival de Cine de Mar del Plata. “No es el tiempo de entender su música. Tengo clarísimo que no es para el gran público. En noviembre se van por cuarta vez a Europa porque allá les pagan en euros, y eso les permite seguir componiendo, y no tener que volver a alambrar en el medio de Corrientes”. Sin embargo, a manera de ejercicio cinematográfico, el director advierte: “Encandilan luces… no sólo habla de una banda que me gusta, sino de temas universales. Tampoco es el paradigma de algo sencillo de hacer. Por lo que, en una época en la que los productores buscan proyectos con una o dos locaciones y pocos personajes,  una producción como ésta corre el riesgo de que no se haga más”. 

 

Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños se estrenará el jueves 11 de julio en el cine Gaumont, Rivadavia 1635, a las 19.