Se llama “choque cultural” a los sentimientos de confusión y nerviosismo que una persona puede tener después de dejar una cultura conocida para vivir en otra nueva y diferente. Cientos de mexicanos arriesgan el pellejo a diario cruzando ilegalmente la frontera con Estados Unidos con la (no tan) secreta esperanza de que ese choque tenga consecuencias positivas. Sobre ambas cuestiones –el choque y la inmigración– gira Culture Shock, que se verá esta noche a las 22 por Space.

El nuevo episodio de la serie Into the Dark, que desde mediados del año pasado lanza un capítulo mensual centrado en una fecha importante del mes en cuestión, transcurre en vísperas del 4 de Julio (Día de la Independencia de Estados Unidos) y narra el tortuoso periplo de una joven mexicana embarazada (Martha Higareda) que deja su país para marchar rumbo al norte del Río Bravo. Junto a un misterioso hombre llamado Santo y un chico guatemalteco enfrentan una travesía que termina con los tres inconscientes en el desierto texano. Menuda sorpresa se llevan cuando despierten y descubran que todo aquello que deseaban (prosperidad, un inglés fluidísimo, ausencia de prejuicios) se materializó. El problema es, como siempre, lo que anida detrás de una tranquilidad tan perfecta como ficticia.

“Fue una oportunidad fantástica para ofrecer una perspectiva diferente que no se había visto antes”, dice la directora Gigi Saúl Guerrero durante una entrevista telefónica con medios latinoamericanos de la que participó Página/12. Con apenas 29 años y varios cortometrajes de su autoría premiados en festivales, la mexicana (radicada en Canadá desde los 14) es una de las voces nóveles más interesantes del cine de terror social de habla hispana. Su capacidad de hibridar las coordenadas más universales del género de los sustos con componentes locales le valió la atención de los ejecutivos de la filial televisiva del estudio Blumhouse (responsable de ¡Huye! y la trilogía The Purge, entre otros éxitos recientes), quienes pensaron en ella para timonear los destinos de Culture Shock.

“Cuando el año pasado me mostraron el guion, vi un concepto muy interesante sobre lo que implica cruzar la frontera. Trabajar con los géneros permitía cambiar la percepción del horror de la vida diaria de muchas personas. Eso también entusiasmaba mucho a Higareda. Ella había hecho bastantes comedias y películas románticas, pero nunca algo de este estilo. Martha se apasionó muchísimo con el proyecto. Para mí fue increíble trabajar con ella, terminamos entendiéndonos con solo mirarnos”, afirma.

-¿Por qué decís que “trabajar con los géneros permitía cambiar la percepción”?

-Porque el cine de terror siempre sirvió para hablar de cuestiones sociales o políticas. Por eso me parece interesante, porque no podés escapar de la realidad. En el caso particular de Culture Shock, se trataba de un tema muy delicado. A eso hay sumarle que no soy estadounidense, por lo que era una voz externa hablando sobre eso. Cuando leí el guion, dije que si queríamos hablar sobre la inmigración, teníamos que hacerlo en serio. No quería hacer algo como lo que vemos todos los días en los noticieros; quería hacer algo entretenido, algo que la gente pudiera ver e incluso reírse. Pero cuando la película termina, el problema te llega al corazón. Mi meta era hacer un aporte para que se discuta el tema y se reconozca que el mundo puede ser mejor que lo que es.

-¿Cuáles fueron las dificultades a la hora de filmar?

-Uno de los principales desafíos fue no conocer a nadie. No fue fácil compartir la cultura mexicana, nuestra sensibilidad y costumbres, con tantas personas extranjeras. Pero todos querían ser parte del proyecto, sentían que estábamos haciendo algo importante. Es muy hermoso que se note que todo el elenco es mexicano. Pasaba algo muy lindo cuando dirigía a los actores en español y después me daba vuelta para hablar en inglés con el resto del equipo. Se dio todo muy natural, muy orgánicamente. Por otro lado, Blumhouse propuso trabajar con una dinámica para televisión, lo que implicaba hacer las cosas muy rápido: tuvimos solo 16 días para filmar. Armar todo con tan poco tiempo fue difícil, más allá de que tener una fecha de emisión programada significaba de alguna forma ver la luz al final del túnel.

-Vos sos una mujer mexicana que dirige películas de terror. ¿Cómo se siente en la industria?

-Es interesante ser una mujer directora en este momento, se están buscando voces nuevas y una mayor diversidad. Necesitamos distintos tipos de directores y directoras que quieran compartir sus historias. Obviamente que fue difícil, pero lo siento como una ventaja porque ser diferente es ser único. Me ayuda a tomar valor y a tratar de superarme. Hace poco conocí a otra mexicana que hacer terror, Issa López, y fue un momento súper increíble. Hay mujeres en el género haciendo cosas nuevas y frescas, y es muy importante que el reconocimiento crezca para seguir haciendo este tipo de películas. Es un momento muy especial para ser mujer y cineasta.

-Vivís en la ciudad de Vancouver desde los 14 años, pero toda tu filmografía está centrada en distintos elementos de cultura mexicana. ¿Cómo afecta la distancia a la hora de pensar historias situadas en tu país natal?

-Me siento muy suertuda de que mis papás y mi abuela siempre me hayan hecho hablar en español en nuestra casa. Eso me ayudó a apreciar mis raíces. Aunque todos mis trabajos tienen que ver con el gore y el terror, me encanta darle una vuelta latina. Siento que mis trabajos son medio “tex-mex”, no tan mexicanos pero tampoco gringos. Me gusta que mi voz y mi firma sean claras para la audiencia.

-¿A quiénes considerás los “padres” del género de terror y fantástico en México?

-Guillermo del Toro es una inspiración gigante. Él se fue de México para hacer sus películas, lo que hizo que me sintiera conectada a su historia porque yo también me fui. También me gusta Robert Rodríguez, que tiene una impronta muy “tex-mex”. Son directores que no necesariamente perdieron sus raíces y hoy tienen un poco de los dos mundos.