Nadie ignora que la crisis del 2001 fue la consecuencia del endeudamiento tomado para financiar la “plata dulce” de la dictadura cívico militar profundizado con la convertibilidad, más tarde con el megacanje y el blindaje de De la Rua, Machinea, Cavallo, Sturzenegger. Macri retomó, en 2015, el camino del endeudamiento que lleva al abismo de la crisis del cual el país se había alejado durante 12 años.

Pero, como las mismas causas producen los mismos efectos, el problema del endeudamiento macrista acerca cada vez más el país a otra crisis. El ciclo endeudamiento de los gobiernos neoliberales y desendeudamiento con los gobiernos peronistas se confirma. Con el agravante que la deuda externa en el país no ha sido utilizada para viabilizar programas de crecimiento a mediano y largo plazo, sino para disminuir los impuestos de los más ricos y financiar la fuga de capitales.

El monto de la deuda tomada por Macri es tan importante que la probabilidad de una nueva cesación de pagos es evocada habitualmente con preocupación en los círculos financieros. Si bien Japón o Bélgica tienen una deuda muy superior a la argentina su estructura es aterradora por los plazos cortos y los elevados intereses. Lo que aparece cada vez más evidente es que una política económica de empobrecimiento masivo que fue aplicada en Grecia por el tándem alemán Merkel-Schaube aliado a Lagarde y el FMI no funciona. Obligar al reembolso de la deuda en un corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias socioeconómicas será una política que probablemente fracase. El tratamiento cruel y el sufrimiento de los argentinos no es una garantía de éxito, sino probablemente todo lo contrario.

Austeridad

En 1919, en su libro Las consecuencias económicas de la paz, Keynes escribió que “las políticas (económicas) consistentes en degradar las condiciones de la existencia material y moral de millones de seres humanos deberían ser consideradas como aberrantes y detestables”. Se refería a las políticas económicas llamadas de austeridad cuya aplicación son aconsejadas por los economistas que profesan la Vulgata neoliberal , que emplea Macri en la actualidad y que se traducen en un progresivo empobrecimiento y disminución de las condiciones de vida de la mayor parte de la población. Y agregaba: “La disminución de los ingresos de un sector social conduce inevitablemente a la pérdida de ingresos de los otros lo cual entorpece cualquier reactivación económica”.

La reflexión de Keynes plantea el problema del pago de la deuda con una poética de reactivación económica. La dificultad de la situación actual es que el fracaso casi seguro de una solución basada en una política neoliberal, austeridad y default serían no solo gravísimos para la mayoría de los argentinos, sino también para el FMI que habría perdido su apuesta. Cálculos relativamente sencillos muestran que existe una solución inteligente para superar la situación por poco que el FMI relegue su sectarismo elitista y ortodoxo.

En el pago de la deuda, a corto plazo, alrededor de 120 mil millones de dólares, solo podrá realizarse si prevalece el sentido común. En primer lugar, el país podría incrementar capacidad de reembolso de la deuda con las exportaciones actuales e incluso incrementarlas con ayudas a las exportaciones industriales, disminuyendo a la vez las importaciones suntuarias e innecesarias con aranceles adecuados, y obtener así un saldo equilibrado e incluso positivo de la balanza comercial, retomando así el camino del crecimiento económico. Debería, además, suprimirse el decreto de Macri del 17 de noviembre de 2017 que permite que los exportadores no ingresen al país los dólares de las exportaciones y limitar las transferencias netas de capital (fuga de capitales), que hoy ascienden a casi 25 mil millones de dólares por año.

Propuesta

Se puede afirmar que dado el PIB actual estimado a 480 mil millones de dólares, el país puede hacer pagos netos del orden del 1 por ciento del PIB (redondeando 5000 millones de dólares por año), que podrán incrementarse a medida que se vuelva a tasas de crecimiento económico del PIB del 3-4 por ciento. Esto permite hacer una propuesta de pagar la deuda más los intereses en 20 años.

Las condiciones financieras internacionales son muy favorables pero esta estrategia supone que el FMI y los acreedores admitan la necesidad de una consolidación y una reestructuración de la deuda, en base a un crédito puente que deberá gestionar el propio FMI. Las bajas tasas de interés de 1 a 2 por ciento anual hacen esto posible y factible y el FMI podría pedir préstamos a los principales bancos centrales a esa tasa. Si quiere cobrar el FMI debe abandonar su posición altanera y tomar una posición en la cual asuma sus responsabilidades de haber otorgado créditos de una magnitud descabellada para actuar de sostén político de un gobierno que utilizó sus préstamos para aceitar la bicicleta financiera .

La imagen de desagregación de la estructura social que se observa recorriendo las calles a pocos metros de los centros comerciales de las principales ciudades, expone crudamente la decadencia del paisaje urbano y también el crecimiento de la violencia social. Esta humillación social impuesta por Macri a decenas de millones de ciudadanos no puede seguir prosperando. Los créditos tomados en 2016 y 2017 con los bancos fueron realizados para compensar la disminución de los ingresos del Estado y el déficit presupuestario provocado por la supresión de las retenciones y la disminución de los impuestos a los Bienes Personales y a las Ganancias para los sectores de altos ingresos. Esto era considerado por el FMI como una orientación muy favorable para la economía pero su diagnostico era, como se puede observar, erróneo. Tan erróneo que debió otorgar un crédito por un monto extravagante para mantener a flote el gobierno de Macri. Pero además impuso una política de austeridad de la cual el ministro de Hacienda, Nicolás Dojovne, no puede ufanarse ya que está destruyendo la estructura productiva y limita por esto la posibilidad del pago de la deuda. El sentido común indica que no se puede pagar una deuda si se dejan de tener los ingresos necesarios que surgen de la actividad económica.

Al nuevo gobierno, se le presentará el mismo escenario que a Néstor Kirchner en el 2003 y deberá definir una estrategia para reactivar la economía nacional y enfrentar el desafío del pago de la deuda. Si los acreedores y el FMI piensan solamente en el “riesgo moral”, vale decir que Macri endeudó al país pensando que sería rescatado si no pagaba o peor aun pensando no pagar como lo ha practicado en sus asuntos privados, quizás tengan razón. Pero generalizar el “riesgo moral” al conjunto de los argentinos querrá decir que ignoran los efectos devastadores que supone empobrecer aún más el país endeudado al que se le prestó con objetivos políticos para sostener un gobierno neoliberal e ineficaz.

* Doctor en Ciencias Económicas Université de Paris, Autor de La Economía Oligárquica de Macri”, Ed. Ciccus, mayo 2019.

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