Quemaría en la hoguera aquellas palabras que nunca pude decir, y que siguen alardeando en mi cabeza. También algunas que pronuncié, inoportunas, exageradas, hirientes, innecesarias, y con ellas, el recuerdo que quedó en sus destinatarios. Incluso quemaría aquellas que nunca quise escuchar, y que permanecieron temblando por años en alguna parte de la casa. Lo que no sé es si cuando se aglutinen en la hoguera dejarán de pesar o de doler, o se harán una, más grande y más visible, más fuerte, pero esta vez, inofensiva. A veces quiero pensar que todo se construye o se destruye con palabras. Pero no sé. Tampoco sé si seré yo quien encienda esa hoguera o, por el contrario, sea quien en el último minuto, antes de que todo arda, en lugar de avivar el fuego, se me ocurra apagarlo. 

*Dramaturga.