La propagación en distintos estratos sociales de un sistema absolutamente atractivo que promete que, al traer nuevos aportantes, se puede lograr un 700 % de ganancia, no tiene que sorprender demasiado. Esta propagación se da al cabo de la mayor pérdida de ingresos reales acumulada que se recuerde desde la crisis de 2001 –que, por otro lado, dio por tierra con el patrón de acumulación de Valorización Financiera inaugurado en 1976 y fue hasta entonces conocido-. Y esta propagación tiene lugar cuando la pérdida de ingresos es tan profunda que al alterar la ubicación social de las familias –tanto en la clase media, como en los sectores más humildes- convierte en sueños lo que antes eran derechos. Nunca fue tan preciso el concepto de working poor, que significa trabajadores pobres. Los pilares del fordismo se desvanecen ante nuestros ojos. Tener trabajo ya no coloca a la persona en un determinado nivel social, sino que tener trabajo puede ser compatible con vivir en la pobreza. Por eso hay más de un tercio (34%) de la población económicamente activa que en la definición del INDEC “presiona” (sic) sobre el mercado de trabajo. Si bien fue divulgado el dato del 10,1% de desocupación al primer trimestre 2019, que equivale a 2 millones de personas, lo que preocupa adicionalmente es que hay un 17,5% de personas con trabajo que buscan más trabajo y otra porción de 6,4% que si bien en la última EPH no aparece buscando trabajo, está disponible para trabajar más.

Sí, claro que en este contexto crítico estamos hablando de la expansión del conocido, probado, verificado (por su fracaso) esquema Ponzi. Claro que nos estamos refiriendo a una modalidad en donde no hay creación de valor sino pasamanos de dinero (y lo más importante: la plata sale del sistema, todo el tiempo) y, desde ya, esta forma de “pasar la plata” no resiste el aumento exponencial de la necesidad de nuevos aportantes y por ende es sólo cuestión de tiempo para que los grupos se desarmen dejando un tendal de personas sin siquiera recuperar lo aportado. Esta manera de sortear la crisis no termina bien, termina mal.

Pero hablar de la versión argentina del esquema Ponzi, que se dio a conocer como Flor o Telar de la Abundancia, nos habilita a traer dos grandes puntos a este debate. Primero, cómo re-valorizar estrategias comunitarias, colectivas y feministas de sortear la crisis que también se están propagando por las zonas más calientes de las grandes ciudades, pero que no generan el mismo interés para el sistema de medios hegemónico y las autoridades gubernamentales. Segundo, además de abordar el problema de la falta de ingresos, hay que pensar en la liquidez de los sectores excluidos del sistema financiero tradicional. Hay que volver a debatir las alternativas al sistema bancario concentrado que no te presta si no te considera sujeto de crédito y, si lo hace, te cobra tasas prohibitivas.

Sobre el primer punto, los resultados de un informe aún inédito que realizamos desde CEPA a partir de un relevamiento de ferias en la zona metropolitana y del análisis de los grupos de trueque por Facebook son abrumadores. Se realizó durante el primer cuatrimestre del año 2019 una encuesta en cuatro ferias populares: Feria del Barrio Independencia (José León Suarez), Feria del Parque Patricios (CABA), Feria de Mataderos (CABA) y Feria de Florencio Varela (Zona sur). Primer dato relevante: el 69% de los feriantes son mujeres. Segundo dato clave: el 85% de los feriantes encuestados respondió que se quedaron sin trabajo o bien necesitan complementar ingresos. De hecho, el 44% de los encuestados indica tener otra fuente de ingresos, pero insuficiente. Complementar la pensión o jubilación fue también una respuesta relevante. ¿Se trata de un fenómeno de larga data? El 49% respondió que se encuentra trabajando en alguna feria hace menos de 3 años, el 31% hace menos de 1 año y un 8% indicó que era la primera vez que iba a trabajar a una feria.

La expansión de grupos de trueque en redes sociales también es un fenómeno de enorme trascendencia. Solamente en 2019 registramos la creación de 48 grupos de Facebook en la zona metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que se dedican al trueque. Sólo para citar un dato: el grupo de Facebook “TRUEQUE!! sin dinero solo x alimentos!!” de la localidad de Lomas de Zamora en Zona Sur tiene un total de 77.212 participantes. Estos crecientes intercambios de mercadería que se dan, fundamentalmente, con mujeres al frente de sus hogares tendiendo lazos de solidaridad en ferias barriales y redes sociales, constituyen un dato de fenomenal relevancia para pensar las configuraciones de un feminismo popular transformador. Porque, en los hechos, estas acciones están intentando resolver la reproducción social del sistema en un contexto de crisis económica, a través de un evidente trabajo no remunerado de ahorro y búsqueda de nuevos ingresos que valida los resultados de la literatura académica respecto de la sobreexplotación laboral femenina constatada en distintos momentos históricos y crisis económicas en otras partes del planeta.

En segundo lugar, que la tasa de préstamos personales hoy se ubique en un piso de 68% nominal anual nos tiene que llevar a discutir no sólo la política monetaria contractiva, sino las alternativas al sistema financiero tradicional, que no son nuevas, sino viejísimas y que históricamente las protagonizaron mutuales y cooperativas de crédito. La última dictadura cívico militar, con el Ministro de Economía Martínez de Hoz, aprobó la ley de entidades financieras (N° 21.526) afectando directamente al cooperativismo de crédito, que en conjunto ocupaba el tercer lugar en el ranking de depósitos y préstamos del sistema financiero. La ley vedó a las cajas de crédito la posibilidad de operar en el futuro con cuentas a la vista y otorgó esa posibilidad en exclusiva a los bancos comerciales. Junto con una política de liberalización de tasas de interés lo que ocurrió fue un fenomenal proceso de concentración financiera que se tradujo en un golpe al acceso a los servicios bancarios de los sectores bajos, antaño beneficiarios de las políticas de microcréditos, al igual que las pymes productivas. Estos sectores siguen excluidos del crédito y de hecho persisten bajos niveles de bancarización y acceso a los servicios financieros. Basta con analizar los datos de utilización de tarjetas de débito –para obtener el beneficio de devolución del 15% a jubilados y beneficiarias de AUH- y lo que obtenemos es que menos del 10% utiliza las tarjetas para hacer compras.

Que el fenómeno social del Telar de la Abundancia nos permita discutir las políticas de pérdida de poder adquisitivo, exclusión laboral y desregulación financiera es parte de un ejercicio del feminismo que además de reclamar por Ni Una Menos y exigir Aborto Legal, Seguro y Gratuito, penetra crecientemente en el debate sobre el patrón de acumulación y la distribución funcional del ingreso.