Obras y talleres de Bolivia, Chile, Colombia y Venezuela, y de Bahía Blanca, Rosario, Córdoba y CABA integran la programación del Festival Efímero de Teatro Independiente (FETI). Es una propuesta que, según sus hacedores -gestores y a la vez artistas-, ofrece una programación “variada y crítica”, en conexión con el contexto social y político, abriendo un diálogo con los espectadores. Desde su primera edición -la que comienza este sábado es la séptima- se realiza a la gorra, “herramienta de recaudación inclusiva”.

Hasta el 27 de julio, múltiples sedes abren sus puertas a esta iniciativa, todas del circuito alternativo: el Centro Cultural Archibrazo, Teatro Mandril, Club Cultural Matienzo, Teatro Machado, La Carpintería, Casa Sofía y Centro Cultural La Confitería. También toma protagonismo el espacio público. De hecho, la apertura y el cierre ocurrirán en Plaza Almagro. Hoy a las 16.30 se presentará allí la obra El viejo y el mar, que llega desde Chile (Compañía Nómades). Repetirá el 27 en el mismo lugar. Los ejes del FETI son, entonces: la participación de varios espacios en una misma misión; la ocupación de las calles con espectáculos, talleres y juegos (no sólo en plazas, también habrá cortes de calles); la entrada a la gorra; la formación a través de talleres y la presentación de espectáculos del off, muchos elaborados por grupos; y la intención de abarcar un público bien diverso en edades.

“Promueve una forma de organizar y expresar el arte escénico de manera colectiva, donde cada voz, cada imagen y gesto es un detonador de participación. Pretende motorizar a las diferentes latitudes y expresiones político-sociales-artísticas a hacer sentir los efectos del arte más allá del escenario”, se lee en la página web del festival. Algunas de las obras que integran la programación son: Ceuta (Colombia), Ilusiones (Espejistas, Ciudad de Buenos Aires), Jazmines en el lídice (Buenos Aires), Chancho (Chakana Teatro, Bolivia), Ahora es cuando (Pan y Circo, Bahía Blanca), El otro imaginario (Budón Oeste, Buenos Aires), Ubu forever (Grupo Panza, Córdoba), Antes crudo (Compañía Nido, Rosario) y Menea para mí (Ciudad de Buenos Aires).

Verónica Caminos, una de las organizadoras, actriz, dice a Página/12 que el festival “busca abrir la posibilidad de que vecinos de distintos barrios puedan recuperar el espacio público”. Destaca la charla “El desafío de la deconstrucción en los proyectos culturales” (lunes a las 18 en El Archibrazo, Mario Bravo 441), que surgió a partir de las múltiples denuncias por casos de abuso en el ámbito cultural. En relación a las obras programadas, detalla que tienen en común el hecho de abordar contenidos sociales. 

Además, la cuarta pared se rompe en muchas de las propuestas. “Temáticas como la cuestión de género o la marginalidad abren la posibilidad de una charla-debate después de los espectáculos. Nos interesa escuchar la opinión de los espectadores. Muchas veces cuando uno va al teatro presencia una obra y en el aplauso hay un rito que se cierra y cada uno se va a su casa. Buscamos romper con eso”. En términos estéticos no hay un hilo común. Prima la diversidad.

Los impulsores del FETI debieron elegir apenas un puñado de las 700 obras que se presentaron a una convocatoria. El dato grafica la vitalidad del teatro independiente, aún en este difícil contexto. “Nosotros hacemos este festival ad honorem. Y todos, como también somos artistas, vivimos en carne propia muchas de las cosas que les pasan a los grupos, como los problemas de subsidios y tarifas”, agrega Caminos. La programación completa se puede consultar en la página www.elfeti.org .