El 2 de agosto de 2018, como todos los días, Rubén Rodríguez dejó a su esposa Mabel y a su hija Maia frente a la escuela 47. Con un beso, y con la expectativa de verlas más tarde, se despidió de ambas y salió rumbo a la 49, donde él trabajaba como auxiliar. No sabía, en ese momento, que una explosión terminaría con su vida y con la de Sandra Calamano, la vicedirectora. No sabía que, esa misma mañana, sería víctima de la desidia estatal. Hoy, a 1 año de su muerte, su compañera, Mabel Zurita, lo recuerda como una “persona con un compromiso social muy fuerte”, como “un excelente compañero” y, sobre todo, como un “padrazo”.

Sentada frente a una escuela 49 ya reconstruida, piensa en Rubén y se le llenan los ojos de lágrimas. Las aguanta: no quiere que su hija, que la acompañó a la entrevista, la vea llorar. “Yo me encontraba trabajando en la escuela 47 y de repente me empezó a sonar el celular. No atendí porque no quería interrumpir la clase. Fue tanta la insistencia de los nenes que, finalmente, atendí”, recordó Mabel. Y continuó: “Era una compañera del gabinete para decirme que me acerque a la escuela porque había pasado algo. En el transcurso del viaje ya me empecé a dar cuenta que algo grave estaba pasando. Pero cuando llegué, vi a la policía, a los bomberos, a los compañeros...”

--¿Esperaba que algo así pudiera llegar a pasar en esa escuela?

--No, en lo absoluto. Porque, en realidad, uno no espera perder la vida en la escuela. La escuela es vida, es un constante intercambio de aprendizaje, de cariño. Resulta impensable que pueda pasar algo así.

--¿Cómo fueron esos primeros días sin Rubén?

--Creo que los primeros días fueron de negación, de seguir esperando que entre por la puerta de casa. Con el tiempo, te das cuenta que esa supuesta pesadilla que pensás que estás atravesando es real. A nosotros, como familia, nos afectó mucho. Maia es nuestra única hija, la buscamos durante 10 años. Rubén y ella eran muy pegados. A Maia le está costando mucho, le cuesta hablarlo, expresarlo. Rubén era un padrazo. Y era un compañero muy bueno, con un compromiso social muy fuerte. No soportaba las injusticias, no podía ver que alguien esté sufriendo porque le faltaba un plato de comida, un par de zapatillas, un abrigo.

--¿Cómo hicieron para seguir adelante?

--Del amor incondicional de nuestra familia y de la comunidad de Moreno. Sin el acompañamiento de docentes, directivos, familias, estudiantes, organizaciones y sindicatos no estaríamos de pie. A veces me caigo, porque es muy desgastante esto. Pero intento seguir adelante también porque se que si esto le hubiera pasado a otro trabajador, Rubén estaría en las calles, pidiendo justicia.

--Y hoy, a un año de su muerte, ¿cómo lo viven?

--Estas semanas están siendo bastante difíciles. Yo pensé que con el transcurso del tiempo iba a ser menos doloroso pero no, al contrario. Es como revivir todo nuevamente. Sí, estamos con mayor conciencia, organizados a nivel distrital en el famoso Morenazo que nació ese 2 de agosto. Nos cuesta, pero seguimos intentando sacar fuerzas para que esto no quede en la nada, para que las figuras de Sandra y de Rubén sean bandera de lucha y para que nunca más pase esto en una institución estatal.

--¿Ahora las escuelas están mejor?

--En un balance, podríamos decir que sí. Pero hay mucho por hacer aún. Hay más de 40 escuelas que aún están en situaciones de riesgo: sin gas o con las obras hechas parcialmente. Hay otras en las que los arreglos fueron de mala calidad y hoy se están viendo los efectos. Los arreglos que se hicieron, además, fueron producto del reclamo colectivo, no de la voluntad de las autoridades provinciales.

--¿Cómo fue la respuesta de esas autoridades provinciales?

--Algunos vinieron el día de su muerte a dar las condolencias, muchos otros ni eso. A mí me hubiese gustado que me den respuestas antes de arrebatarle la vida a Rubén y a Sandra. Lamentablemente hoy los dos compañeros no están. Tuvo que pasar lo que pasó para que las autoridades dieran importancia a los reclamos que veníamos haciendo.

--¿Esas autoridades están siendo investigadas?

--No. En la causa hay cinco imputados nada más: el gasista, el interventor y tres personas del Consejo Escolar. Yo creo que también hay responsables a nivel provincial. La responsabilidad de lo que pasó es una cadena, desde el gasista hasta Vidal. Pero bueno, veremos cómo avanza la causa. Todavía no nos han informado una fecha de inicio para el juicio. Yo creo que a esta altura debería ir más avanzada la cosa, pero bueno, se ve que los tiempos de la justicia no son los mismos que los nuestros.