El segundo cabildo abierto por la Ciencia se realizó en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular. Y, aunque la escena tuvo lugar protagónico en plena Ciudad de Buenos Aires, las movilizaciones y los debates colectivos se replicaron en diferentes puntos del país. Bajo el slogan “No a la extinción de la ciencia argentina” diversas figuras disertaron sobre las políticas de desmantelamiento aplicadas por el Gobierno y discutieron estrategias para conseguir posicionar al sector en un lugar protagónico de cara a las próximas elecciones. Esta edición completó la primera presentación de mayo, que tuvo lugar en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
“Las políticas de Macri responden a un patrón histórico y prometen refundar la república. Su discurso nos invita a 'hacer sacrificios' y suspende en un limbo las políticas de Estado. En los países desarrollados, la ciencia y la tecnología no se discuten; la alternancia democrática no pone en tela de juicio los objetivos de largo plazo. Hay sectores que no se pueden refundar, porque requieren de continuidad”, expresó Diego Hurtado, doctor en Física e historiador de la ciencia y la tecnología. Y continuó con su exposición que se concentró en subrayar los sincronismos geopolíticos que pueden identificarse en la región. “El desmantelamiento se repite en otros países como Brasil. Los paralelismos no son causales: ambas naciones tienen jueces formados en EE.UU. que, apoyados en medios hegemónicos, desestabilizan a la democracia y las chances de Lula y Cristina. Bolsonaro y Macri tienen el favor de la Casa Blanca porque no les interesa defender nuestra soberanía y por ello desguazan el área de CyT”, dijo.
Tras cuatro años de abandono gubernamental, la situación que atraviesa el sector científico ya no se puede ocultar con globos, fuegos de artificio ni a través de juegos retóricos de ocasión. Así lo comprendió Andrea Gamarnik, una de las figuras a cargo de la convocatoria y directora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires: “Este Gobierno es una cáscara de huevo sin nada adentro. Tiene un discurso vacío que no se condice con la realidad. Nuestro llamamiento es apartidario y el objetivo es continuar visibilizando la problemática que atraviesan la ciencia y la tecnología en nuestro país”. Y continuó: “Nos interesa que los candidatos presidenciales de los distintos espacios nos cuenten cuáles son sus ideas para mejorar el presente y saber cuál será su compromiso. Hay que ser optimistas, tenemos el deber de abrazar un camino de esperanza”.
En la misma línea reflexionó Marcelo Rubinstein, director del Ingebi y anfitrión de la jornada, quien describió el escenario de asfixia en el cual se tambalean los científicos. “Sufrimos serios déficits y postergaciones muy grandes que podrían llevarnos a un colapso, a una catástrofe. Los valores de nuestros salarios, los subsidios que recibimos, el funcionamiento de los institutos y el dinero para insumos han disminuido drásticamente. No podemos hacer nuevos experimentos ni relacionarnos con colegas del exterior. No hay plata”. Más tarde, siguió con su razonamiento y apuntó: “El propio Barañao utiliza la metáfora de que la ciencia está como un cerebro en hipoxia, que llevará a una muerte cerebral irremediable. No se puede tapar el sol con las manos”.
La crisis se palpa y se respira en lo cotidiano, precisamente, en aquellas situaciones que en el fragor del trabajo diario podrían pasar inadvertidas pero culminan por ser sustanciales para comprender lo que verdaderamente ocurre. “Los becarios están desmoralizados; el hecho de no tener plata para trabajar es duro. En estos últimos meses me deprimí muchísimo porque investigadores que habían instalado sus laboratorios en Argentina me solicitaron que les escribiera cartas de recomendación para irse al exterior. Es gente brillante que ve cómo se le cierran las puertas y sus ideas se chocan contra una pared”, advirtió Gamarnik.
Como golpe de efecto, se incrementó la brecha entre los científicos más exitosos respecto del resto. ¿De qué manera? Durante su administración, Macri ha felicitado e invitado a conversar a los cerebros distinguidos en el exterior en una buena cantidad de casos. Los ha reconocido como baluartes y se ha mostrado orgulloso por lo que puede conseguir el talento argentino fronteras afuera. Así lo planteó Gamarnik: “Nos ponen en una vitrina. Nos destacamos en el extranjero, cosechamos premios y nos celebran, pero no entienden el fondo del problema. No tienen idea de para qué servimos los científicos en el país”. De este modo, el agradecimiento a los galardonados no se traduce en el incremento de las partidas presupuestarias, al tiempo que los científicos, por su parte, se convierten en los mismos trofeos que reciben. “Somos como los deportistas que ganan torneos y al regreso son recibidos por el presidente. Se nos reserva un lugar de adorno, pasamos a ser exhibidos como activos culturales de museo y no como motores cuyas ideas podrían mover el desarrollo inclusivo de la sociedad”, concluyó Rubinstein.