“Abogado. Profesor de Derecho Penal (UBA). Hincha de Argentinos Juniors”. Así se presenta Alberto Fernández en su cuenta de Twitter, que figura abierta desde 2010. “Precandidato a presidente de la Nación” es sin embargo la ocupación que por estos días ha puesto su figura en el primerísimo plano de la agenda pública. En menos de tres meses de campaña, desde que Cristina Fernández anunciara en aquel sorpresivo video que él encabezaría la fórmula de lo que hoy es el Frente de Todos, AF ha pasado de ser el gran “armador” detrás de coyunturas clave de la política reciente –como funcionario, como jefe de campañas de otros– para instalarse, él mismo, como protagonista.

“Alberto. A quien conozco ya desde hace más de veinte años y, es cierto, con quien tuvimos también diferencias. Tan cierto como que fue jefe de Gabinete de Néstor durante toda su presidencia”, resaltaba en aquel anuncio de sábado otoñal su actual compañera de fórmula. Ocupó ese cargo entre el 25 de mayo de 2003 y el 23 de julio de 2008, desde el primer día y durante toda la presidencia de Néstor Kirchner, pero también luego, junto a la misma Cristina Fernández. Fue el funcionario que tuvo ese lugar por más tiempo: cinco años y dos meses. Renunció tras el conflicto de la 125 y el rechazo en el Senado al proyecto de las retenciones móviles para el campo. Lo reemplazó Sergio Massa.

En su libro Políticamente Incorrecto, razones y pasiones de Néstor Kirchner (Ediciones B), que publicó en 2011, al cumplirse un año de la muerte del ex presidente, AF cuenta detalles de aquellos años que, repasados desde hoy, abren otras lecturas. “Mi mirada tenía una voluntad autocrítica, reclamaba correcciones a nuestro método de disputa, propiciaba el cambio de algunas figuras desgastadas, entre ellas la mía”, dice tras detallar el modo en que se erigió como “conciliador” con los dirigentes agropecuarios, entre reuniones secretas con la mesa de enlace y el llamado de Julio Cobos minutos antes del “no positivo”. Cuenta lo que quiso decirle a CFK sobre su renuncia, en una carta que nunca le llegó, porque el propio Néstor la rompió. La carta de renuncia que sí le llegó, se hizo pública en su momento. Hay dos detalles escritos a mano: la fecha y, junto a su firma, la palabra Sinceramente.

Tras su renuncia se alejó del kirchnerismo y se convirtió en uno de sus críticos, en especial de medidas como el cepo cambiario, el manejo del Indec o el tratamiento de la tragedia de Once, a la vez que defendió la gestión de Néstor Kirchner. En 2012 fundó su propio partido, Parte: Partido del Trabajo y la Equidad. Al año siguiente armó el Frente Renovador con Sergio Massa. En 2017 fue jefe de campaña de la breve aspiración a senador de Florencio Randazzo, y el encargado de comunicar los primeros resultados a la prensa en su bunker.

Ya como precandidato a presidente, uno de sus aciertos de campaña fue, justamente, el haber sabido transformar lo sinuoso en virtud: frente a entrevistadores armados para rascar en la pelea y posterior reconciliación con CFK (los más evidentemente virulentos, Morales Solá y la eterna estrella radial cordobesa Mario Pereyra), podía contestar tranquilamente: sí, fui crítico, y lo que dije lo sigo sosteniendo. “Nunca más me voy a pelear con Cristina”, prometió en el multitudinario acto de cierre de campaña de Rosario. “Cuando nos reencontramos, allá por diciembre de 2016, dijimos: empecemos a hacer las cosas de otro modo. Lo mejor que me pasó con Cristina, es que rápidamente recuperamos el cariño que siempre nos tuvimos. La política nos había distanciado, pero nos dimos cuenta de que la distancia solo había favorecido que se instale en la Argentina esta realidad”, reforzó, dedicándole a su compañera de fórmula las primeras palabras de agradecimiento.

Hijo de un juez porteño, Alberto Angel Fernández nació el 2 de abril de 1959. Hizo sus últimos grados de primaria en una escuela pública de Paternal. Fue en la secundaria en el Colegio Nacional Mariano Moreno, cerca de la Plaza de Once, donde empezó a militar en el centro de estudiantes. “Si a los 14 años no hacías política, no te levantabas a una chica en esa época”, admitió alguna vez. Se recibió de abogado en la Facultad de Derecho de la UBA en 1983, donde fue profesor adjunto en la cátedra de Derecho Penal y Procesal Penal de Esteban Righi.

Se presenta como “hijo de la educación pública”, y en su campaña se preocupó por ocupar el espacio simbólico y también material de esa defensa: fue a Ciudad Universitaria en el acto con científicos e investigadores (de quienes recibió una adhesión con más de 10 mil firmas, un pronunciamiento inédito para esa comunidad); estuvo en la Facultad de Derecho de Rosario, con los gobernadores; antes en la Facultad de Medicina de la UBA, con sus equipos técnicos; en la Universidad Nacional de Río Cuarto, cuando visitó esa localidad. “Me siento en casa”, dijo en cada casa de estudios. Y también: “Yo tuve la suerte de ir a la Universidad pública y otros a la universidad privada. Pero los premio Nobel salieron todos de la universidad pública”.

Su primer cargo público fue en 1985, como director en Sumarios y subdirector General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía. De esos tiempos es la foto con Raúl Alfonsín que mostró estampada en una remera en el acto en Córdoba, o la que compartió en redes sociales: “La tengo entre mis primeros recuerdos, está al lado de la medalla que cada jugador de Argentinos Juniors recibió cuando fuimos campeones del Bicentenario. Dos afectos distintos, pero dos afectos inmensos. Alguna vez tuve el honor de acompañar a Alfonsín en su gobierno, hoy les pido que me acompañen”, les dice a los radicales en ese video.

Durante el primer gobierno de Menem, entre 1989 y 1995, ocupó la presidencia de la Superintendencia de Seguros de la Nación. Para las elecciones de 1999 fue tesorero de la campaña presidencial de Eduardo Duhalde. A comienzos de siglo integró la lista del frente Encuentro para la Ciudad, que con Domingo Cavallo y Gustavo Béliz como candidatos a jefe y vicejefe de gobierno buscó (y no consiguió) ganarle la ciudad de Buenos Aires a la Alianza. Obtuvo, sin embargo, una banca en la Legislatura porteña, que tres años después dejó para asumir como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.

Está en pareja desde hace cinco años y comprometido con Fabiola Yañez, misionera de 38 años, actriz y licenciada en periodismo. En el programa Incorrectas de Moria Casán, en el que es panelista, ella contó que se conocieron cuando él fue a dar una charla en la universidad, y lo entrevistó como parte de su trabajo de tesis. Es papá de Estanislao, conocido en las redes sociales por su personaje Dyhzy y su trabajo como drag queen y cosplayer (la representación de personajes a través de ropa y maquillaje). Fanático de Bob Dylan (tanto como para llamar así a su ya célebre perro collie), del rock, de la guitarra (las colecciona) y de la música en general, alumno fugaz de guitarra de Litto Nebbia, y desde entonces su amigo, atesora el momento en que vio unidos el mundo de la política y el de la música. Fue cuando presentó en el Salón Blanco de la Casa Rosada a Luis Alberto Spinetta, y le entregó una estatuilla. El creador de “Muchacha (ojos de papel)” inmortalizó entonces la frase: “No es un Oscar, es un Néstor”.