Santiago Moraes es un narrador omnisciente, una entidad invisible que comenta los instantes que conformarán una historia. Como en La canción que describe, en la que el cantautor cuenta que en este lado de la ciudad no sopla el viento ni cae la lluvia, hay un niño con un juguete y una vieja con los dientes puestos que dice “agarrá las armas”. Esta canción es parte de Transeúntes, el próximo disco (el tercero ) del ex integrante de Los Espíritus, luego de Las canciones de Santi (2012) y el EP Los boliches (2016). Santiago Moraes y Transeúntes, que existe desde 2013 aunque cambió de formación constantemente, se terminó de consolidar el año pasado con la incorporación de Sol Bassa como violera, portante de la personalidad blusera que enriquece el proyecto, y actualmente es el proyecto principal de Moraes, quien compuso, cantó y tocó la guitarra en Los Espíritus hasta marzo, cuando anunció que ya no formaría parte tras la decisión del grupo de reincorporar a Maxi Prietto, luego de las denuncias de abusos sexuales publicadas contra él.

 

Autor de temas como Perro viejo y Negro chico de Los Espíritus, o El linyera de la plaza, Moraes compone con los poetas del decir como Bob Dylan o Tom Waits como faro. “Ésas son canciones de la misma época: cuando empecé a componer para Los Espíritus hice muchas y algunas entraron y otras no porque el grupo tenía su propia propuesta, su personalidad y de repente había temas que quedaban fuera”, cuenta.

En la casa de la infancia de Santiago no se escuchaba mucha música. El silencio se interrumpía con canciones de protesta de los ‘70, Silvio Rodríguez o Pablo Milanés. Pero su mamá lo hacía dormir con temas de Sergio Denis. Y cuando su papá vio que el niño era cooptado por las canciones del platinado cantante, le regaló el casete doble de The Wall de Pink Floyd. No era música clásica como le gustaba a él, pero como rock era bastante sofisticado.

Hijo de estos uruguayos, Santiago se fue adentrando en la música con Los Beatles y luego con Nirvana, y se metió con las historias de Alfredo Zitarrosa, Eduardo Mateo, Moris y Manal. Cuando era chico lo mandaron a estudiar inglés y aprendió enseguida porque se puso a traducir las letras que le gustaban de Lou Reed, Dylan y Waits. “Me gustaba mucho leer a Charles Bukowski y ese tipo de personajes que tienen que ver un montón con los barrios y con lo que no es espectacular, sino bastante común y corriente, pero que si uno se pone a indagar hay muchas historias”, dice.

Después llegó la adolescencia y lo mandaron a un secundario de doble tuno. “Yo dibujaba, y ahí toda la mañana era plástica y a la tarde era secundario bachiller. Me descarrilé y empecé a faltar un montón, nadie me controlaba porque me iba muy temprano. Me empecé a hacer la rata y a callejear por ahí, hasta que repetí tercer año.” Así se acabó la era del colegio Manuel Belgrano, en La Boca. Lo anotaron en el Avellaneda, a una cuadra de la casa, y se empezó a involucrar más con la música cuando conoció a Maxi Prietto, que ya tocaba la guitarra. “Me decía que no podía ser que estuviera todo el día escuchando música, hablando de música, y que tuviera un criterio para tocar pero no tocara. Creo que incluso se lo dijo a mi vieja, porque ella no me quería comprar la guitarra, me la compró por la gestión Maxi Prietto y ahí aprendí a tocar la viola. Practicaba en casa y mientras él soleaba yo hacía los acordes”, recuerda Santiago.

 

En un principio, Moraes cantaba en inglés emulando a los músicos que admiraba como Lou Reed, hasta que empezó a conocer otros poetas argentinos o uruguayos. “Hablan mucho de esquinas, de veredas, usan expresiones coloquiales que son increíbles, ‘Uy, qué esperanza’, o ‘Qué macana’. Meter ese tipo de expresiones en una canción te representa de otra forma”, reconoce el músico. De hecho, el nuevo disco de Transeúntes incluye una canción inspirada en Cárcamo, un personaje de la novela El cielo con las manos de Mempo Giardinelli. “El gordo Cárcamo es un personaje secundario que el protagonista envidia mucho, porque es una persona que se acuesta haciendo la plancha en el río en el medio de Chaco e inspira muchísimo relax”, relata Santiago una escena que podría también ser cinematográfica.

Y es que hay mucho por entrelazar si a imágenes se refiere, porque el músico estudió la carrera de Cine ni bien salió del secundario. Y cuando empezó a trabajar en el rubro, dejó los estudios. Hasta que llegó la música, y luego de las lecturas de El Eternauta volvió a encontrar esa pulsión constante de entrar y salir de los territorios: “Flasheaba en colores porque es una historieta que transcurre en Buenos Aires y yo vivía en Palermo: aparece Puente Pacífico, el subte, me volvía loco que aparezca ciencia ficción en mi lugar”. Y así se enlazan los acontecimientos del mundo Moraes, plagado de personajes, transeúntes que pasan y esquivan el olvido siendo parte de una canción.

* Santiago Moraes tocará el viernes 13 de septiembre en Casa Unclan, La Plata, junto a Luna Roja y las Guitarras Negras. Y el sábado 28 de septiembre en el Centro Cultural Richards, Honduras 5272, con Valeria Cini.