Verónica está embarazada de Manuel, su novio. No se anima a decírselo, ya que no sabe si realmente la quiere. Silvia, una bioquímica de renombre con la que comparte departamento, le ofrece una solución: burundanga, la droga de la verdad. Una sustancia que provoca que quien la tome despliegue una sinceridad sin filtros. Verónica accede. Le convida la droga a Manuel, y así descubre no sólo lo que pretendía averiguar sino otras cosas impensadas, ocultas, del mundo del ser amado. “Lo lindo de la obra es que siempre puede ser peor. Va redoblando hasta el final. Es comedia pura”, define Valentina Bassi, quien en Burundanga interpreta a Verónica.

Esta obra de Jordi Galcerán -conocido por piezas como El método Grönholm- fue un fenómeno en España, con diez años de éxito consecutivo en Madrid, donde superó el millón de espectadores. Además, ya se presentó en alrededor de 20 países en el mundo. La versión que recientemente se instaló en el Multitabarís Comafi está dirigida por Corina Fiorillo, y actúan, aparte de Bassi, Roberto Peloni, Marcos “Bicho” Gómez, Laura Novoa y Roly Serrano. Se la puede ver de miércoles a viernes a las 20, los sábados a las 19.30 y 21.30 y los domingos a las 19.30.

-¿El tema de la obra sería la verdad?

-El tema de la obra es lo desopilante: cómo a dos pibas se les ocurre drogar a un chabón para que diga la verdad sin filtro. Ya empieza con esa locura. Básicamente,

es comedia pura, de situación

. Las situaciones son cada vez más desopilantes, ellas cada vez están metidas en más quilombo. Quieren salir, escaparse y ya no pueden. Y todo a partir de la pregunta de

“¿me querés o no?”

. Era un poco más fácil de hacer, sin necesidad de tanto kilombo. A veces uno necesita algo que el otro no puede dar aunque lo sienta.

-¿Te gusta hacer comedia?
-
No soy comediante, pero me divierto muchísimo. Es liberador, catártico ir a los ensayos. Ahora, con las funciones, me voy a otro planeta. Es el mundo del juego. Más literal no puede ser. Siempre el teatro es el mundo del juego, pero cuando hacés comedia, hay algo de lo desopilante... De la no explicación: “Esto es así porque es así”. ¿Por qué? Porque tenemos ganas de que sea así. Mi personaje de repente cambia porque sí. Hay algo del juego de cuando éramos niños, de no tener que estar buscando una lógica o justificación, sino más bien el pasarla bien, reírnos. Esto me parece relindo de la comedia, y de ésta en particular.

-El material también tiene una cuota importante de humor físico.
-Es muy física, sí. Porque la burundanga no sólo viene con la verdad, sino también con espasmos corporales. Cuando el teatro es físico me gusta más que cuando es sólo de texto. Me parece que le vamos a sacar el jugo cada vez más. La obra nace el día del estreno. Y ahora con el público la estamos moldeando. 

-¿Cómo se genera la risa en el público de manera espontánea, sin que sea un efecto buscado?
-Al no ser comediante, mi forma de encarar los personajes siempre es desde la situación, la escena. Como lo que está pasando es un delirio, entonces ya es gracioso de por sí. Las verdades que le empieza a decir el novio sin ningún tipo de filtro ni tabú son tan tremendas que ya la situación es graciosa. Lo peor que puede hacer un actor, más uno como yo que no sabe comedia, es tratar de hacerse el gracioso. Creo que la risa se produce por el sufrimiento en el que se meten estas dos pibas, por esta decisión que toman. Sufren toda la obra. Siempre hay una vuelta más.

-No siendo comediante, ¿a qué herramientas tuviste que apelar para sumarte a esta propuesta?
-Soy actriz. Un actor es un actor. No soy “capacómica”, o no sé cómo decirlo. Me parece que un actor puede abordar cualquier área. Cada uno tiene su forma. No hay una sola forma de abordar una obra o personaje. Cuando es comedia inevitablemente es muy divertido. A diferencia de las veces que hago drama, la risa del público es muy importante, porque realmente te va guiando. Es muy difícil ensayar sin público. Eso me pasó, a diferencia de otras veces, que he ensayado súper encapsulada y concentrada en entender el conflicto, la situación, el personaje. No pasaba nada si no me veían. Acá, en la comedia, era difícil. 

-¿Cómo fueron los ensayos?

-Ensayamos dos meses, y fueron arduos ensayos. Porque es una comedia muy rítmica. Necesitamos los cinco estar muy conectados entre nosotros; si uno se desconecta se le va el ritmo a la obra. Y una comedia sin ritmo deja de ser comedia al instante. Entonces fue un trabajo bastante importante en ese sentido. A veces nos íbamos mucho de ritmo, hablábamos todos a la vez, y a veces era todo lo contrario. Encontrarle el tono y el ritmo, y que todos estuviéramos en el mismo tono y ritmo, fue la búsqueda.

-¿Tenés una preferencia por el teatro por sobre el resto de los lenguajes?
-A mí me gusta actuar. Cada vez tengo más claro eso. En teatro, tele, cine… Me gusta hacer personajes, inventar. Meterme en ficciones. En situaciones irreales. Ese es mi trabajo. Me importa mucho con quién, otras cosas, pero no tengo una preferencia particular por un lenguaje. He hecho de todo: teatro alternativo, oficial, comercial, cine, tele. Cuando me cae un proyecto en que siento que puedo disparar la imaginación hacia un lado, me tiro de cabeza. El teatro exige mucho. Es un aquí y ahora fulminante. En cambio en tele, en cine, podés remarla un poco más. Son diferentes, pero es lo mismo. Es actuar. 

-Trabajar con un material que llega con años de éxito, ¿genera una presión, una responsabilidad?
-A mí en particular no. Sí a lo mejor pienso que quizá tengamos la misma suerte. Pero no me importa mucho el recorrido que haya tenido el texto. 

-¿Imprimiste al personaje características tuyas o de personas conocidas? ¿Trabajás con material biográfico?
-
Siempre uno tiene que ver. Como los personajes son seres humanos, inevitablemente todos tenemos un pedacito de cada personaje que hacemos. Y explotamos esa parte. Es lo lindo de actuar. Poner la lupa en un pedacito de tu personalidad que por ahí es más chiquitito, pero cuando le pones la lupa ahí está. Me divierte que Vero sea tan frágil y temerosa. Hay un montón de cosas del personaje que me dan mucha risa y obviamente también las tengo. En la vida uno las tapa, acá es sacarlas mucho más. Por eso es catártico el teatro, para quien lo ve y hace. Te reflejás, inevitablemente hay espejo. Son personas a las que les pasan cosas.