“Celebrar los distintos tipos de piel, que a menudo se ocultan, de las mujeres”, es la expresa intención de Epidermis, según anota su creadora: Sophie Harris-Taylor (Londres, 1988), fotógrafa brit especializada en retratos que por estos días exhibe esta serie premiada. En la galería The Print Space, para más precisiones, ubicada en la capital inglesa, donde se despliegan hoy imágenes de veinte muchachas de distintos puntos de UK, desnudas y a cara lavada, exhibiendo con orgullo sus afecciones dermatológicas frente a la lente de SHT. “Nos han hecho creer que la mayoría de las mujeres tiene una piel ideal, impecable, pero no es así. Ya sea porque se tapa o porque se disfraza, poco se muestran condiciones comunes como el acné, la rosácea, el eczema. Muchas sienten la presión de esconderse detrás de una máscara de maquillaje, cubriendo lo que en verdad las hace únicas”, afirma la artista, convencida de que “no hay nada más atractivo que aceptarse y sentirse cómoda con una misma”. Habla por experiencia personal: durante su adolescencia, padeció acné severo, “y sentí mucha vergüenza, afectó a mi amor propio en esos años críticos en los que trataba desesperadamente de encajar”. Con el tiempo, entendió que no había razón para abochornarse por algo que, en definitiva, era natural.

Aún en el movimiento body positive, “los problemas dermatológicos no reciben suficiente atención. Mucho se habla del peso, de las curvas, pero no de, por caso, el acné, que genera ansiedad en nosotras, que vivimos en una sociedad que nos dice: es malo, es feo, cubrítelo ya”, reconoce Louisa, una de las chicas retratadas. Para una colección donde cada pic fue tomada con luz natural, en la intimidad del estudio de Sophie, sin acentuar poses, y con bienhechora meta: romper el estigma que rodea a quienes tienen problemas de piel, echar luz sobre el impacto que puede conllevar en la autoestima y la salud mental, abrazar la diversidad. Lo cual no significa, confiesa Harris-Taylor, que no haya sido difícil para las chicas el exponerse, en especial el inicio de cada sesión. “Exige un coraje extraordinario porque ser fotografiada, de por sí, te pone en una posición de vulnerabilidad. Pero lo que comenzó con miedo y nervios, terminó siendo un proceso liberador y fortalecedor para ellas”, asegura SHT.

 

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