Iris llega a su casa y se encuentra con una fiesta. Sorpresa. Sus amigas y su novia se la tenían preparada. Iris festeja los 50 y tal vez la sorpresa sea ella misma. Del otro lado del baile, unos rulos junto a la bandeja de música, y la complicidad torta que une las miradas del deseo. Nada más lindo que una amiga que te dice: ¿está re buena no? Y vos, escapando, ¿estás loca? 

La negación inmediata abre el juego, prende la chispa, lo hace posible. Después de la escoba y los restos de la fiesta, Iris mira la ciudad de nuevo, como extranjera o como si fuera la primera vez. Imaginarse deseada y avanzar sobre el deseo es a veces una sola cosa. Iris (Susana Pampín) cree que Maia (Camila Plaate) está enamorada de ella. Es ése equívoco, ese paso en falso lo que desata el deseo y abre un margen de error.

La tercera película de Liliana Paolinelli (guión y dirección) y se estrena el 29 de agosto en todos los cines y es una tierna incursión sobre aquello que apenas se vislumbra en el tedio de todos los días, sobre las grietas de lo posible.

¿ Cómo pensás que esta película se ubica dentro de tu filmografía? ¿Tiene relación con Lengua Materna por ejemplo? ¿Es parte de un ciclo?

Mis películas tratan de la circulación del amor entre las mujeres. Hay personajes recurrentes, mujeres mayores y jóvenes. En Lengua materna el personaje de la madre se preguntaba hasta qué punto el amor materno podía predisponer en su hija al amor lesbiano. Al final de la película, no sé si recordás, un mozo echa del bar a la madre y a la hija suponiendo que son lesbianas y ninguna sale a aclarar este punto, frente a la la amenaza ya no importa. Margen de error propone un escenario parecido: una mujer recibe en su casa a la hija de una amiga y a pesar de la diferencia de edad, del (casi) parentesco que hay entre ellas, se produce el equívoco. El final costó encontrarlo, pero estoy contenta. Me gusta pensar la película como parte de un devenir, más que como parte de un ciclo.

¿Pensás que es una película sobre el deseo? ¿Sus límites? ¿Sus recorridos internos? ¿El deseo puede tener un “Margen de Error”?

Una desea lo que no tiene, se suele escuchar por ahí, yo agregaría que el deseo también tiene que ser convocado. Si es demasiado imposible, difícil que se produzca juego, movimiento. Maia es demasiado chica para Iris y además es la hija de una amiga. Sólo a partir de un equívoco Iris va a empezar a creer que es posible, y a darse manija.

La alegría y la angustia de la protagonista encuentran un reflejo en los climas de la ciudad de Buenos Aires (al inicio todo es claridad y sol y luego empieza a llover) y con el desplazamiento al campo empieza algo salvaje, y descontrolado. ¿Pensaste ese desplazamiento espacial en relación al desplazamiento narrativo?

La lluvia tienen un sentido funcional en el guión; por ejemplo, cuando están en el campo, bloquea el camino y hace que Iris tenga que quedarse encerrada con su novia y las amigas cuando en realidad, lo único que quiere es irse con Maia. Por otro lado necesitaba hacer desplazar a Iris porque en la distancia podía notarse más su idealización respecto de Maia.

Considerando los prejuicios sociales respecto al amor intergeneracional, la película parece saltar ese preconcepto cuando se trata de dos mujeres.

Para los personajes la edad es subjetiva… Iris no se ve a sí misma como alguien mayor, se siente bárbaro, sale, disfruta. También para Maia la edad es subjetiva. No significa que desde afuera no se perciba la gran diferencia que existe entre ellas y también su lugar social: Iris tiene su vida, su economía resuelta; Maia por el contrario, está recién independizándose, su situación es diferente.

La película muestra también, de forma muy hermosa y verdadera, el entorno familiar de la protagonista, una familia “lesbiana” que la contiene y apoya.

La red afectiva me parece fundamental, casi un tema de supervivencia. En Maia se ve con mucha nitidez: recién llegada a Buenos Aires, Iris la invita a estar con sus amigas tortas. Al final la chica va a tener su propio grupo de amigues. Tal vez en la juventud de Iris no haya sido demasiado diferente, claro que no era lo mismo ser lesbiana en los 90 que ahora. Pero la importancia de las redes se mantiene y se transmite.

¿Cómo fue el trabajo con las actrices?

 

Cuando escribí el guión ya pensaba en Susana Pampín para interpretar a Iris. A Camila Plaate la conocí por Verónica Souto, la directora de casting. Trabajamos mucho en el texto. Susana propone mil variantes, todas buenas. El desafío para mí fue elegir con qué quedarme… Camila tiene una comprensión de lo humano realmente asombrosa para lo joven que es, y una formación muy sólida. A Eva Bianco (Jackie, novia de Iris) y María Pessacq (madre de Maia) las conozco y somos amigas desde hace años. Tomé cosas de su gestualidad y formas de hablar para los personajes. Y con las amigas no había textos muy definidos, los personajes se terminaron de armar en el rodaje. Daniela Pal, Cristina Coll, Pipi Onetto, Mónica Gonzaga, cada una encontró una particularidad. Victoria Carreras es increíble, ví la película cantidad de veces y ella me sigue sorprendiendo como si la viera por primera vez.