Después de subir el precio del dólar oficial 118 por ciento de un saque, de fijar un ancla de ajuste mensual para la divisa del 2 por ciento durante un año, hasta enero de 2025, y de comprimir todavía más el alza del dólar, a 1 por ciento mensual hasta el 11 de abril pasado, la fase 3 del plan económico, con el sistema de bandas de flotación, hace agua. Por eso asoma el peligro de que sobrevenga la fase 4

El riesgo país parece dirigirse hacia allí. Aumentó 70 puntos en la semana, de 700 a 770, y 93 puntos en 20 días, desde que el JP Morgan anunció que embolsaba ganancias del carry trade y se tomaba un respiro con Argentina hasta después de las elecciones.

Las tasas de interés en pesos también orientan hacia allí. De apuro, con el dólar subiendo a todo vapor, en un clima de nerviosismo interno, el equipo económico le dio con todo al timón esta semana y aumentó las tasas de interés a un rango del 40,9 al 47,8 por ciento, lo que arroja una tasa efectiva mensual del 2,9 al 3,3 por ciento, más del doble de la inflación proyectada.

Un desajuste tan evidente cruje en el mercado, con expectativas que empiezan a no estar alineadas. Algo no cierra y se teme por la fase 4.

El aumento de la morosidad en el financiamiento con tarjetas de crédito también es un indicio claro. En un año se duplicó. Pasó del 1,9 por ciento en junio de 2024 al 3,8 por ciento en mayo pasado. El endeudamiento de las familias crece por falta de ingresos y devolver la plata cuesta cada vez más. Los salarios suben entre 1 y 2 por ciento por mes y el costo financiero total que aplican las tarjetas escaló hasta un exorbitante 184,3 por ciento, desde el 150,7 anterior. Es una carrera desigual.

En créditos al consumo, el coeficiente de mora totalizó 4,5 por ciento en los hogares. No son buenos augurios.

Sin embargo, lo que más preocupa en la city porteña, entre los agentes económicos y en los análisis de las consultoras es el déficit en cuenta corriente, que ya cumplió un año consecutivo y cada vez es más grande. Déficit en dólares mata superávit fiscal en pesos, advierten a coro el FMI, los amigos del Gobierno y los mandriles, mientras Luis Caputo intenta convencer a todos de lo contrario.

Ese choque de conceptos, para muchos, anticipa que se viene la fase 4.

Fase 1

El miércoles 13 de diciembre de 2023, tres días después de tomar el poder, Javier Milei ordenó un aumento del dólar del 118 por ciento, el tercero más grande de la historia para un mismo día, solo superado en 1989 con dos saltos durante la hiperinflación de Raúl Alfonsín.

El dólar mayorista pasó de 366 a 800 pesos. La inflación acompañó: el índice de precios se disparó 25,5 por ciento ese mes, marcando el incremento más grande en 32 años. El poder adquisitivo de salarios y jubilaciones se pulverizó. La actividad económica sufrió una contracción violenta del 4,5 por ciento interanual.

El riesgo país por entonces estaba en 1815 puntos y no empezó a descender hasta un par de meses después, de manera gradual, hasta quedar por debajo de los 1000 recién a fines de octubre de 2024, ya en la fase 2 en lo relativo al dólar.

Frente al descalabro generalizado, Milei prometió que para mediados de 2024 ya se notaría una recuperación en V, que dejaría atrás las pérdidas sufridas e iniciaría el camino de un crecimiento vigoroso sobre bases sólidas. 

Al día de hoy, eso no ocurrió para la industria, la construcción, el comercio, el turismo interno, el empleo, los salarios, las jubilaciones e incluso la rentabilidad empresaria de un mayoritario número de actividades, lo que marca el clima de una economía real anémica.

Fase 2

Junto con la devaluación inicial, el equipo económico impuso la regla del crawling peg al 2 por ciento, es decir, una tablita con aumentos pautados para el dólar del 2 por ciento mensual. El objetivo fue anclar las expectativas para estabilizar el mercado cambiario y controlar la inflación, de la mano de una estricta política fiscal, que pasó del déficit al superávit, y una política monetaria de emisión cero.

La inflación efectivamente empezó a bajar, pero no pudo evitar que en 2024 acumulara un alza nada menos que del 117,8 por ciento.

En materia cambiaria, las cotizaciones del blue y los dólares financieros fueron en alza hasta julio del 2024, con un máximo de 1500 pesos y un clima de incertidumbre y tensiones en aumento. Luis Caputo aparecía cada vez más contra las cuerdas hasta que el aporte extraordinario de 23.000 millones de dólares del blanqueo revirtió la situación.

Para Milei se convirtió en el mejor ministro de Economía de la historia.

Como el último trimestre del año pasado tuvo índices de inflación de entre 2,4 y 2,7 por ciento, el Gobierno sacó pecho y apretó más el ancla cambiaria, para llevar el índice todavía más abajo. "La inflación va a colapsar", prometían Milei y Caputo. 

Desde el lunes 3 de febrero de 2025, el dólar aumentaría el 1 por ciento mensual, una regla que el Gobierno lanzó para pasar a la ofensiva, aunque parecía arriesgada, y que efectivamente duró menos de 3 meses: el 11 de abril se lanzó la fase 3.

Fase 3

La fase 3 debutó con el anuncio de un nuevo mega préstamo con el FMI, muy por encima de la cuota que le correspondería al país, sobreendeudado con el organismo desde que Caputo era ministro y presidente del Banco Central con Mauricio Macri. 

Pero bajo la promesa de profundizar el ajuste fiscal, juntar reservas para bajar el riesgo país y empezar con las privatizaciones, el Gobierno consiguió 20.000 millones de dólares adicionales, más otros aportes del Banco Mundial y del BID.

A cambio, liberó la compra de dólares para las personas y mandó a la basura el crawling peg, del 2 y del 1 por ciento. La nave encaró hacia las bandas de flotación cambiaria, con un arranque de 1000 y 1400 pesos, que se va ensanchando todos los meses 1 por ciento hacia arriba en el techo y 1 por ciento hacia abajo en el piso.

El 11 de abril, el dólar oficial cerró a 1.108 pesos, este viernes quedó en 1307, un 17,9 por ciento arriba. El riesgo país estaba en 874 puntos y esta semana finalizó a 770, pero con una tendencia al alza cada vez más pronunciada.

La sangría de divisas por importaciones -las de bienes de consumo subieron 90 por ciento contra junio de 2024-, turismo de argentinos en el exterior y atesoramiento no se detiene. El Gobierno corre con las tasas y el dólar no afloja. Hay temores de que llegue la fase 4.

Fase 4

La fase 4 puede empezar con Caputo escapándose un fin de semana a las playas de Río de Janeiro, en medio de una crisis monumental, como hizo el 2 de septiembre de 2018.

Pero más allá de eso, en lo esencial es cuando el modelo explota, como pasó entre 2018 y 2019, al no conseguir financiamiento para un déficit externo insostenible. Entonces sobreviene una nueva devaluación, rompiendo el techo de la banda, para alcanzar un precio del dólar que haga que las divisas dejen de salir y empiecen a entrar. 

La catástrofe inflacionaria y social que eso significa es fácil de identificar por la memoria de lo que ocurrió en aquellos años y sobre todo por el episodio más reciente de diciembre de 2023, cuando Milei se convirtió en presidente del país y lanzó la fase 1.