El caso de Alexis Acosta, el atleta ciego de 31 años que participó del programa "¿Quien quiere ser millonario?", que conduce Santiago del Moro, conmovió a los televidentes y al mundo del deporte por su llanto en vivo. No fue precisamente por la emoción de haberse ganado en del programa del TV una suma de 300 mil pesos, sino por el destino que dijo le iba a dar a ese dinero: terminar su casa y financiar su carrera deportiva porque el gobierno de Mauricio Macri le quitó la beca que recibía como atleta de alto rendimiento.

"A los seis años me descubrieron un virus llamado Uveítis, me acuerdo que no veía bien el pizarrón pero no decía nada porque me cargaban mucho. A los nueve me operaron, y volví a ver bien hasta los 16 años, cuando se me desprendió la retina", contó Acosta, y luego recordó que casi al mismo tiempo que debió afrontar su ceguera su padre se enfermó de cáncer: "fue muy duro. Fue el golpe más duro de mi vida. Todavía pienso en él y me pongo a llorar". 

A pesar de sus dificultades, Acosta decidió retomar sus actividades deportivas y comenzó a forjar su carrera como atleta de alto rendimiento, lo que le valió el reconocimiento de su comunidad en Catriló, La Pampa. Cuando comenzó a destacarse como deportista en salto en largo, dejó su provincia y se instaló en Buenos Aires, donde formó su familia. Su historia había comenzado a conocerse mucho antes, a través de diferentes medios de comunicación donde asistió como invitado.

En 2009 su entrenador Javier Alvarez le consiguió una beca en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). Pero las políticas deportivas del Gobierno, que además de bajar el rango de la Secretaría de Deportes a Agencia Nacional también recortó  significativamente las becas de los deportistas, lo dejaron con las manos vacías y sin lugar para poder entrenarse como atleta ciego de alto rendimiento. "Te juro que cuando me dijeron que me daban de baja una de las becas, iba en el colectivo y se me caían las lágrimas", contó Acosta, emocionado. 


Sin alojamiento y sin comida en el Cenard, su sueño se le hizo cuesta arriba. Sin embargo, su esposa Rocío Duarte, que trabaja en la Federación Argentina de Deportes para Ciegos (Fadec) y es vidente, lo ayudó para pedir ayuda a través de las redes sociales. "Ella es de fierro, yo me voy veinte días, un mes y se hace cargo de todo. Este año cuando la veíamos difícil, enseguida salió con el Instagram", contó este atleta que participará desde este viernes en los Juegos Parapanamericanos de Lima, donde buscará superar su mejor marca, el record nacional de salta en largo que ostenta desde 2010. "Quiero superar los seis metros", remarcó. "Lo que me propongo lo hago, o por lo menos lo intento", insistió.