Una manifestación contra la violencia machista toma la calle. Se cuestionan los femicidios, las violaciones y la complicidad policial. Se demandan respuestas concretas a las autoridades y no sólo respuestas institucionales. Los pañuelos verdes se multiplican en demanda del aborto legal. El glitter fucsia y violeta llena de purpurina la marcha en vista de un movimiento visible y que pelea contra la violencia desde el brillo y el goce. Un varón agrede a un periodista. Los medios de comunicación locales y las cadenas internacionales de noticias cuestionan a la marcha. Se pintan monumentos. La prensa se preocupa más por el costo de la limpieza que por la muerte y abuso de las mujeres. Los feminismos se multiplican pero la respuesta conservadora (backlash) también recrudece en la demonización de las manifestantes.
¿Dónde fue la marcha?
Esta vez en la Ciudad Autónoma de México. Pero es casi igual que en Buenos Aires. La marcha y las escenas se repiten en América Latina, de forma tan hilvanada que las puntadas deben unir tanto los reclamos como la defensa ante las reacciones por las movilizaciones feministas.
El 12 de agosto se realizó una primera manifestación con la consigna #NoMeCuidanMeViolan en repudio a la violación por parte de cuatro policías a una adolescente en la Alcaldía de Azcapotzalco. La chica retiró la denuncia porque se filtró su identidad en violación a su derecho a la privacidad y generando una revictimización latente por parte del Estado. Los policías quedaron libres y con expedientes sin manchas para seguir trabajando. ¿Por la seguridad de las mujeres?
La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum criticó la marcha y dijo que la protesta del 12 de agosto fue un acto de “provocación”. El colectivo que promovió la convocatoria respondió: “Exigir justicia no es provocación”. Y el 16 de agosto convocó a otra movilización con la consigna. También pidieron medidas concretas: Declarar el alerta de género en el país: sanciones por la filtración de información en las investigaciones; que los policías que resulten responsables sean destituidos de los cargos y reparación del daño para las víctimas; dejar sin efecto los procesos de criminalización contra las participantes de la protesta del 12 de agosto y que se implementen protocolos estrictos de para personal policial y capacitación en temas de género.
El glitter no solo se convirtió en ornamento sino que fue demonizado por las autoridades. Un grupo de chicas le lanzaron un puñadito de brillitos al Secretario de Seguridad Ciudadana (SCC), Jesús Orta. La purpurina pareció un arma de guerrilla demonizada por las autoridades. Y el rosa se convirtió en un lema de la convocatoria.
“La movilización fue poderosísima, muy chingona”, resalta Plaqueta, la autora feminista del libro “Amiga date cuenta”, que Editorial Planeta también edito en Argentina. La escritora, editora y conductora radial se llama Tamara de Anda Prieto, pero ya se nombra como Plaqueta y se describe como orgullosamente chilanga, peatona, feminista, tragona, chaira y chavorruca. Ella relata: “Ya habíamos tomado las calles los 8 de marzo, los 25 de noviembres, el 24 de abril del 2016 y no pasa nada. Las cifras de violencia van en aumento exponencial. Actualizan leyes pero nadie se entera. No hay planificación para cambiar conciencia desde raíz. Es muy frustrante. Y entonces frente a los casos de violaciones por parte de policías que dos eran contra menores de edad y que en uno se filtraron los datos de la chava que denunció y que dejan en evidencia que las únicas que nos estamos cuidando somos nosotras”.
La violencia no para, aumenta: en julio el delito de feminicidio (como es llamado en México) aumento un 5 por ciento. En abril se iniciaron 74 carpetas de investigación y en julio 85, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), publicados por el periodista Rodrigo Soberanes, en Animal Político.
Frente a este escenario Plaqueta responde: “Pues claro que íbamos a destruirlo todo”. “Es lo más punk que hemos visto en nuestra vida. Es tan absurdo que los medios que no hacen nota porque hay entre nueve y diez feminicidios al día y ya no es noticia sí den como noticia que las mujeres rompieron vidrios. ¿Cómo le explicas a la gente que te dice que la violencia no es la respuesta? ¿Cuál violencia? Se rompieron vidrios y rayaron una estación de metrobus que en horas estaban como si nada. Una estación de subte o unos vidrios están asegurados por las pinches aseguradoras nos sirvan de algo por una vez en la vida. No hubo nadie lastimado. Solo un reportero que fue agredido por un señor que estaba infiltrado en la marcha. En los procesos judiciales te revictimizan y le avisan al denunciado que estas denunciado y puede tomar represalia. La violencia siempre le pertenece a ellos. ¿Por qué nosotras no?”, dice Plaqueta y aún por teléfono hace de la conversación una rabia exaltada, enfurecida, agitada y apasionada en donde las palabras fluyen y las onomatopeyas surgen y hacen “brrrrrr”. Pero también el humor asoma: “Queremos ir a tomar helado y estar en nuestras casas con nuestros gatitos. Tenemos mejores cosas que hacer que ir a destruir: vivir. Son las circunstancias las que nos están llevando”, argumenta.
Ella habla con humor y cambia de voz en mensajes que llama mini podcast. Hace stand up con una canción de parodia ante la reacción de los machos frente a los destrozos. Y cree que el humor es una de las formas de la lucha feminista. “Las mesas mañaneras, el programa de variedades, el humor es terrible. A veces crees que las cosas que están cambiando porque estas en tu burbujita. Pero cuando prendes la tele está todo mal con los estereotipos de género vigentes y la violencia super normalizada. A las mujeres las violan y las matan por salirse del guión que tenían para sus vidas. Por eso hay que salirse de la endogamia y llegar a más gente a través de corporaciones mediáticas y apuntar a las amas de casa y a gente que no tiene contacto con estos temas. No hay que decirle lo que ya sabe a gente que ya lo sabe. Ojalá que las morras agarren este pedo”.
“Ver a tantas jóvenes fuertes, seguras, movilizadas, valientes, es inspirador”, destaca Estefanía Vela Barba, Directora de Intersecta, organización feminista que se dedica a promover políticas públicas para la igualdad. Ella destaca la presencia de los pañuelos verdes (inspirados en la lucha de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Argentina) y que la fuerza feminista va en aumento. Y refuta las críticas: “Como siempre se quiere descalificar a las mujeres por los modos. Pero sabemos bien que no importan los modos, siempre hay resistencias. A lo que nos obligan las manifestantes ya es a ver la razón de su rabia: la imposibilidad de tener lo que merecen: estar vivas, libres, con una vida plena”.
Mientras que una de las convocantes a las marchas, Sofía Poiré, activista feminista y consultora en temas de género y diversidad sexual e integrante del movimiento #NoMeCuidanMeViolan describe la raíz del movimiento: “Surge una primera manifestación de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México a la Procuraduría General de Justicia (PGJ) el lunes 12 de agosto. El hashtag asociado fue #NoMeCuidanMeViolan. Debido a la cantidad de asistentes, pero también a que varias participantes pintaron ambos edificios y rompieron una puerta en la PGJ, se le dio mucha atención a la manifestación y a las feministas. Las primeras respuestas de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum deslegitimaron la protesta y tuvieron discursos criminalizantes. Por la parte de las feministas hubo tremenda indignación ante la respuesta de las autoridades y se convocó a una segunda manifestación con el hashtag #ExigirJusticiaNoEsProvocación. Se publica un pliego petitorio. Acuden aún más mujeres y quedan pintadas y parcialmente destruidas una estación de metrobús y una estación de policías. Después de esto entidades de gobierno convocaron a una serie de feministas a un diálogo a puerta cerrada el domingo 18 y a otra mesa de trabajo al día siguiente. Pero las marchas son legítimas y son sintomáticas de un hartazgo colectivo. El hecho de que en nuestro país domine tanto la impunidad hace que el Estado sea cómplice de toda esta violencia sexista, y eso se ve más claro que nunca en estos casos detonantes donde los que cometieron la violencia eran policías”.
¿Cómo se vincula el nuevo feminismo con el nuevo partido del gobierno de Andrés López Obrador? Sofía analiza: “No dudo que sea sumamente difícil cambiar un sistema patriarcal que precede a las mujeres que se encuentran desde el año pasado en sus cargos tras las victorias recientes. Pero la realidad es que mientras hacen los cambios institucionales necesarios para garantizar el acceso a la justicia y prevenir la violencia de género nosotras estamos hartas. El Estado debe responsabilizarse y hacer más. Seguimos esperando una disculpa pública real por parte del gobierno por haber criminalizado a las protestantes. Quizá el acierto más grande de su parte hasta el momento fue el anunciar que condena la violencia digital que están viviendo muchas feministas como parte de un backlash machista y que estarán investigando los casos”.
Ameríca Latina no será toda feminista. Ya es. Y las luchas se vinculan, se parecen, se multiplican y también encuentran del lado de enfrente a sectores anti derechos y el backlash como reacción frente al avance de mujeres y disidencias sexuales: “Este es un momento interesante para los movimientos feministas en México. Tenemos la oportunidad de articularnos desde nuestras diversas trincheras, colaborar, proponer, protestar en conjunto. Pero reconocer que somos diversas no sólo por nuestras características identitarias sino también por nuestras corrientes políticas es de cierta manera un reto para este trabajo colaborativo”.
Con mirada y pisada latinoamericana María del Mar Ramón es co - fundadora de Red De Mujeres en Argentina. Y autora de “Tirar y vivir sin culpa, El Placer Es Feminista”, que se va a publicar en Colombia, a fines de agosto. Ella escribe, perrea, piensa y analiza entre Colombia y Argentina, el sur y el norte de un continente que ya no se puede pensar fragmentado ni sin poner sobre tela sus diferencias. Ella subraya: “Las mexicanas realizaron una multitudinaria marcha contra la violencia de género en y, naturalmente, rayaron paredes. En México se indignaron por los graffitis, por los gritos de las mujeres, por su rabia. En el resto de Latinoamérica siempre que nos llevan a las feministas a hablar conservan la insoportable costumbre de preguntarnos si las feministas odiamos a los hombres. Incluso antes de empezar a hablar sobre cualquier tema. Todo el tiempo. Siempre tenemos que responder lo mismo: que no, que tranquilos, que es todo con amor, sonrisas y en voz baja, como les gusta, pero harta del tema, me pregunto “¿Y si los odiamos, qué?” Nuestro odio no los mata, no los viola, no les quita derechos, no les paga menos por la misma tarea, no los precariza ni los humilla. No es un problema emocional, es un problema de poder”. Y alza la voz y las ideas: “La indignación y fiscalización sobre nuestras formas de protesta es apenas una dilación para que nunca hablemos de lo que realmente importa: el problema no son las emociones, es la violencia, es la sumisión y es mantener un poder hegemónico. Los hombres que nos han maltratado quizás ni siquiera, nos odien. No es necesario odiar a alguien para lastimarlo con el fin de sostener un sistema. No es un problema de individualidades, ojalá les preocuparan tanto nuestros derechos como les preocupa que los querramos”.