Una de las escenas más temidas y a la vez mas desafiantes para la práctica de enseñar es enfrentar la pregunta... "Profe (o "seño"), ¿para qué sirve esto?".

En ese instante nos inundan sensaciones contradictorias. Solemos considerar "muy importante" lo que enseñamos y de alguna manera la pregunta es una especie de agravio. Además, en tanto educadorxs, nos parece que la noción de "utilidad" es propia del mercado; y que la educación tiene que brindar desinteresadamente fundamentos generales para formar sujetos críticos que sigan aprendiendo toda la vida, y así abonar un futuro mejor, individual y socialmente.

A la vez, sabemos que "la utilidad" se vincula con frecuencia con "la inmediatez", que es la traducción epocal de una manera de pensar formateada por los caracteres de las redes; o tal vez que es un cuestionamiento general y desafiante desde el hastío que produce la escuela; o tal vez que se vincula con el pesimismo de la mirada frente a un futuro que se ve muy oscuro. Entonces nos vamos amigando con la pregunta y con las, los y les estudiantes que la plantean. Y especulamos con que, por ahí, tendiendo puentes imaginarios y, a veces, exagerando un poco, vamos a demostrar qué útil es ese contenido, captar esa deseada atención y llegar a ese momento mágico de la conversación compartida.

Hay algo de la Educación Sexual Integral que prácticamente invierte la situación. Una anécdota de la vida real: una alumna de primer año le pregunta a la profe de Geografía si "va a enseñar ESI". Frente a la respuesta algo perturbada de la profe (que no tuvo oportunidad de capacitarse en ESI porque la ESI está desfinanciada) de que "esto es Geografia", la alumna arremete con un impecable "pero la ESI es transversal". No es necesario capturar el interés, no es necesario disfrazar la "utilidad" y, al mismo tiempo, tampoco es necesario abandonar nuestra convicción de que abonamos aprendizajes por venir y, menos, un futuro con más igualdad.

La enorme oportunidad que la ESI representa para multiplicar conversaciones compartidas desde el interés genuino es que los centros de estudiantes de secundario la incluyen entre sus demandas. Saben y quieren saber más, porque sospechan que tiene que ver con sus vidas presentes y con la proyección de sus deseos. Los, las y les estudiantes en formación docente también saben que es nodal y sospechan que con el espacio puntual hoy existente en los profesorados no va a ser suficiente. Y entre les, las y los docentes, de todos los niveles y de todas las modalidades, crece la pregunta de ¿cómo se traduce la ESI en mi práctica cotidiana?

Evidentemente no es necesario buscar argumentos para fundamentar "la utilidad" de la ESI. Lo que sí es necesario hoy es demandar más presupuesto para su implementación. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA abrimos una diplomatura de extensión universitaria que en un día tuvo 480 inscripciones. Las universidades, los sindicatos, las organizaciones militantes y los colectivos de docentes nos estamos moviendo, pero no reemplazamos al Estado ausente. El ajuste a la educación pública también afectó a la ESI y por eso la ESI se metió en la campaña.

*Decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Profesora, investigadora y militante en temas de género y educación.