En medio del gran incendio que arrasa con el Amazonas y se propaga sin tregua a través del continente americano, son cada vez más las personas que se ven forzadas a dejar sus hogares en búsqueda de un nuevo destino o que se preguntan cómo seguir en el barrio que las vio crecer cuando, a su alrededor, todo es cenizas. Roberto Aruj, investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) analiza los movimientos poblacionales provocados por eventos climáticos extremos y explica cómo poner freno a un problema "que, a diferencia de lo que muchos creen, no es coyuntural sino que se viene arrastrando desde hace años y, si no se le pone un freno, va a seguir creciendo”.

En 2016, junto a otros investigadores, Aruj encabezó un estudio para la OIM --organismo de la ONU-- sobre desplazamientos poblacionales generados por eventos climáticos extremos en 5 países de América del Sur: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. En Brasil, la investigación se centró en el Municipio Presidente Figueiredo, Rumo Certo (en el norte del Amazonas), con el objetivo de observar “cómo influye en esa población el gran problema de escasez de agua provocado por los altos niveles de deforestación” y de extender, a partir de ese análisis, recomendaciones para la generación de políticas y estrategias locales y nacionales de prevención, preparación, adaptación y monitoreo de estos eventos climáticos.

Las motivaciones económicas detrás de la deforestación del Amazonas, explicó el especialista, son tres: la construcción de represas hidroeléctricas, la expansión de la frontera agropecuaria --ya que “en el sur de Brasil hubo un proceso importante de desertificación, por la sojización de grandes extensiones de tierra, por lo que los productores migraron hacia el norte (Amazonas) para trabajar la tierra con el mismo criterio”, explicó Aruj-- y los grandes proyectos inmobiliarios que están ocupando cada vez mayor territorio.

“Este último factor no se suele mencionar en los medios y realmente es muy importante. Hay una afloramiento de inversiones por parte de grupos económicos muy importantes que están construyendo clubes de campo con canchas de golf en el medio del Amazonas”, advirtió Aruj. Y agregó: “Esto lo vimos en Manaos, por ejemplo, donde había grandes anuncios en las rutas que alentaban a invertir en terrenos del Amazonas  destinados a construir esos clubes de campo”.

Esta “injerencia humana”, continuó el investigador, “produce cambios en el clima” que cooperan con la generación de eventos climáticos extremos como inundaciones, sequías e incendios.

Lo que queda luego de esas catástrofes climáticas, además del destrozo del ecosistema, es una situación desoladora para miles de familias que, ante la pérdida de sus pertenencias materiales y el miedo a que el evento climático se repita, se ven forzadas a migrar temporal o permanentemente a otras ciudades.

“Cuando ocurren eventos climáticos extremos, como los incendios que están arrasando con el Amazonas, la gente deja de tener trabajo, se cierran las escuelas, no hay comercio, no hay producción, no hay pesca. Entonces las familias tienen que migrar a otras zonas”, explicó Aruj. “Hay que tener en cuenta que en esos contextos, como la gente pierde todos sus bienes, suele crecer la pobreza”, con lo cual la reinserción en una nueva ciudad suele ser una experiencia muy difícil sin la asistencia estatal adecuada.

Las migraciones, para la mayoría de las poblaciones, son eventos traumáticos, porque “en general la gente tiende a no querer abandonar su lugar, las pertenencias que le quedaron, su casa. Por eso hay muchos que, cuando no tienen otra posibilidad, terminan migrando a otras ciudades de forma transitoria, esperando que pasen los efectos del evento climático para volver. Hay otras familias, en cambio, que por la recurrencia de los eventos deciden mudarse de forma definitiva”, explicó el investigador.

Los movimientos poblacionales por eventos climáticos en Amazonas, así como en las otras regiones del mundo, es una problemática que viene repitiéndose desde hace años: en 2012, 54 de 62 municipios brasileños del Amazonas sufrieron desplazamientos; en 2013, fueron 38 municipios; en 2014, 42; y en 2015, 48. Si se mantiene el ritmo y la intensidad de los cambios ambientales actuales, advierten algunos investigadores, para finales del siglo XXI habrá en el mundo más de 150 millones de migrantes por causas ambientales.

Lo que está ocurriendo en Amazonas, “a diferencia de lo que muchos creen”, “no es coyuntural” sino que es una problemática "que se viene arrastrando desde hace años”, advirtió en ese sentido el investigador. “Allí se producen incendios todos los años. La diferencia es que este es un incendio tan importante que ha llamado la atención a nivel internacional”, señaló.

Es por ello que, para el especialista, es importante poner un freno a la descontrolada injerencia del hombre en la naturaleza. Para eso, ofreció una serie de recomendaciones al gobierno brasileño y a los gobiernos locales: “Pedimos la protección de los bosques del Amazonas, la reforestacion de todas las zonas deforestadas, la utilización de energías alternativas y el mejoramiento de las represas actuales, en vez de construir nuevos emprendimientos hidroeléctricos”. 

El gobierno brasileño, además, debería “colaborar con las poblaciones afectadas para ayudarlas a recuperar lo que han perdido con esta catástrofe y para reubicarlas en otras zonas". Pero, sobre todo, "debería planificar cómo intervenir en esos espacios: cómo desarrollar obras de infraestructura, incrementar la cantidad de pozos para el agua freática, construir canales para el riego, mejorar los caminos de acceso a los sectores de producción agrícola, aprovechar regiones vecinas para producir energía solar y eólica e intensificar los controles de incendio", entre otras cosas. "Y, todo eso, respetando la propia cultura local”.

“Los intereses económicos que hay en juego parecen no tener en cuenta la importancia de la preservación de este ecosistema y de su biodiversidad. Pero lo que está pasando en el Amazonas es un problema de todos. La pérdida de bosques, de la floresta amazónica, influye sobre el conjunto del planeta”, concluyó el investigador.

Informe: Azul Tejada.