En 1979, para ocultar a los secuestrados de la ESMA durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Armada trasladó a más de medio centenar a la quinta El Silencio, un predio de la tercera sección del delta del Tigre que la Iglesia católica le había vendido al grupo de tareas 3.3.2. Cuarenta años después, a pedido de sobrevivientes y por el impulso de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Zona Norte, la Dirección Nacional de Sitios de Memoria instaló ayer una señalización que indica que allí funcionó un anexo del principal centro clandestino de Buenos Aires.

La historia de la propiedad eclesiástica donde los marinos escondieron a los secuestrados durante la visita de la CIDH la reconstruyó hace tres lustros Horacio Verbitsky en su libro El Silencio. El predio era del pro vicario castrense Emilio Teodoro Grasselli y otras tres personas. Allí descansaba el arzobispo porteño Antonio Caggiano y se celebraban graduaciones de seminaristas. En enero de 1979 la Iglesia se lo vendió fraudulentamente a la patota de la ESMA, que usó en la escritura el DNI de un cautivo.

Ayer una setenta personas, incluidos representantes de organismos de derechos humanos y autoridades, viajaron en dos lanchas para presenciar el descubrimiento de la señalización realizada por las secretarías de Derechos Humanos de Nación y provincia de Buenos Aires, y los municipios de Tigre y San Fernando. Alfredo Ayala, alias Mantecol, ex cautivo de la ESMA y de El Silencio, agradeció a la Comisión de Zona Norte y a la Dirección de Derechos Humanos del Tigre, y adelantó que los sobrevivientes pedirán que se identifique otra quinta de Del Viso que usaron los marinos.

El acto central fue en la estación del Tigre. Gabriela Juvenal, de la Red Federal de Sitios de Memoria, rememoró el proceso que derivó en la señalización y recordó que “para estos trabajos se tienen en cuenta los tres ejes que tiene la ley y que son difusión, preservación y señalización”. “Este cartel permitirá que lugareños y turistas sepan que se ha señalizado la Isla del Silencio para que la comunidad conozca lo que sucedió allí. Esto es un mensaje que mirando al futuro, lucha por un Nunca Más”, expresó Raquel Wittis, de la Comisión de Zona Norte.

Carlos Muñoz, sobreviviente de la ESMA, homenajeó “a los compañeros que fueron a la Isla y que no volvieron, a los que estaban en Capucha y no volvieron, a los que fueron asesinados, trasladados, a los que fueron tirados de los aviones”. Ángel Strazzeri, otro ex cautivo, destacó que “los compañeros testimoniantes, sobrevivientes, somos portadores de dos mandatos: trabajar por verdad, memoria y justicia, y continuar con la lucha de nuestros compañeros detenidos desaparecidos, y en la medida de nuestra fuerza lo hemos llevado adelante”.