Desde Londres
La Cámara de los Comunes no autorizó el pedido de elecciones anticipadas propuesto por Boris Johnson y la Reina Isabel II dio su Real Asentimiento a la ley que obliga al primer ministro a solicitar una extensión de tres meses para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). En su último día de sesiones, el parlamento asestó otro duro golpe a un Johnson que parece cada vez más superado por las tribulaciones de su puesto y del Brexit. "No voy a pedir otra postergación a la Unión Europea. Si el parlamento quiere hacerlo, tiene que convocar a elecciones para que el pueblo decida", dijo el primer ministro a la Cámara.
A las 11 de la mañana su suerte estaba echada. En una conferenciad de prensa los partidos de la oposición anunciaron que rechazarían el adelantamiento de las elecciones. El líder del laborismo Jeremy Corbyn expresó la furia generalizada contra la suspensión de las actividades del parlamento hasta el 14 de octubre decidida por Johnson. “Es una vergüenza. El parlamento debería estar sesionando, controlando las acciones del gobierno. El primer ministro no quiere rendir cuentas sobre lo que hace”, dijo Corbyn.
La ley aprobada por el parlamento obliga a Johnson a pedir a Bruselas una extensión del período de salida hasta el 31 de enero de 2020 si es que el gobierno no llega a un acuerdo con la UE para el 19 de octubre. Con esta ley la estrategia gubernamental queda patas para arriba.
En el curso del día quedó en claro el caos de la estrategia gubernamental. En un momento Johnson señaló que la nueva ley no cambiaba en nada su intención de salir de la Unión Europea el 31 de octubre. En otro, la oficina de 10 Downing Street repitió que ni Johnson ni ningún miembro del gobierno iba a solicitar la extensión del artículo 50 que define la salida de un miembro de la UE y que, al mismo tiempo, el primer ministro no iba a violar la ley.
La presidenta de la Asociación Legal Criminal, Caroline Goodwin, se encargó de recordarle a Johnson que nadie está por encima de la ley. “No se puede esperar que la gente no robe, viole o asesine, si el gobierno declara abiertamente que va a violar la ley”, dijo Goodwin.
En estos siete días negros Johnson no solo perdió seis votaciones parlamentarias al hilo sino que:
* se quedó sin la exigua mayoría heredada de su predecesora Theresa May
* expulsó a 21 diputados del Partido Conservador
* sufrió la renuncia en protesta de dos ministros, uno de ellos su hermano, Jo Johnson
* dimitió a su cargo la presidenta del Partido Conservador en Escocia, Ruth Davison.
* y un puñado creciente de diputados anunció que no se presentarán como candidatos en las próximas elecciones en disconformidad con la línea extrema que está adoptando el partido.
El Plan A del primer ministro era evitar que el parlamento pudiese bloquear la salida de la UE el 31 de octubre. El Plan fue polémico desde el comienzo porque incluyó una suspensión de cinco semanas de la actividad parlamentaria, iniciativa que terminó unificando a la oposición y a disidentes conservadores que lograron la aprobación del proyecto de ley en tiempo record: tres días.
La convocatoria a elecciones era la carta ganadora bajo la manga. El líder de la oposición Jeremy Corbyn venía exigiéndolo desde hacía meses: ¿cómo podía negarse? Otro paso en falso, el cuarto o quinto disparo por la culata. Corbyn se negó en la votación que se hizo la semana pasada y no cambió de posición en de hoy. El líder laborista argumentó que la prioridad era evitar una salida sin acuerdo por el desastroso impacto económico-social que tendría y añadió que nadie creía en la palabra de Johnson, “ni siquiera su propio hermano”.
Johnson acusó a la oposición y sus “ex” conservadores de atarle las manos en la negociación con Bruselas. En la reunión que mantuvo ayer lunes por la mañana con el primer ministro de la República de Irlanda, Leo Varadkar, aseguró que su objetivo era un acuerdo. “Yo quiero un acuerdo. En caso de que no lo haya, el Reino Unido seguirá adelante, pero será un fracaso por el que todos seremos responsables. Creo que podemos llegar a un acuerdo”, señaló.
La República de Irlanda es clave porque la gran causa que unifica a la alianza de pro-Brexit moderados y extremistas que conforman el gobierno, es el llamado “Backstop” que firmaron Theresa May y la UE el pasado noviembre. El Backstop es un mecanismo en caso de que Irlanda del Norte (parte del Reino Unido) y la República de Irlanda (miembro de la UE) no logren encontrar los medios para evitar la erección de una frontera terrestre visible con aduanas, chequeos y puestos de vigilancia. En este caso, el Reino Unido permanecería en la Unión Aduanera con la UE e Irlanda del Norte además formaría parte del mercado único europeo hasta que se encontrara la manera de tener una frontera invisible que controle la circulación de mercancías y personas. Para los pro-Brexit esto equivale a una renuncia a la soberanía británica, una partición del Reino Unido y una traición al referendo de 2016.
En la conferencia de prensa con Varadkar, Johnson señaló que tenía muchas propuestas para constituir esta frontera terrestre invisible, pero como viene sucediendo cada vez que le preguntan, no precisó ninguna medida concreta. El primer ministro de la República de Irlanda le advirtió que si no había acuerdo habría que empezar una vez más la negociación. “La historia del Brexit no termina si el Reino Unido sale de la Unión Europea el 31 de octubre o incluso si lo hace el 31 de enero. Si no hay acuerdo tendremos que volver a la mesa de negociaciones y hablar de los mismos temas: los derechos de los ciudadanos de ambas partes, el pago de las deudas pendientes y la frontera irlandesa, todos temas que habíamos resuelto con su predecesora. Pero incluso con acuerdo, el tratado posterior para determinar cómo será la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, va a ser complejo porque habrá que lidiar con aranceles, derechos pesqueros, estandarización de los productos y ayuda estatal”, dijo Varadkar.
Johnson necesita evitar el inmenso costo político de pedir una extensión a Bruselas, la propia imposibilidad de llegar a un acuerdo y el riesgo de violar la ley. Con las barajas en contra, ¿qué opciones le quedan? Las versiones que circulan tienen una tonalidad francamente surrealista. A continuación una pequeña muestra. Johnson podría convocar una moción de censura en su propio gobierno, podría renunciar y obligar a la oposición a formar una alianza con mayoría parlamentaria en 15 días o podría sabotear el pedido de prórroga de salida hasta el 31 de enero de 2020, adjuntando una segunda carta que diga “ignore the request – we don´t want it” (ignoren el pedido. No lo queremos).
El super pro-Brexit duro conservador Nigel Evans se jactó ante los medios de que hay 20 opciones para sortear el cumplimiento de la ley. Evans no dio precisiones ni aclaró si alguna es menos surrealista que las ya mencionadas o si todas son igual de dignas de “Alice in Wonderland” (Alicia en el país de las maravillas). El analista político líder del The Observer Andrew Rawnsley opinó este domingo que la renuncia es la más probable. “En ese caso Jeremy Corbyn o alguien de la Alianza de rebeldes y opositores tendría que encabezar un gobierno de transición. Las fisuras de esta coalición no van a tardar en aparecer y Boris Johnson podría terminar haciendo campaña como líder de la oposición pidiendo una mayoría que le permita concretar el Brexit. Si queda algún resto de lógica en la política británica, algo verdaderamente discutible hoy en día, apunta a que Boris Johnson se vea forzado a deponerse como primer ministro”, señala Rawnsley.
En medio de un caos cada vez más extravagante y peligroso, las encuestas dan otra sorpresa adicional. Según los sondeos publicados luego de las cuatro derrotas parlamentarias de la semana pasada, Johnson sigue aventajando por 15 puntos a Corbyn como el más idóneo para ocupar el cargo de primer ministro. Es cierto que las encuestas andan de capa caída en todo el mundo, pero también es verdad que los británicos son aficionados a las sorpresas electorales. En 1945 le dieron la victoria a los laboristas sobre el conservador Winston Churchill a quien consideraban el gran héroe de la Segunda Guerra Mundial.