La extensa transición santafesina da lugar a no sólo a reuniones y discusiones entre los elencos del gobierno saliente y el entrante, sino que permite diferentes especulaciones que exceden el marco del Poder Ejecutivo donde se encuentran las principales determinaciones con todo lo que ello implica. En el staff del gobernador electo Omar Perotti las preocupaciones crecen no sólo por los números deficitarios que recibirá sino por la incetidumbre entorno a la "planta" provincial y últimamente --y más que nada-- a las cuestiones de obras y proyectos que pueden quedar "abrochados" antes del 10 de diciembre en lo que consideran un anacronismo por parte de la gestión de Miguel Lifschitz, quien lógicamente es el que toma las decisiones hasta el 10 de diciembre, pero algunas de ellas superarían en varios años su estancia en la Casa Gris. Cuanto menos esperan ser informados, cuando no consultados, cosa que aparentemente no estaría ocurriendo. Este clima --que el gobierno que termina no admite-- fue generando en otras ramas del sistema algun malestar que puede tener consecuencias que podrían llegar a ser soprendentes, aunque de tanto hablarse del tema perdería esa condición de sorpresivo. Esto es que Miguel Lifschtiz no resulte electo Presidente de la Cámara de Diputados de la provincia. Aun habiendo ganado las elecciones para esa categoría y asegurado el ingreso de la mayoria de 28 diputados. Hay antecentes no muy lejanos que muestran que esa situación no es determinante a la hora de constituir las autoridades del cuerpo. Un "punteo" de posibles votos entre los futuros legisladores, está dando al día de hoy una pardidad entre quienes elegirían al ex-intendente de Rosario y aquellos que se inclinarían por otro diputado, probablemente de la UCR.

La revitalizacion del proyecto de ley que declara la necesidad de la reforma constitucional es el primer antecedente para lo que podría ser un desplazamiento de Lifschitz del lugar que cree tener asegurado. En las últimas semanas, especialmente legisladores del peronismo --que además renovaron sus bancas-- han puesto otra vez en primer plano ese proyecto impulsado fuertemente por el propio gobernador socialista, pero sin éxito, sobre todo en su afan reelecionista. Ahora, con otro habitante de la Casa Gris en los próximos meses, Lifschitz no quiere desdecirse y por tanto no se muestra contrario a que se avance en el proyecto, al menos eso ha insinuado en declaraciones públicas. De todos modos, el asunto tampoco está claro puertas adentro del Frente Progresista, donde han comenzado los reacomodamientos tras la derrota y la inminente salida del gobierno. En ese sentido no solo hay que prestarle atencion a la interna silenciosa del socialismo, sino a los radicales y otros socios menores, que están mirando los movimientos del Intendente electo de Rosario, Pablo Javkin, quien hasta ahora ha cultivado un perfil bajo que no equivale a decir que no está al tanto de las movidas que han comenzado a producirse. Otro tanto ocurre en lo que queda de Cambiemos, donde la presencia radical es importante y el desmande macrista los hace volver su mirada sobre sus antiguos socios provinciales.

Lo que ocurra en la sesión preparatoria

será el producto del resultado de las

elecciones nacionales y de los acuerdos.

Si en las próximas semanas los diputados del peronismo consiguen las 34 firmas que hacen falta para que se trate y se apruebe el proyecto en la Cámara baja, está garantizado idéntico trámite en el Senado, donde además un importante número de representantes se quedará en el próximo período.

En Diputados, en cambio, los recién electos son más que los que renovaron sus bancas, sin embargo el peso político, la experiencia y la determinación de algunos de ellos, hace pensar que si se aprueba la reforma, Miguel Lifschitz deberá redoblar esfuerzos para asegurarse la presidencia de la cámara, lugar desde el que planea relanzarse a la Gobernación para el periodo 2023/2027 aunque todavía no haya asumido el que lo hará el 2019/2023. Podría decirse que sin haberse ido todavía, está pensando en volver. Y si eso está en la cabeza de Lifschitz, también lo piensa el resto del arco político, especialmente sus adversarios, internos y de las otras fuerzas. La lógica pretensión de "hacerse fuerte" desde la presidencia de una de las Cámaras legislativas --esquema que utilizó Antonio Bonfatti-- es el que imagina replicar el gobernador saliente a la espera de otro resultado que el de su predecesor. Pero a diferencia de Bonfatti, quien cultivó un vínculo cercano con propios y opositores, los modos políticos de Lifschitz no se caracterizaron precisamente por eso, con el agregado de que en la Casa Gris habrá un gobernador de signo contrario.

Lo que ocurra en la sesión preparatoria --para la que faltan casi tres meses-- y en los días previos, será el producto del resultado de las elecciones nacionales, por un lado, pero también de los acuerdos y reagrupamientos, algunos de ellos "ensayados" en los próximos días cuando se trate de aprobar la necesidad de la reforma.

Dependerá del grado de "fidelidad" de los diputados que asumirán su banca el 10 de diciembre, sobre todo de los que forman el bloque mayoritario y cuyos nombres fueron escritos de puño y letra por el propio Lifschitz a la hora de cerrar las listas. Pero no únicamente de eso, sino los nuevos agrupamientos, de los efectos inevitables de las decisiones tomadas para los comicios --provinciales y nacionales-- sobre quienes tuvieron la responsabilidad del armado político 2019, todo a perdida para el Socialismo.

La Cámara de Diputados de Santa Fe, cuenta historias en ese sentido. No hay que dar nada por seguro. Falta mucho tiempo y en ese lapso, y según los hechos, el recinto deliberativo podría convertirse una vez más en la "cámara sorpresa".