“Industricidio populista” se titula un reciente editorial de La Nación. Es una respuesta al candidato a gobernador bonaerense Axel Kicillof, quien había calificado al tarifazo, la devaluación, la apertura comercial "indiscriminada" y la tasa de interés "más alta del mundo" aplicados por Macri como “un plan de destrucción masiva de la industria, una tormenta perfecta que tiene como resultado el industricidio”. Para La Nación ese plan es una consecuencia del “populismo”, ya que “el aumento de tarifas fue necesario para recuperar la inversión en energía”; ”la devaluación es consecuencia de la inflación, originada en el déficit fiscal”; “la apertura comercial fue muy limitada” y “la tasa de interés más alta del mundo se debe a la necesidad de financiar un gasto público desbordado e insostenible”.

El editorial continúa denunciando que la bicicleta financiera es una consecuencia de la “inflación peronista” (sic) o que la falta de competitividad obliga a los empresarios a dejarse corromper por los políticos para obtener beneficios discrecionales a través de “bancos estatales” beneficiándose con políticas de “desarrollo de industrias básicas”. Para investigar ese último fenómeno, los editores habrán recurrido a las memorias contables de su diario, que se apropio de esa manera de Papel Prensa, una industria básica promocionada con créditos del Banade, en tiempos de la última dictadura militar.

Volviendo al industricidio, la suba de tarifas durante la gestión Macri se tradujo en ganancias extraordinarias en el sector de servicos públicos. Pero esas ganancias extraordinarias no derramaron en inversiones que mejoraran el servicio, como nos recuerdan los cortes de luz cada verano. Por otro lado, la suba del dólar puede tener entre sus múltiples causas cierta presión que genera el retraso cambiario por la inflación pasada. Pero más directa es la relación inversa, es decir, que las devaluaciones aceleran una inflación motorizada por componentes inerciales donde el déficit público influye de manera muy indirecta.

Insistir con que la inflación es culpa de la emisión para sostener el déficit público pasa por alto, entre otros hechos, que los picos de inflación se dan en el marco de un programa económico pactado con el FMI que tiene como ingredientes cero expansión de la base monetaria y un fuerte ajuste fiscal. No sacar un aprendizaje de ello, demostraría que la inteligencia por imitación que se atribuye al ser humano y los grandes primates como el gorila, puede ser menos efectiva que el aprendizaje por ensayo y error que caracteriza al resto de los animales.

Tampoco es cierto que las altas tasas de interés sean consecuencia de “la necesidad de financiar un gasto público desbordado e insostenible”. Como contraejemplo basta señalar que, en tiempos del último gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner donde el gasto público era elevado y había déficit fiscal, las tasas de interés reales eran negativas.

 

@AndresAsiain