Se cumplió un nuevo aniversario de la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López, luego de acusar cara a cara con valentía a un torvo, siniestro comisario torturador y genocida. No debería considerarse una fecha más, no es una efemérides. Es la clara demostración de que el dominio del capitalismo se sostiene en el terror. En todo tiempo y lugar.

Es la evidencia de que la explotación y la expoliación son procesos de larga duración que a veces adquieren la forma de dictaduras cívico militares y otras se llevan a cabo bajo el disfraz democratista.

Lo que siempre subyace al sistema del capital mercancía es la amenaza de la muerte como destino para con insumisos y rebeldes. Las garras del poder tienen ejecutores variados: tecno burócratas, econometristas, caudillos, demagogos mediáticos y, cuando es preciso, los esbirros artillados.

Ejemplo de esto es la brutal represión que emerge en diversas provincias ante lo que el Estado considera "desbordes", sea en Chubut o en el Chaco.

Ahora movilizan la gendarmería hacia el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta. Nunca dejan de hostigar a las comunidades y a sus pobladores.

Este, el capitalismo, es un sistema de muerte y alineación social, no hay medias tintas que valgan, aniquila vidas. Las y los sobrevivientes vivencian en su mayoría existencias miserables aturdidos por discursos falaces.

 

Carlos A. Solero