El jefe y el subjefe de la delegación Santa Fe de la Policía Federal permanecerán detenidos por noventa días por decisión de la justicia. Mariano Valdés e Higinio Bellagio quedaron a disposición del Servicio Penitenciario santafesino luego de que el grupo de fiscales encabezados por Matías Edery convencieran a la jueza Marisol Usandizaga que habían infringido la ley. La imputación es por incumplimiento y omisión de los deberes de funcionarios públicos. Los fiscales mostraron las pruebas sobre las imputaciones que pesaban sobre el comisario que había denunciado haber sido atacado en al autopista Buenos Aires-Rosario por desconocidos que circulaban a bordo de una camioneta doble cabina. El fiscal demostró que Valdés estuvo en la estación de servicios de Ramallo, donde se dirigió hacia un sector trasero del comercio, lejos de las cámaras de seguridad y las luminarias, argumentando que buscaban un baño. Minutos después una camioneta como las decripta en el ataque, abandonó esa playa de camiones. La sospecha es que Valdés interactuó con ellos para no hablar telefónicamente. La causa cobró un vuelco importante tras el testimonio de la suboficial Rosana González, quien confesó que Valdés se detuvo para dialogar, detrás del Ford Focus que manejaba, con varias personas, y que la charla devino en un feroz tiroteo. Según los fiscales, en la desesperación de resguardarse, Valdés sacó su pistola reglamentaria y se disparó, sin querer, en su ingle derecha. El subcomsiario Bellggio en tanto quedó preso por llevarse un bolso que estaba en el interior del Ford Focus baleado, por orden de su jefe Valdés, y que fuera entregado por la suboficial González. "Lo que había en el interior del bolso es un misterio", dijo Edery, quien entiende que se trataba de un producto ilegal de una maniobra en el mismo sentido.

Valdés fue imputado por incumplimiento de los deberes de funcionario público, encubrimiento agravado por su condición de funcionario público, retardo de justicia, sustracción o inutilización de objetos de material probatorio, todos en concurso ideal, todos ellos en concurso real con falsedad ideológica de instrumento público y con falso testimonio. En tanto a Bellaggio por los delitos de sustracción o inutilización de objetos de material probatorio, incumplimiento y omisión de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado por su calidad de funcionario público en calidad de autor.

"Lo que había en el interior del bolso es un misterio", dijo Edery. Entiende que se trataba de un producto ilegal.  

Los fiscales mostraron que Valdés mintió sobre el disparo en su ingle derecha y el impacto en su mano derecha, que ingresó por el lado contrario de la mano desde el cual le estaban disparando.El fiscal dijo que aún no entiende cómo fue que Valdés se disparó un tiro en la ingle: "Si el hecho comienza atrás (del auto de Valdés) y lo van corriendo, nosotros suponemos que al sacar su arma se pegó un tiro. Pero el que tiene que decir qué pasó es Valdés, que sigue teniendo la misma teoría. Que ese tiro se produjo con una bala que salió de su propia arma, está en la pericia, y fue dentro del auto".

Valdés también mintió sobre el encuentro en Ramallo con ocupantes de la camioneta doble cabina, y sobre las llamadas que hizo desde su telófono celular al de su subalterno Bellaggio, a quien convocó de urgencia para que llegara a Rosario para auxiliarlo. En rigor el subjefe se llevó consigo un bolso color azul con vivos rojos, que estaba en el asiento trasero del Ford Focus. Valdés tampoco pudo explicar por qué no llamó al 911 para pedir ayuda y dar cuenta del supuesto enfrentamiento.

Por su parte el subcomisario Bellaggio -quien se quebró y lloró al menos en tres oportunidades durante la audiencia- accedió a responder preguntas de los fiscales. Y aseguró que se llevó el bolso de su jefe porque pretendía "cuidar la ropa de su superior".

Sin embargo, lo que mas valoró la jueza Usandigaza al momento de decidir la prisión efectiva de tres meses para los imputados, fue todo el sistema de presiones que se aplicó sobre la suboficial González para cuidar su declaraciones. Primero fue el propio Bellaggio acompañado de otro policía de apellido Domenech, jefe de investigaciones criminalísticas de la capital santafesina, quienes la acompañaron en declaración inicial esa noche de ataque en la comisaría de Pavón. Días después le entregaron un certificado del Hospital Churruca donde se dejaba constancia que no estaba en condiciones de declarar, y se le entregó un arma para que pudiera portarla. Pero el fin de semana posterior al ataque dos patrulleros de la Federal y una ambulancia más dos jefes de alto rango se apersonaron en su vivienda de San Antonio de Padua para convencerla que entregara el armamento. Esto se entendió como un acto de amedrentamiento de parte de la superioridad de la fuerza.

Otra prueba que desincrimina a la suboficial González es lo ocurrido en Ramallo. Existe un cono de sombras respecto de lo que ocurrió en la estación de servicio en la que pararon. El fiscal Edery señaló que el imputado omitió en su relato lo que hizo durante 80 segundos, detrás de un tanque de gas en la zona donde suelen estacionar los camiones. Los investigadores consideran acreditada, a través de la filmación, que Valdés actuó a espaldas de su subalterna. La joven de 27 años se quedó esperando frente al salón de ventas de la YPF e incluso se advierte el momento en el que llama a su jefe para saber dónde estaba.

Al término de la imputación Valdés y Bellagio alcanzaron a responder algunas preguntas a los medios de prensa, y remarcaron al unísono gritando "Esto es una cama, averigüen, es todo mentiras".