“Siempre estamos corriendo en círculos en vez de superar obstáculos”, dice el músico patagónico Diego Marchionatti , a días de presentar un concierto acústico y atípico en Café Vinilo. Esa idea, que le viene dando vueltas en la cabeza hace un tiempo, motivó el título de su tercer disco, En estado circular (2018). “Por más que quieras avanzar, siempre cometemos los mismos errores. En la humanidad siempre parece que hubiera un antídoto, pero gana de mano la enfermedad”, se explaya sobre esta sensación que ve a nivel personal y global.

 

Ese clima de época, cargado de incertidumbre y cambios bruscos, se filtra en las canciones de este disco que, sin embargo, no lleva un tono social y político en la poética. Pero sí cierta incomodidad que se refleja en temas como Enarbolar o Retroceso, donde canta: “Es tóxico lo que el viento trae/ Respirar, el fuego quiere descansar / ¿Quién nos va a llamar? Esperamos la señal para despertar”.

Acá el cantautor refuerza una identidad sonora que ya había explorado en su disco anterior, Arista (2016): el cruce entre electrónica (samplers y sintetizadores) e instrumentos orgánicos (guitarra de cuerdas de nylon y bombo legüero). Pero tal vez el fuerte sea su estilo guitarrístico: barroco, virtuoso y lleno de musicalidad. “Que se sienta una canción ligera pero que a la vez tenga profundidad; o sea, no ser abusivo con lo complejo pero tampoco tan simplista”, dice sobre su método para el equilibrio conseguido en este disco. “Apunté primero a grabar bien las guitarras y a partir de ahí empecé a llenar. Tenemos una cultura fuerte con las cuerdas de nylon en el folklore y el tango, pero me gusta que la guitarra no suene tan cálida y redonda, que sea un poco más agresiva.”

Todo esto mostrará en su show especial Vinilo Circular, donde la idea es adaptar la instrumentación electrónica y eléctrica a un formato íntegramente acústico, “con mucha madera”. Para eso tendrá los aportes de Juan Ferreras en cello, Pablo Lammer en violín y Nicolas Enhrehaus en piano. “Me interesa amoldarme a distintos formatos, es como estar envuelto en otra ropa”, dice y adelanta que por momentos soltará la guitarra y solo cantará: “¡Algo totalmente nuevo para mí!”

Hace 12 años, este cantante barilochense llegó a la ciudad de Buenos Aires tras un paso fugaz por Rosario. “Me encanta Buenos Aires: todos los días aparece un maestro nuevo, todo el tiempo están sucediendo cosas y ésa inquietud me inspira. ¡Me siento re porteño!”, lanza el patagónico, que este año realizó una extensa gira en esa región junto a su coterráneo Tomás Aristimuño y a la baterista Carola Zelaschi. Recorrieron con sus canciones Bariloche, Neuquén, Cinco Saltos, Río Colorado, Villa Regina, Choele Choel, Bahía Blanca, El Bolsón y San Martín de Los Andes, entre otras localidades del sur. “No me esperaba, con el contexto que tenemos, estar girando y que en todos los lugares haya gente”, resalta. Y cuenta que, a diferencia de lo que sucede en los shows porteños, allí vendieron bocha de discos físicos.

 

El carisma patagónico y el clima árido inevitablemente se reflejan en su música. “Creo que hay un sello: sería imposible que en la música que hacés no tengas cierta conexión con tu lugar”, confirma Diego. “La naturaleza de ese lugar hace que tu música sea más reflexiva y contemplativa. Quizás no se refleja tanto la Patagonia en mi poética, pero en la música hay una cosa dura y austera que tiene que ver con esa zona”, apunta. “El paisaje es una maravilla tremenda pero a la vez hay cantidad de conflictos y dificultades para vivir más allá del frío.”

En estado circular tiene templanza, armonías abiertas y atmósferas espesas. Incluso “unos colores medio épicos, de película”. De hecho, abre con la canción instrumental 1440, que parece la banda de sonido de un western. “Hoy en día, con tanta inmediatez, era raro arrancar así. Pero es un poco de actitud grunge, de ir en contra de lo que está pasando”, dice medio en broma.

¿Encontraste tu lugar en Buenos Aires, una escena musical afín?

--Sí, con el tiempo uno se va interiorizando en la escena musical y ves a la par a muchos artistas amigos que empiezan a crecer, como Ainda Dúo, y eso contagia. No hay una sola fórmula. Tengas las herramientas que tengas, primero está la música que hacés y cómo afecta al público. Después vienen un montón de cuestiones ajenas. Pero la escena musical acá es muy dinámica, no te podés dormir en los laureles: los artistas grandes no paran de laburar y salir a tocar a las provincias, como Lisandro Aristimuño. Y hay mucha participación y vínculo entre artistas. Todo el tiempo estamos compartiendo. No es “la carrera de uno y que no me jodan”, es algo más colectivo. La escena tiene algo increíble y eso me da ganas de perdurar y seguir creciendo.

* Diego Marchionatti hará su show especial Vinilo Circular el miércoles 2 de octubre a las 21 en Café Vinilo, Gorriti 3780.