El presidente estadounidense, Donald Trump, vivió un fin de semana agotador en la Casa Blanca, por el giro que tomaron sus conversaciones telefónicas con el presidente de Ucrania, Vladimir Zelenski -- "el caso Ucrania"- y el peligro de juicio político que lo acecha. El mandatario se encuentra frustrado por la falta de una estrategia eficaz para enfrentar una situación que puede no tener retorno. Los demócratas están decididos a votar por el impeachment en la Cámara de Diputados a fines de noviembre, lo que abriría el camino para que el proceso continúe en el Senado.

Trump no perdió oportunidad de disparar en su cuenta de Twitter contra los propios demócratas, a quienes calificó de "izquierda radical". "Están haciendo un gran daño a nuestro país. Están mintiendo y engañando como nunca antes en la historia de nuestro país para desestabilizar a los Estados Unidos de América y sus próximas elecciones de 2020", agregó. 

Pero Trump está furioso sobre todo con el jefe de su equipo, Mick Mulvaney, acusado de haber administrado mal el asunto del llamado telefónico al presidente ucraniano Zelenski, y juzgado hasta ahora incapaz de hallar las respuestas adecuadas frente al bombardeo de noticias, que ponen cada vez en mayores dificultades al magnate estadounidense. El escándalo también salpica a otras personas como el secretario de Estado, Mike Pompeo, el ministro de Justicia, William Barr, y al abogado personal del presidente, Rudolph Giuliani. 

Durante las últimas horas se realizaron una serie de reuniones ásperas con consejeros y colaboradores de Trump, para establecer el camino a seguir. El mandatario estadounidense quiere que a la guerra se responda con más guerra, es decir, contraatacar no solo contra el exvicepresidente y precandidato demócrata a las elecciones de 2020, Joe Biden, sino también contra su archirival, Hillary Clinton. De hecho, Washington Post reveló que el gobierno ya desde hace semanas aceleró las investigaciones sobre los e-mails que fueron enviados a la dirección de correo electrónico privada de la entonces Secretaria de Estado de Barack Obama.

Tras el escándalo que afectó de manera decisiva a Hillary Clinton en la última fase de su campaña presidencial, la hasta entonces candidata demócrata fue exonerada de toda responsabilidad penal por el FBI por el uso de un servidor privado, pero Trump nunca dejó de atacarla, al punto de pedir su encarcelación durante los comicios o en decenas de tweets. En tanto, se rumorea una posible vuelta al escenario político de Clinton, apoyada en buenos índices de popularidad.

Los republicanos, por su parte, cerraron filas para acusar al exvicepresidente demócrata Joe Biden de presionar a un fiscal ucraniano que estaba investigando a su hijo Hunter, miembro de la junta directiva de un grupo de gas ucraniano y acusado de corrupción. Rudy Giuliani, abogado de Trump e involucrado en el caso, ya que fue él quien le pidió a Kiev que investigara a Joe Biden, defendió este domingo la credibilidad del fiscal ucraniano: "¿Alguien ha demostrado que era corrupto?", se preguntó, entrevistado por ABC News.